Las barreras bucales, barreras dentales o láminas de látex son un asunto serio. Verdaderos medios de prevención. Salvadoras de vidas. Heroínas de caucho. Me he atrevido a hacer un autoexperimento por una razón banal: entre mis sentidos del olfato y del gusto, por una parte, y las vaginas, por otra parte, existe una relación frágil. Aquí relato mi experiencia con estas delgadas láminas de látex.
Por Alex Todorov
¡Qué sensible soy!
Por supuesto, podría simplemente apartar las vulvas del menú. Si algo no me gusta, no me lo como. Pero existe un problema: con las dos mujeres con las que he probado el sexo oral, el resultado fue realmente excitante. Incluso acabaron gritando «¡otra vez, por favor!» con la lengua afuera. Por lo que pude observar mientras estaba sumergido mordisqueando entre pliegues íntimos, durante mi inmersión las dos mujeres disfrutaron de unos momentos agradables y placenteros. Por lo tanto, renunciar a esta práctica no es una opción.
Mi pregunta inicial era: ¿con las barreras bucales podré proporcionar este placer también a las mujeres a las que, debido a mi sensibilidad después de una «degustación sin filtros», debo cerrarles los muslos? Aunque esto podría sonar misógino, me mueven el cariño y las ganas de proporcionar placer: quiero hacerlo y, además, a la mayoría de las mujeres les gusta. El problema es mi sensibilidad olfativa. Por eso, cuando oí hablar de las barreras bucales, pensé que podrían ser un buen «abremuslos» para mí.
¿Contra qué protegen las barreras bucales?
¡Si Michael Douglas hubiese usado barreras bucales!
El tema «prevención y barreras bucales» no debe ser banalizado por mi sensibilidad subjetiva: estas láminas no solo pueden ayudar a blandengues como yo. En 2013, Michael Douglas protagonizó un escándalo cuando habló de su cáncer de garganta en una entrevista con The Guardian y comentó:
«No quiero entrar demasiado en detalles, pero este tipo de cáncer está causado por virus del papiloma humano que se transmiten a través del cunnilingus».
La declaración de Douglas logró un aumento inesperado de la popularidad de las barreras bucales, injustamente ignoradas en el pasado. ¿Una lámina de unos 15 por 25 centímetros que en algunos casos incluso puede salvar vidas? No está mal.
¡Es bueno saberlo!
Las barreras bucales salvan vidas, pero casi nadie las usa. Estas finísimas láminas de látex, llamadas también barreras dentales, se colocan sobre el ano o la vagina durante el anilingus (¡no «anulingus»!) o el cunnilingus. Así, protegen contra las enfermedades sexuales.
Incluso en una relación monógama hay riesgo de infección, aunque es muy bajo. El riesgo aumenta si se cambia de pareja con frecuencia. Es como en el colegio: todo lo que nos divierte, de alguna forma, está prohibido.
Si no tienes una barrera bucal a mano, puedes usar un condón sin lubricante. Corta la punta, después córtalo a lo largo y, finalmente, colócalo sobre el área deseada.
Solo a un humorista fracasado —o a una de esas personas que le dan la vuelta a un condón después de usarlo— se le ocurriría darle la vuelta a una barrera bucal en plena faena. Si después de un anilingus quieres hacer un cunnilingus o viceversa, utiliza siempre una lámina nueva.
Quién iba a saber que...
Queridos amigos del sexo oral: las barreras bucales proporcionan sobre todo protección contra infecciones que se transmiten a través de la sangre menstrual, las secreciones vaginales o las bacterias intestinales. Y estas infecciones pueden ser de todo tipo: VIH, clamidia, hepatitis A y B y gonorrea, además de las causadas por los virus del papiloma humano mencionados anteriormente. En comparación con las relaciones sexuales vaginales y anales el riesgo es bajo, pero existe. Quien esté pensando en cambiar las vaginas por los penes después de leer esto, verá cómo la realidad se interpone en su camino (como suele ocurrir cuando tenemos un plan aparentemente excelente): el esperma es uno de los «malvados» fluidos corporales que transmite enfermedades.
Por otra parte, una barrera bucal protege las zonas íntimas de patógenos de la boca, por ejemplo, si la otra persona tiene heridas en las encías. Además, previene las cistitis, que pueden ser causadas por bacterias orales. Si una mujer también exige su ración de sexo oral durante la menstruación, las láminas pueden evitar que la persona que se lo proporciona sufra una sobredosis de hierro.
