Este artículo va dirigido a todo tipo de parejas: aquellas que disfrutan de una larga experiencia en el mundo liberal; aquellas que están empezando a experimentarlo; o incluso aquellas que quieran empezar a abrir sus relaciones sexuales y no saben muy bien si vale la pena hacerlo. A estas últimas, voy a hacerles un pequeño spoiler: vale la pena y mucho. Pero cabe tener en cuenta algunos puntos antes de atreverse a dar el paso.
Por Cecilia Bizzotto
Discusión en el foro:
A las parejas con experiencia liberal: ¿Abrir las fronteras sexuales de la relación vale la pena o sólo trae problemas? ¿Qué recomendaríais a aquellas parejas que todavía se están iniciando? Para la discusión
Consideraciones antes de entrar en el mundo liberal
Creo que todas las parejas que hemos comenzado a disfrutar de este estilo de vida sabemos que esta NO es una forma de solucionar posibles problemas en la relación. Abrir nuestras experiencias sexuales a nuevos compañeros y compañeras entraña un gran riesgo.
Aquellas parejas que no tienen fuertes vínculos, no han establecido límites o simplemente no han sido sinceros a lo largo de la experiencia sexual swinger tienen el riesgo de sufrir una ruptura. ¿Ha sido el mundo liberal el detonante? Seguramente no: pero, sin duda, ha magnificado la fractura y lo que empezó con grietas ha acabado con romper el pilar de la relación.
Probablemente muchos hayamos empezado la experiencia como pareja liberal de la misma manera: dejando volar la imaginación juntos. Mi pareja y yo disfrutábamos fantaseando con escenas de tríos y orgías mucho antes de entrar en el mundo liberal.
Nos excitábamos con la idea de compartirnos con otros y eso nos bastó durante algún tiempo. Cuando sentimos que la imaginación ya no era suficiente, decidimos que estábamos preparados para dar el paso. Pero antes de hacerlo, fue muy importante ser sinceros el uno con el otro y expresar los sentimientos de forma clara y explícita. No obstante, aunque tengamos las ideas claras y los limites definidos, no siempre tendremos suficiente inteligencia emocional para lidiar con las experiencias tan fuertes a las que nos enfrentamos en el ambiente liberal.
Por ello, pueden surgir problemas (de celos, por ejemplo) y debemos estar preparados para afrontarlos siendo empáticos y pacientes con nuestra pareja. Es como viajar a un país extranjero con una cultura muy diferente a la propia: al principio choca y quizá durante las primeras horas quieras volver rápido a la comodidad de tu hogar, pero una vez superada la barrera del miedo (porque, al fin y al cabo, todo se reduce al miedo: miedo a perder al otro, miedo a que mi pareja disfrute más con otra persona que conmigo, miedo a no ser suficiente…) la experiencia será tan placentera que la recordarás durante muchas noches.
¿Vale la pena el riesgo?
Quizá a estas alturas la pareja que todavía no ha dado el paso estará pensando: ¡Cuántos contras! ¿Vale la pena tanto riesgo?
Pues sí que lo vale. Porque si vuestras relaciones sexuales han comenzado a volverse insípidas y monótonas, esto definitivamente será el multivitamínico más fuerte que podréis proporcionar a vuestra sexualidad. Y si vuestro sexo no ha dejado de divertiros, ser swingers o pareja liberal permitirá abrir una nueva dimensión a vuestras relaciones.
¿Qué aporta la libertad sexual a la pareja?
Siendo swingers os encontraréis con un mundo en el que prima el respeto. Un lugar donde, si la relación es fuerte, se ve enriquecida, pues aumenta su compromiso, su sinceridad y la seguridad del uno en el otro.
La complicidad y el compromiso que surge de ser pareja liberal es un renacer para la relación, pues en el momento que eres capaz de excitarte viendo a tu pareja disfrutar con otra persona, habrás atravesado el umbral máximo de confianza. En ese momento descubrirás que no hay nada más placentero que compartir el cuerpo de quien amas y con quien disfrutas, dejándolo ir por unos minutos u horas para que luego, en casa, vuelva a ser tuyo.
Uno puede pensar que la noche liberal va a cambiar la relación, que es un evento radical para la pareja. Sin embargo, cuando vuelves a la realidad retomas la vida cotidiana donde la dejaste: qué comeremos mañana, hay que tender la lavadora, quién paseará al perro y quién recogerá a los niños… Pero cuando llega el momento de volver a tocar la piel de tu pareja, resurgen las emociones acumuladas durante la noche anterior, que hoy se te antoja un sueño húmedo más que un recuerdo real. Las caricias, los olores, los gemidos y las imágenes, resurgirán como relámpagos en vuestra mente. Y creedme, no hay afrodisiaco igual.
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