Asistí a una mesa redonda con trabajadoras sexuales y expertas en pornografía, donde debatimos sobre si el porno más consumido en Internet es ético, es responsable e, inclusive, si es feminista. Aquí te cuento mi perspectiva como socióloga y lo que aprendí rodeada de mujeres que conocen la industria pornográfica de cerca.
Por Cecilia Bizzotto
Cecilia Bizzotto es socióloga, portavoz y creadora de contenido para JOYclub. Divulga sobre sexo y placer desde un enfoque feminista, fomentando una visión desestigmatizada de las fantasías y las sexualidades alternativas.
¿Qué es el porno ético?
Si has llegado hasta este artículo es porque te interesa conocer de qué va eso del porno ético.
Al porno ético también se le llama “porno feminista”, “porno indie”, “porno alternativo” (y seguro que tiene algún que otro mote más). Este porno se construye en oposición al porno de toda la vida, al porno comercial, al que actualmente está dominado por los “tubes” (así se llama a las grandes webs de porno gratuito) y que ha estado hecho, desde siempre y hasta ahora, por hombres y para hombres. Aunque las mujeres son las aparentes protagonistas del porno, los directores casi siempre han sido hombres y todo el guión está construido bajo una mirada que no alberga diversidad y que reproduce las fantasías de una parte de la población.
Es por este motivo que, desde colectivos feministas, LGTBIQ+, racializados, etc., hace unos años que se viene promoviendo una alternativa: el porno ético. Este tipo de pornografía se basa en las siguientes ideas:
- En la producción del contenido pornográfico, se debe prestar especial atención a los derechos y la dignidad de las performers. En primer lugar, porque cobran un sueldo justo (si no hay salario digno, no es trabajo sino explotación). En segundo, porque se presta especial atención a las ITS y es de obligado cumplimiento los análisis previos y el uso de profilácticos.
- El guión se acuerda y se consulta a las actrices y actores, priorizando el consentimiento de cada práctica y escena que se rueda. De hecho, algunas productoras de este tipo, como la de Irina Vega o la de Erika Lust, crean el guión en función de lo que a las actrices les apetece hacer ese día concreto, por lo que forman parte del proceso creativo y ninguna práctica es obligada.
- Además, el porno ético se realiza atendiendo también al tipo de contenido que se genera, buscando no sólo que sea de calidad en términos artísticos sino además que alejándose de los estereotipos y las representaciones que perpetúan la objetificación del cuerpo femenino, la violencia, la explotación o la desigualdad de género. En su lugar, busca mostrar prácticas sexuales consensuadas y de manera realista, exponer relaciones equitativas y no pasar por alto la enorme diversidad de cuerpos, deseos y orientaciones sexuales existentes.
VÍDEO: #1 Mesa redonda
¿Cuál es el problema con el porno “de toda la vida”?
Y ahora te preguntarás: ¿Nada de esto se realiza en el porno convencional, el que he consumido siempre? ¿Es antiético todo el porno que no se autodenomina “ético”?
La industria pronográfica comercial no necesariamente es antiética en su totalidad, claro que no, pero hay una inmensa mayoría del porno mainstream, el gratuito, el de los tubes, el que consume la mayoría… que es una mierda.
Y sí, que el porno mayoritario es una verdadera mierda, es una opinión mía (bueno, no sólo mía), pero te voy a explicar algunas de las tropecientasmil razones que tengo para decir semejante frase con semejante rotundidad:
Hay un huevo de porno… ¿Y quién lo controla?
La cantidad de porno que hay ahí fuera (en interné, mis armas) es ilimitada, abismal… Y, por ello, incontrolable. ¿Sabías que si se visualizaran, de manera lineal, todas las horas de pornografía que se vieron SÓLO EN PORNHUB Y SÓLO EN 2015, se estaría viendo pornografía durante 502.283 años? ¿Sabías que la mayoría de páginas porno no controlan quién sube qué y no hay ningún límite a la hora de crear contenido pornográfico (o recién ahora algunos tubes empiezan a poner un poco de orden debido a las denuncias recibidas)?
Y dirás: “¿Y qué más da que haya un montón de porno? ¡Más pajas!”. Bueno, sigue leyendo…
Como en pocas ocasiones se revisa el porno que se sube y se ha puesto de moda el “porno amateur”, hay una indescifrable cantidad de porno producto de abusos a menores hechos por redes de explotación sexual y grabaciones de violaciones reales. Sí, como lees. Por eso, PornHub tuvo que borrar más de 10 millones de videos en 2020 y, poco después de hacerlo, recibió una demanda millonaria por parte de mujeres víctimas de trata y violencia sexual.
VÍDEO: #2 Mesa redonda
El porno se puso violento
Por si fuera poco el no poder discernir entre sí estamos pajeándonos con una escena consentida e interpretada o con una violación, esto no es todo lo malo. Hay otras dinámicas graves como la radicalización de la pornografía.
Es muy difícil encontrar porno donde no sean protagonistas escenas altamente marcadas por la violencia hacia cuerpos de mujeres. Constantemente podemos ver “juegos de rol” (presuntamente) de falta de consentimiento, escenificación de violaciones, prácticas extremas… El “hardcore” ya no es una categoría concreta del porno, sino la práctica totalidad. ¿Lo normal? Azotes en la cara, pechos, genitales y culo; eyaculaciones en ojos y boca, tirones de pelo, “face fucking” o gargantas de mujeres siendo penetradas a lo bestia… Todo mientras a ellas se les corre el rimel, lloran, tosen, se resisten, gritan y piden que paren, y, a veces, hasta acaban vomitando. Esto da a lugar a que el dolor físico de las mujeres durante el sexo queda absolutamente normalizado y erotizado sin ningún tipo de matiz.