Las barreras bucales parecen algo muy bueno para todos los implicados. ¿Lo son realmente? Bueno…
El autoexperimento
¿Dónde puedo encontrar esas cosas?
¿Dónde puedo comprar barreras bucales? Primer impulso: ir a la farmacia de mi calle. Detrás del mostrador hay una señora de unos 60 años con gafas. «¿Tenéis barreras bucales? Tengo un buen plan para esta noche». Mejor me ahorro la idea de guiñarle el ojo mientras se lo digo. Al ver su rostro, deduzco que la pregunta la conduce hacia un vacío espiritual. Poco después, responde diciendo «No, pero voy a mirar a ver si se pueden encargar». Mientras teclea «barreras bucales» con sus dedos índices en su base de datos, le comento: «Tenéis preservativos, ¿no? Es algo parecido». Este comentario provoca un cambio en su rostro. No creo que haya entendido aún qué le estoy pidiendo, pero parece que la idea empieza a tomar una forma más concreta. La primera búsqueda que ha realizado, sin resultados, tampoco nos ayuda. «Barreras dentales», digo, y después de un breve contacto visual empiezo a deletrear las palabras. «No, tampoco encuentro nada». Saco mi último as de la manga: «A ver si "lámina de látex" funciona». No hay suerte.
Teniendo en cuenta que las barreras bucales protegen contra el VIH y el VPH, por lo menos esperaba encontrar algo de información en la farmacia. Al buscar en internet obtengo algunos resultados, como es lógico, pero tampoco demasiados. Muchas de las grandes tiendas eróticas no disponen de estos productos.
Además de la versión neutra, también hay barreras dentales con diferentes sabores. En teoría, incluso hay opciones para los alérgicos al látex. Pero la realidad nos muestra que estos artículos escasean. A las barreras bucales les falta el trabajo de lobby, algo que, a su vez, se debe a la falta de difusión de información sobre conductas de riesgo. Casi nadie asocia el sexo oral con el VIH y, a este respecto, incluso la confesión de Michael Douglas, entusiasta del cunnilingus, no ha tenido un efecto duradero.
Al final compré un paquete de cuatro láminas y dos paquetes de dos láminas a dos proveedores diferentes a través de una gran plataforma de ventas por internet, en la que también había comprado un delfín hinchable para mi hija. Un mundo de locos.
Unboxing, o «cómo acabé poniéndome una barrera bucal sobre la cara»
El precio de ambos proveedores: unos diez euros por cuatro láminas. Las de una marca se presentan sin doblar en una bolsa blanca de alta calidad que puede volver a cerrarse (¿?) y se parece a una bolsa hermética para congelados. Las barreras bucales de la otra marca están dobladas en un cuadradito dentro de un envase que se parece al de los condones. Esto enfatiza bien el aspecto médico. Y además resulta muy práctico porque, al igual que los preservativos, así es fácil llevarlas en el bolsillo del pantalón.
Algo que me llama la atención: la lámina se siente increíblemente suave al tacto con la mano. De una forma ligeramente fetichista, irradia una sensación reconfortante, como si se tratase de una manta de peluche para adultos. Acaricia la piel y enciende mis ganas de jugar. Lo primero que hago después del breve examen es seguir el impulso lógico de colocarme la lámina sobre la cara. Me hace cosquillas. Se siente suave y sedosa y huele a fresa. La otra marca desprende un sutil aroma a vainilla.
Las láminas de ambos proveedores tienen el mismo tamaño, son rectangulares y resistentes a las roturas, no llevan lubricantes y se pueden estirar fácilmente hasta lograr el doble de longitud y de anchura. En las instrucciones de uso —si se pueden llamar así— no hay ninguna palabra de más, parece que los gráficos deberían ser suficientes. Sí aparece la recomendación de uno de los fabricantes: «para intensificar el resultado, añade un poco de lubricante con base de agua en la parte posterior». Está bien saberlo.
La conejilla de indias (todavía) se ríe
Haciendo uso de mis contactos, pronto encontré a una persona con la que probar los productos. Aunque nos conocemos, todo esto le resulta algo sospechoso. Gracias a su divertido asombro, el comienzo es más relajado. «Aún sigo pensando que esto de las barreras orales es una estafa». Yo opino lo mismo. Pero es bueno saber que puedo llevar a cabo esta estafa. Después de un breve calentamiento, me pongo manos a la obra.
