A todas y todos nos gustan que nos regalen flores. Si son rosas y te garantizan múltiples orgasmos, mejor. Un Sant Jordi pasado por agua, las chicas de Diversual me regalaron “Velvet”, un succionador con forma de rosa que se ha convertido en mi nuevo compañero de viajes.
Por Cecilia Bizzotto
No me regales rosas, regálame Velvet
El 23 de abril celebramos en Cataluña la archiconocida Diada de Sant Jordi. Ese día, las calles de Barcelona y de todas las localidades catalanas se llenan de libros y rosas. Sin embargo, calló una lluvia torrencial y yo me quedé haciendo mudanza en mi nuevo piso.
Sin embargo, recibí una sorpresa que me alegró ese día pasado por agua. Me llegó a casa un paquete muy especial de parte de Diversual. Así que esa noche, me di un merecido homenaje.
Piso nuevo, succionador nuevo
Agotada tras mover cajas y muebles, me quedé a solas en mi piso nuevo. Encargué comida mexicana, me tomé una copa de vino y vi un capítulo de mi serie favorita. Y dije: “¡Este es mi momento!” Abrí la cajita de mi nuevo succionador "Velvet". Dentro de la caja, una rosa monísima hecha de silicona médica súuuuuper suave.
Me entregaron el juguete cargado (por cierto, se recarga por USB) así que me fui a mi nueva habitación elegantemente decorada con cajas de mudanza que llegaban hasta el techo. “Suerte que he dejado mi lubricante a mano”, pensé. Os adelanto que yo uso lubricante anal “para todo”: sexo oral, penetración vaginal, masturbación, base para bizcochos… ¡Es broma! Pero ya os lo contaré con detalle otro día.
"Velvet" hizo match con mi clítoris al primer contacto
El caso: cogí la flor de plástico, tanteé la intensidad de la succión y me la puse directamente en el clítoris. El primer contacto me resultó muy fuerte, nada que ver con mi succionador habitual. El que solía usar, tiene una "boca" muy pequeñita, cuesta atinar y es difícil de usar en pareja. En cambio, el "Velvet" de Diversual encaja perfectamente en la mano y no se resbala, por movimiento y lubricación que le eches. Y lo mejor es que la "boquilla" se adaptó desde el primer momento a mi clítoris. "Velvet", mi clítoris y yo conectamos a la primera.
Mi nueva fantasía sexual: yo.
Pero, como digo, la sensación era más fuerte que con mi succionador habitual, así que dije: "Vayamos más despacio". Atenué la luz, conecté mis auriculares y me deleité con jazz suave. Al desnudarme, me encontré con mi reflejo en el espejo del baño. Cogí crema hidratante y me deleité con mi imagen, me recreé en mis curvas y unté cada centímetro de mi piel con el ungüento y altas dosis de amor propio. Sólo con verme, empecé a mojarme. "¡Qué onanista soy!", dije para mis adentros.
Entonces, cogí mi lubricante y empecé a tocarme la vulva con la mano derecha, mirándome a mí misma fijamente a los ojos. En ocasiones, deslizaba suavemente las yemas de los dedos por mis clavículas, pellizcaba mis pezones y surcaba mi cadera. Sin dejar el vaivén de mi diestra, cogí mi nueva rosa y la deslicé por mis aureolas. Estaba muy húmeda. Me metí los dedos y a los pocos segundos me corrí. Pero seguía cachonda, así que "Velvet" descendió mi cuerpo hasta mi clítoris, buscando una segunda ola de placer.
Una rosa, múltiples orgasmos
Ahora ya estaba más que preparada para su succión, más fuerte de la que estaba acostumbrada. Jugué con los 7 patrones de succión y me deleité con las 3 intensidades (para mí, la más baja es más que suficiente, pero quería probarlas todas). Algunos patrones resultaban tan estimulantes, que me temblaban las piernas al compás de la vibración. Y cuando sentía que el segundo orgasmo iba a llegar, quise alargar la experiencia deslizando los pétalos de mi flor plástica por toda mi vulva, jugando con los labios mayores y menores, con los muslos y las nalgas. De vez en cuando, volvía a los pezones. Y pronto bajaba al clítoris, con ansia y deseo de mí misma.
Cuando estaba coronando la cresta del segundo orgasmo, elegí el patrón de succión que más me gustaba (el que da pequeños y rápidos golpecitos sobre el capuchón del clítoris) y me deleité en un orgasmo largo e intenso, que me recorrió de cabeza a pies mientras mi mano libre apretaba fuerte mis pechos y mi vientre. Pronto recobré la conciencia, me di cuenta de lo bien que me lo había pasado a solas gracias a mi rosa de Sant Jordi y me reí hasta quedarme dormida juguete en mano.
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