Porque, dejémoslo claro: yo soy big fan del BDSM, firme promovedora de todas las prácticas kinky y apasionada practicante del sexo duro. Pero si eres bedesemera/o o si conoces mínimamente esta disciplina, sabrás que su base fundamental es el consenso, la seguridad y la sensatez con la que se realiza toda práctica. Sabrás que hay mil protocolos, normas, códigos de seguridad, límites, pactos… Pero, en el porno no vemos nada de eso, por lo que las prácticas extremas son banalizadas y asumidas como “cotidianas”. Los consumidores porno creen que cualquier escena vista en el porno se puede realizar con cualquier persona en cualquier momento.
Como comenté en la mesa redonda, yo misma y un montón de amigas y conocidas mías han sido víctimas de lo que, al fin y al cabo es un abuso: en un encuentro sexual con un desconocido (osea, alguien que has conocido hace poco y que no has pactado que se iba a realizar ninguna práctica extrema) nos hemos llevado un escupitajo, un azote o una mano en el cuello sin tan siquiera preguntarnos si es una práctica que nos gusta o nos apetece en ese momento. Eso, queridas, recordad: es abuso.
VÍDEO: #3 Mesa redonda
La culpa es del Estado
Sí, ya sé que estás flipando con el girito final culpando al Estado. Pero ahora le verás sentido, ya verás como sí.
La razón máxima que hace que el porno sea reproductor de la cultura de la violación y que nos esté educando a banalizar prácticas extremas y a erotizar no sólo la violencia sino los abusos a menores (¿Qué me dices de la gran cantidad de porno de “lolitas” o “colegialas” o “barely legal”?), es que nadie más nos está educando.
Y ahora seguro que hay alguien me esté leyendo que diga: “Ay pero yo veo pelis de Superman y no me creo que puedo volar, todo el mundo sabe que el porno es irreal”. Pues no, amigui, te voy a exponer cómo tu teoría guay no tiene ni pies ni cabeza de la mano de mi mejor amiga: la sociología.
En primero de carrera de sociología te enseñan que hay varios agentes socializadores, es decir, personas que desde que eres muy pequeñita te educan en valores y moldean tu forma de ser y pensar. ¿Crees que tu ideología es innata? ¿Que tus increíbles habilidades estaban en tus genes? ¿Que todo es gracias a tu insuperable esfuerzo? No, guapi, todo o casi todo es aprehendido.
Por ejemplo, a lo largo de tu vida has tenido un montón de referentes (pelis, libros, familiares, amistades…) que te han dicho cómo son la relaciones de pareja. Desde cómo se comporta una persona enamorada hasta que las parejas duermen en la misma cama o que los besos en la boca son sólo para tus churris.
Y, del sexo… ¿Qué te han dicho? Probablemente nada, o muy poco, o sólo tabús desorientadores. Ni en las escuelas ni en las casas las infancias están recibiendo una educación sexual mínima (no, aprender a poner un condón a un plátano, por muy de Canarias que sea, no es educación sexual).
En la actualidad, el 60% de los adolescentes encuestados españoles empezaron a ver porno antes de los 16 años y, al mismo tiempo, cerca del 40% considera que el porno es una fuente de educación sexual. De hecho, para el 30 % de adolescentes, la pornografía supone la única fuente de información sobre sexualidad. Además, los datos demuestran que cuanto más porno consumen, más creen que es una representación realista del sexo y, lo que es peor, las chicas dicen que se adentran en la pornografía como método para «aprender» qué se espera de ellas, es decir, para aprender de las actrices cómo deben performar. El porno, sin comerlo ni beberlo, se ha erguido a sí mismo como una escuela de sexo sin ningún tipo de pedagogía de fondo. Y esto no afecta sólo a la chavalada, te afecta a ti y a mi, que también hemos consumido porno desde muy pequeñas y no tenemos ni idea de cómo eso ha configurado nuestra idea de lo erótico y deseable.
¿Y ahora qué hago?
Quizá has leído esto y te he cortado el rollo, quizá crees que ya no te podrás hacer una buena paja en condiciones. ¡Tranqui, tengo algunas ideas para ti! ¿Quieres consumir pornografía sin dudar todo el rato de si estás siendo espectador de un abuso? ¿Te gustaría ver un porno donde las actrices también disfruten? ¿Un porno que no escenifique las fantasías de unos pocos sino que te ponga cachonda a ti también?
¡Tengo la solución! Te va a parecer loco pero… lo único que tienes que hacer es PAGAR por el porno que consumes.
Sip, búscate una productora ética y paga la pequeña cuota que permitirá que se ofrezca un pago justo a las performers. Seguro que va a ser menor que el Netflix que ya pagas o la suscripción al gimnasio al que nunca vas.
Y, si no quieres lanzarte a invertir en tus pajas, te sugiero lo siguiente: añade conciencia a tu consumo. Lee los títulos de los videos que ves y cuando leas algo del tipo “Pequeña adolescente destruida por dos pollas monstruosas” (título de peli real) plantéate: ¿Qué provoca ese título en tí? ¿Cómo crees que configura tu idea sobre lo erótico, lo deseable? Cuestiónate cuántas de tus fantasías vienen del porno, cómo te ha determinado y si te permite tener una sexualidad más libre o no. ¡Es más! Anímate incluso a hacerte pajas sin porno, pajas conscientes, pajas slow en las que dejes volar tu imaginación. ¿A dónde te llevará tu deseo?
¿Cómo crees que ha determinado tu sexualidad, el consumo de porno? ¿Qué opinas del porno ético? ¿Consumes porno? ¡Comparte tu experiencia en el foro!
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