La conejilla de indias está tumbada y se ríe. Coloco la lámina a lo largo de su vulva y, de forma asombrosa, se adapta a las formas de la zona como si intentase aspirarla suavemente. Nota informativa: mi compañera de juegos no está totalmente depilada, sino que lleva el vello de su zona íntima recortado. Así, no tengo la sensación de estar haciendo algo ilegal. Probablemente, la lámina se ajuste aún más a las formas si la piel no tiene vello.
Me coloco en cuclillas entre sus piernas y observo la lámina sobre su vulva. Parece que me estuviese preparando para una cirugía. Lamo la zona brevemente para ver qué ocurre y está claro: si no sujeto la lámina, no funcionará. Quito la lámina y, tal y como se recomienda, aplico un poco de lubricante. Ahora se sujeta mejor, aunque a ella le gustaba más sin lubricante. Demasiado tarde: me zambullo.
Mis primeras impresiones
La barrera bucal tiene olor, pero no sabor. Me doy cuenta rápidamente de dos cosas: por una parte, soy una de esas personas que, por lo menos al principio, lamen con los ojos abiertos. Esto significa que baso mis acciones en la información visual. Como consecuencia, primero trato de orientarme a través de la lámina de color blanquecino y turbio.
Por otra parte, me doy cuenta por primera vez de lo que hacen en realidad mis manos mientras proporciono sexo oral en una situación normal: agarran los muslos y/o los glúteos y ajustan el área objetivo. En este caso, no es posible, ya que debo sujetar el nuevo artilugio.
Como la idea de usar grapas fracasa tras el veto de mi compañera, acordamos que ella sujetará el extremo superior sobre su estómago y yo me encargaré del extremo inferior. Compartir responsabilidades nos une. No obstante, reajustar y estirar la lámina para que entre en la vagina es mi responsabilidad.
Después de algunos minutos —en los que los ataques de risa iniciales de mi conejilla de Indias se han ido extinguiendo— observo cómo mira hacia el techo: parece concentrada y, claramente, se esfuerza por sentir algo. «¿Estás seguro de que lo estás haciendo bien?». Una pregunta que me catapulta de vuelta a dolorosos momentos de mi adolescencia. «No estoy sintiendo mucho», añade. Opino lo mismo.
Mi primera impresión, si soy sincero, es que se siente como lo que es: lamer plástico. Con olor a fresa. Nada de piel, ni humedad ajena ni malos olores. Resulta un poco extraño, pero para mí en realidad no es un problema, porque es precisamente lo que buscaba: disminuir los estímulos. No obstante, no se puede comparar con ninguna experiencia con las vulvas que he lamido anteriormente, ya que es precisamente la interacción de la piel, la humedad y el olor lo que, en una situación ideal, hace del sexo oral activo una práctica tan intensa.
Tengo una burbuja de látex en la boca
El cunnilingus no consiste únicamente en lamer. En este desinteresado experimento y prueba de estrés de la barrera bucal, intento presentarle todo mi repertorio a mi compañera: mordiscos tiernos con los labios, presión plana, golpecitos, labios rígidos, chupar. Todo funciona a pesar de algunas limitaciones… hasta que empiezo a chupar y de repente me doy cuenta de lo que estoy haciendo realmente: en mi boca se está formando una burbuja de látex.
¿Y qué tal si juego con los dedos al mismo tiempo? Es algo engorroso, pero se puede hacer. Mientras utilizo la mano izquierda para mantener estirada la lámina, meto la derecha por debajo. Con un comportamiento modélico, presto atención a no tocar con los dedos activos el lado de la lámina que estoy lamiendo.
Después de un rato, ya he aprendido la técnica, por lo menos en lo que se refiere a cómo utilizar la lámina. Es necesario variar la tensión ocasionalmente. Para ganar profundidad cuando introduzco la lengua, dejo la lámina más suelta que cuando lamo, en cuyo caso lo importante es no pasar por alto los puntos estratégicos y los pliegues.
Mi conejilla de Indias ya se encuentra mejor. Su concentración ha dado paso a la relajación y la excitación. Ha doblado las piernas con más fuerza, sigue mi ritmo con su pelvis y se toca los pechos con una mano. Me convenzo de que puedo interpretar esto como una buena señal.
Como ahora todo va bien, me gustaría probar otra postura: el 69, conmigo debajo. ¿Se puede hacer? Masajeo la zona íntima de mi amiga con una buena cantidad de lubricante y coloco una nueva barrera bucal encima. Se ajusta bien, encaja, no se forma aire. Una sesión de manualidades para adultos. Ella se gira sobre mí con la lámina adherida. Tengo el área objetivo ante los ojos, pero cero orientación. Lamo a ciegas. Un avance desolador. La diversión no llega, la lámina no resiste el estiramiento necesario. Lección aprendida: ¡hay que parar cuando aún lo estamos pasando bien!
