Nunca antes estuve en contacto con el bondage ni con ningún otro tipo de sumisión erótico-sexual. Dos días en JOYclub y una cita fueron suficientes para sumergirme en un mundo donde las cuerdas son el lenguaje, y el placer al dolor, la recompensa. El relato de una experiencia de alto vuelo.
Por So_much_Joy
Mi primer encuentro con el "piloto"
Con una copa de "Moscow Mule" en la mano, miro tímidamente al hombre desconocido sentado al otro lado de la mesa. Pero ¿por qué habré aceptado esta cita?
Lo poco que sé de él es que es doce años más mayor que yo, morboso, fotógrafo y también rigger de Shibari o, si prefieres, un atador de cuerdas. Estamos los dos sentados uno enfrente del otro en el bar de una ciudad donde ni siquiera tengo mi propio piso.
La curiosidad me llevó a este bar, y tengo que reconocer que estaba completamente bloqueada al principio. El rigger parece detectar mi inseguridad, me mira y rápidamente me agarra el cuello desnudo con una mano. Siento su fuerte y cálida mano y le miro a los ojos con sorpresa. Me devuelve una mirada tan excitante que olvido totalmente mi inseguridad. Por fin empezamos a hablar.
En las horas siguientes aprendí mucho sobre cuerdas y qué intenciones esconden. Responde voluntariamente a todas mis preguntas. Cuanto más morbosos son nuestros temas, más sosegadas se vuelven las conversaciones en las mesas situadas a nuestro alrededor.
Shibari: guía de seguridad
Una parte importante de sus explicaciones giran alrededor del tema de la seguridad. Me explica lo fácil que es dañar los nervios con moratones y quemaduras y cómo pretende evitarlo. Me cuenta lo importante que es hablar de los pensamientos, las sensaciones, los deseos y las sensibilidades físicas tanto antes como durante y después de las sesiones. Destaca también que para un Shibari es esencial compartir.
Su humor, competencia, sinceridad y por último, pero no menos importante, su mano en mi cuello, me seducen y me hechizan. Noto que, de alguna manera, este encuentro estimula algo más que mi curiosidad. Cuando la mujer sentada en la mesa de al lado se acercó tanto que casi pudo beber de mi copa, decidimos continuar la conversación en su casa. Suficientemente cachondos, nos morreamos nada más llegar al pasillo… hemos tenido suficientes conversaciones para hoy.
Horas más tarde, vuelvo a mi piso compartido.
¿Qué es un Rope bunny? La persona que se deja atar.
¿Qué es un Rigger? La persona que se encarga de realizar las ataduras con cuerdas.
Mi primer azote
Al despertarme pienso en cuerdas y en las marcas que dejarán sobre mi piel y en mi alma. Mientras que mi sed de conocimiento se está disipando en mi cabeza, mi cuerpo me empuja a realizar esta experiencia cautivadora. Lo tengo muy claro: quiero entregarme a este hombre y conocer sus cuerdas.
Al día siguiente, estoy lista para el viaje a un mundo totalmente nuevo para mí. Nuestro primer juego comienza con un azote de más de 150 segundos, aumentando la intensidad cada 30 segundos. Quiere empezar atándome con un cinturón, pero me niego educadamente porque, aunque me siento lista, prefiero quedarme quieta y sentir primero sus manos. En este momento, no tengo ni idea de cuánto me entregaré de aquí hasta el final del día.
El primer contacto con la cuerda
Ya es la hora. Con el corazón acelerado, estoy desnuda frente a él encima de una estera de bambú y miro sus ojos azules. Él, en cambio, está ante mí completamente vestido y sus ojos exploran todo mi cuerpo como si estuviera buscando algo. Pero, ¿buscando qué? Se pone detrás de mí, me agarra, me huele... y así nos quedamos. Entre mis piernas se produce un ligero hormigueo.
Coge una cuerda enrollada, me mira a los ojos con una mirada firme y me ordena que me arrodille. Mientras le devuelvo la mirada, se oye un chasquido de látigo provocado por la cuerda al desenrollarse. Una sonrisa burlona se dibuja en las comisuras de su boca cuando me ve asustada.
Junta mis manos detrás de la espalda y después sube una de ellas hasta el codo del otro brazo. Hábilmente me ata las muñecas y las conecta a la parte trasera de un hermoso arnés de pecho. Las cuerdas están bien apretadas, y lo noto. Sujetan mis pechos mejor que cualquier sostén. Me mira atentamente y está completamente concentrado. Después de haber comprobado la circulación de la sangre en mis manos, decide ir un paso más allá.
El rigger lanza otra cuerda por encima de la caña de bambú situada sobre mí, un extremo está atado a la parte superior de mi espalda, el otro lo tiene agarrado con su mano. Tensa las cuerdas alrededor de mi cuerpo y sigue atando una pierna mientras tengo una rodilla todavía en el suelo. Poco después estira las cuerdas y todo mi cuerpo se coloca en position horizontal por primera vez. Ahora estoy completamente centrada en mí misma. Todos los pensamientos secundarios desaparecen y siento hasta la más mínima parte de mi cuerpo.
Mi primer vuelo con el Shibari
Mis ojos brillan y finalmente me ata las piernas. No hay ninguna parte de mi piel tocando el suelo, es como si dos piezas de dos rompecabezas diferentes se juntasen dentro de mí. Ahora estoy colgada a las cuerdas y sólo existo dentro de esta forma, solo vivo para este momento.
Si el rigger se fuera del piso ahora mismo, estaría perdida, totalmente perdida. Abro los ojos con inquietud y lo veo tumbado debajo de mí, indagando mi cuerpo con su mirada atenta e hipnótica. Sólo unos pocos centímetros nos separan y aún así está fuera de mi alcance. Me tranquilizo y me rindo ante esta situación agridulce, mi respiración es profunda y uniforme. Mi dolor, mi cuerpo desnudo, mis reacciones le pertenecen; sufro, existo y reacciono por él.
Bajo la mirada atenta del rigger, me retuerzo e intento averiguar el margen de movimiento que me queda. Sus cuerdas me rodean completamente, las siento claramente como extensiones de sus fuertes brazos y manos. Nuestras miradas se cruzan, las chispas vuelan y finalmente me doy cuenta de lo que está buscando: diamantes, como todo el mundo. Sólo que sus más preciadas piezas de joyería son reacciones. ¿Dónde las guardará?
Aterrizó en otro mundo: jet lag
Cuando finalmente me libera, me siento agotada. Mis pensamientos vuelven y rozan la locura. Me sorprende lo mucho que disfruté estando a merced de ese hombre. ¿Cómo puedo sentirme tan fuerte y valiente estando tan expuesta? Empiezo a sospechar que mi visión del mundo está empezando a tambalearse.
El rigger reconoce esta sonrisa de impotencia que sale de mi boca y entiende la situación: "Relájate, tu coño no miente...". Y de hecho me mojé tanto durante la sesión que mi humedad se deslizaba por las piernas sin que él me tocara el coño. Es increíble como mi cuerpo expresa claramente lo que estaba en mi mente. Una voz en mi cabeza pedía más experiencias con cuerdas, otra voz estaba infinitamente agradecida de haber encontrado respuestas a preguntas previamente desconocidas.
… y una tercera voz me decía:
¡Ojalá hubiera sabido antes que con el BDSM se podía volar! ¿Para cuándo el próximo vuelo?
¿Alguna vez te han atado con cuerdas? Si aún no lo has experimentado, ¿te gustaría participar en una sesión de shibari? Comparte tus pensamientos en el foro.
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