Como siempre, en Trama encontramos un ambiente familiar y un trato exquisito. Pilar, la dueña, como siempre nos trató de maravilla. Sandra, la camarera que estaba, fue super atenta, divertida y preocupada por presentarnos gente. Las parejas que había eran muy majas, divertidas y encantadoras y los chicos muy respetuosos y en ningún momento maleducados o "pesados" como a veces se encuentra en otros locales. Lo pasamos genial y por supuesto que volveremos lo antes que podamos. Un 10 al local y a su gente.