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¿Qué es el sexo positivo?

¿Una palabra de moda o una realidad vivida?

De repente, parece que todo debería ser sexualmente positivo: fiestas, personas, sentimientos. ¿Qué diablos se esconde tras este concepto? ¿Cuándo tiene sentido realmente hablar de positividad sexual? ¿Y por qué es importante este concepto? Una exploración.

Por Alex Todorov

¿Qué significa «sexo positivo»?

Ser sexualmente positivo es una actitud. ¿Cuáles son sus pilares?

Conciencia

Reflejas tu sexualidad y eres consciente de que una sexualidad plena tiene un efecto positivo sobre tu estilo de vida.

La diversión en la cama (o dondequiera que practiques sexo) o el intercambio sobre sexualidad es sinónimo de diversión en la vida. Además, no tienes miedo a cuestionar lo que crees saber sobre sexo o sexualidad, una y otra vez. Por tanto, una conciencia sexualmente positiva consiste en no dejar nunca de aprender (sobre sexo).

Atención plena

La atención plena consiste dejarse llevar, vivir en el momento, dejar que ocurra. Esta apertura sin prejuicios de la percepción permite liberarse de los patrones de pensamiento y evaluación, especialmente en un contexto sexual.

Apertura

Quieres ampliar tu comprensión de la belleza y la sensualidad, tienes una mente abierta ante otros tipos de cuerpos, prácticas o gustos sexuales no convencionales. No obstante, esto no significa que debas renunciar a toda costa a las preferencias que hasta ahora percibías como positivas. Se trata de una curiosidad ante nuevos horizontes sexuales, lo que en realidad significa abandonar tu zona de comodidad y entregarse al movimiento sexual.

Conocimiento

Parece obvio, pero no lo es: si una persona quiere experimentar sexualmente, debería contar con conocimientos sexuales básicos, desde sexo seguro hasta género, pasando por prácticas sexuales no convencionales. Además, debes conocerte a ti mismo y conocer tu cuerpo, así como tus límites reales. Cuanto más sepas sobre ti y sobre (tu) sexualidad, mayores serán las posibilidades de diversión.

Positividad

La sexualidad es buena: lo sabes y vives siguiendo este principio. Ser sexualmente positivo no solo se manifiesta en situaciones sexuales explícitas, sino que es una actitud básica ante las personas.

 

La base del sexo positivo: el consenso. Al igual que en todos los aspectos de la vida, debe aplicarse la siguiente máxima: todo debe realizarse con consenso. Si al menos dos personas hacen algo, siempre es estupendo que ambas quieran hacerlo, y que lo hagan en igualdad de condiciones.

Es importante saber que el movimiento sexual y la palabra de moda «positividad sexual» se remonta casi 100 años atrás, a pioneros como Wilhelm Reich y Theodoor Hendrik van der Velde. A lo largo de este siglo se produjeron diversas interacciones; el significado actual de la palabra agrupa aspectos clave de diferentes movimientos y corrientes: por ejemplo, del mundo del tantra, del feminismo y su visión del placer, del mundo queer y de las prácticas sexuales no convencionales.

La positividad sexual no es un concepto combativo. ¿O sí?

Una actitud sexualmente positiva no debe convertirse nunca en un dogma. La positividad sexual no juzga ni condena los estilos de vida convencionales. Y este es el eje central: la defensa de una sexualidad positiva basada en el consenso, sin atacar las variantes y los estilos de vida que van más allá de nuestros límites o son más restrictivos.

Algo que nunca debe ocurrir: entender la palabra como una actitud paternalista. Equiparar el sexo positivo con «tú debes». Una actitud sexualmente positiva en la vida no significa decir «sí» constantemente. Un «no» claro, un «eso no me gusta» también puede ser positivo, siempre y cuando se haya llegado a ese «no» a través de un proceso mental abierto.

La positividad sexual no consiste en practicar todos los tipos de sexo, si no en practicar el tipo de sexo que te gusta.

No se trata de descubrir por las buenas o por las malas tu práctica sexual no convencional favorita —la heterosexualidad y el sexo suave no son delitos—, sino más bien de explorar los propios límites siguiendo las propias reglas.

El movimiento sexual impulsa un pensamiento explícitamente liberal: quien no defiende otras inclinaciones, tal vez vea en algún momento cómo las suyas propias son atacadas. Defendiendo a otros, defiendes tu propia libertad. No defiendes solo aquello que consideras bueno, sino la libertad misma.

¿La positividad sexual como ataque?

El temor tan extendido de que la positividad sexual aspira a acabar con los sexos y a un igualitarismo universal no está justificado. No obstante, el movimiento de la positividad sexual sabe que una cultura heteronormativa margina, excluye o incluso criminaliza numerosas corrientes. La heteronormatividad significa binarismo, significa hombre, mujer, y ya está, significa estereotipos de género y corporales incuestionables.

La agenda del sexo positivo incluye romper con los patrones de pensamiento y las estructuras anquilosados. Nadie juzga si los usas o no; la positividad sexual no le quita nada a nadie. Sigue habiendo hombres y mujeres que viven siguiendo los modelos clásicos. La positividad sexual es un alegato a favor de desempeñar estos roles de forma consciente e individual, de ver más allá de los patrones de género y las preferencias tradicionales. Y de abrir un espacio para las personas no representadas por el binarismo.

Para mí, “positividad sexual” es un resumen de los conceptos “sensual”, “autoexperimentado”, “imparcial”, “consciente de su cuerpo” y “responsable en lo relativo al sexo o las interacciones eróticas".

¿Por qué el concepto de positividad sexual es importante?

«Simplemente lo soy, no necesito un concepto para ello» es algo que se escucha habitualmente al hablar sobre la positividad sexual. Una respuesta que, no obstante, nunca se da cuando se trata de un adjetivo como «hambriento». Otra valoración que se hace con frecuencia: palabra de moda vacía.

Tal vez resulte útil entender los conceptos como herramientas que indican un problema y, de esta forma, también allanan el camino para encontrar una solución. El problema puede ser el hambre. O la intolerancia. La ignorancia. La vergüenza. El malestar. Una falta de relación con el propio cuerpo. Un conflicto con la propia identidad sexual. Una sexualidad estancada. O un deseo en conflicto con la sensación de «No debes».

La positividad sexual responde con sencillez a este conflicto entre el interior y el exterior: no consideres tu sexualidad como un nicho vital, sino como un soporte fundamental de tu bienestar. Como un «Follo, luego existo». Ni siquiera tiene que tratarse de follar, hay numerosas variantes, que abarcan desde hablar y darse arrumacos hasta el fisting.

Esta es la razón por la que existe este concepto. Porque el lenguaje abre opciones y da forma a la acción.

La positividad sexual requiere valor y curiosidad

Valor para abandonar los caminos ya conocidos, a sabiendas del riesgo de adentrarse en algún camino que queramos abandonar rápidamente. Pensar y probar nuevas opciones, tanto prácticas y conceptos como formas de relación.

Finalmente, la positividad sexual se puede resumir en una obviedad: todo lo que permites que hierva dentro de ti, lo que alejas de ti, lo que no expresas, lo que, en última instancia, no vives, corroe a largo plazo tu calidad de vida. Tanto malestar está relacionado con nuestros deseos, nuestras ansias, todo lo que no se dice. La regla es: ¿te gusta, es consensuado, hay igualdad de condiciones y es legal? ¡Entonces haz realidad tus deseos!

 

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