¿La barrera bucal es la solución para mi problema?
Como hago siempre después del sexo, llevo a cabo una evaluación final. El feedback es importante. Ambos estamos de acuerdo: las barreras bucales necesitan una fase de adaptación. Mi amiga lo resume así: «Percibo las sensaciones de forma atenuada, el contacto de la lengua es menos preciso y más bien superficial. Con los lametones más generales y fuertes, la diferencia con el sexo oral sin protección es menos perceptible. Tener que sujetar la lámina por arriba con una mano no fue un problema; puedo imaginarme que a la parte activa le molestaría tener que hacerlo. Como el sexo oral suele ser más un primer plato que un plato principal, está bien. Podría haber sido peor». Pero también mejor.
De la fábrica de Willy Wonka no, eso seguro. Originalmente, las barreras bucales —tal y como indica su nombre— se desarrollaron para proteger la boca y la lengua durante un tratamiento dental. Por lo tanto, las originales son algo más gruesas. Las láminas para el contacto sexual son muy finas, para garantizar la mayor sensibilidad posible.
¿La barrera bucal es la solución para mi problema? ¡Cómo me gustaría responder a esta pregunta con un simple «sí»! Esto es lo que ocurre: por una parte, usar estas láminas elimina mi sensibilidad en lo que respecta a la percepción de los olores y los sabores. Por otra parte, un problema pequeño sustituye a un problema grande. Se necesita práctica. Combinar el sexo oral con sostener y reajustar la lámina es un pequeño desafío. No obstante, acepto con gusto el ligero sabor a látex. ¿Se trata de una mejora para mí? Sí, definitivamente.
La húmeda conclusión: a pesar de las dificultades y las molestias mencionadas, ambos podemos imaginarnos establecer una rutina en la que utilizar una barrera bucal con nuestras parejas. Pero…
Consideración final: ¿cómo reaccionaría una mujer a una barrera bucal?
Me he hecho la siguiente pregunta: ¿cómo reaccionaría una mujer si en nuestra primera vez juntos saco del bolsillo una barrera bucal? ¿Ofendida? ¿Irritada? ¿Lo entendería como una acusación indirecta? Una pregunta que lleva al núcleo del problema: la falta de conocimiento. En el caso de los preservativos, hace ya tiempo que nadie discute su uso. La epidemia de SIDA en los años ochenta tuvo mucho que ver con esto.
Por supuesto, las barreras bucales hacen que la experiencia sea un poco más engorrosa y artificial. Como los condones. No son inmediatas, y precisamente este es su propósito: prevenir infecciones y contagios. No son un anticonceptivo como los preservativos, pero sí son medios preventivos. Y, no obstante, no están disponibles en ningún club swinger que yo conozca.
El sexo vaginal y el sexo oral me parecen más intensos sin protección. Esto es algo que recuerdo cada vez que vuelvo a practicar sexo sin condón. ¿Pero no es poco inteligente prescindir de una herramienta que puede prevenir una infección de VPH y VIH solo porque no te permite disfrutar de suficientes sensaciones? ¿Su uso, por lo menos en relaciones no monógamas, es realmente un gran sacrificio? Para que las barreras bucales lleguen a utilizarse ampliamente, es necesaria una sensibilización al riesgo. Este es bastante más pequeño en el sexo oral, en comparación con las relaciones sexuales vaginales y anales, pero existe.
P.S.: Desde esta prueba tengo nuevos «envoltorios de regalo» para mi dentadura, perfectos para atraer todas las miradas. Su nombre: O·Dams.
Las barreras bucales (y los condones) no ofrecen una protección completa contra el VPH. Las vacunas ofrecen una mayor seguridad.
¿Cómo reacciona ante las barreras bucales? Discutido en el foro.
¿Ya conoces JOYclub?
¡Ingresa en nuestra exclusiva comunidad y disfruta de tu deseo!
En JOYclub te espera una gran comunidad que te ayudarán con consejos fascinantes que cambiarán completamente tu vida sexual. NO importa si eres hombre, mujer, trans, soltero o pareja - ¡vive tus fantasías con JOYclub! ¡Te estamos esperando!
Entra gratuitamente en JOYclub