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¡Adiós a la monogamia!

Un sueño morboso y un relato de experiencias

Actualmente divorciada, pero durante décadas había encauzado mi matrimonio hacia una relación totalmente monógama. Una verdadera tumba para mis fantasías sexuales. Hasta que un día, en una primera cita, un hombre me hizo descubrir horizontes insospechados.

 

Por Polydora

Un hombre que me entiende

"Tú, no estás aún satisfecha". En efecto, mi vagina dulcemente follada vuelve a dilatarse y la humedad rebrota entre mis piernas. El músculo cardíaco, que acaba de descansar, se acelera de nuevo. Miro a los ojos al hombre desnudo con el cual acabo de follar.

Qué declaración tan acertada, –pensé. ¿Este desconocido me entiende? Mis músculos se tensan por el deseo. Es verdad, todavía no he tenido suficiente. Pero, ¿qué le contesto ahora? ¿Un sí rotundo? ¿Puede que la respuesta le ofenda, le decepcione o le provoque inseguridad? Quiero responder desinteresadamente que todo estuvo bien, pero él se me adelanta y me dice: "Vístete. Vamos a salir".

¿Vestirme? ¿Salir? ¿Ahora? El estímulo que mi cuerpo empezaba a revivir se desplomó. No, no quiero salir. Quiero otro orgasmo. Incluso dos o tres más. Solo me estaba calentando. Esperaba que ese hombre lo hubiese entendido y no estuviese tan indispuesto para seguir “sirviéndome” después de su propio clímax. Me equivoqué y me decepcioné, y mucho. Pero enseguida rectificó:

Creo que no soy suficiente para ti.

Y mis labios vuelven a humedecerse tanto que una gota corre por la parte interior de mi pierna. Lo miro con intensidad y le pregunto: Pero, ¿qué esta diciendo? ¿Otro hombre? Siento que una de mis fantasías más secretas se hará realidad: un hombre quiere llevarme a ver a su amigo; cuántas veces me lo he imaginado mientras me masturbaba. Saltar de un hombre a otro. Este desconocido, con quien espontáneamente acordé una cita a través de JOYclub, ¿cómo consiguió descubrir mi deseo? No habíamos hablado de nada parecido.

Nada de hablar y siempre dispuesta

Expresar fantasías y preferencias nunca fue lo mío. Estaba acostumbrada a adaptarme a los deseos de mi compañero. He aprendido que su bienestar era también el mío. Así que escuché, y cuando su voz tenía una resonancia agradable, me deslizaba sobre el ritmo de su timbre y me ponía a disposición.

¡Vamos… Sin rodeos! ¿Lánzate! Ese era mi pensamiento y mi actitud. ¿Negociar mis propios deseos primero? Tarea imposible para mi. No sabía lo que quería ni cómo lo quería. ¿Qué estaba buscando? ¿Qué tenía que decir y cómo? Pero, ¿por qué un hombre no puede adelantarse a mis deseos y hacerlos realidad? ¡Ay ese miedo! Pensar y hablar me mata. Pero… ¡Qué más da! A mi edad, con más de 50 años, ya no soy una adolescente, ¿no?

¿Solo confiar?

¡Pues bien! Me visto. Medias, liguero y encima un vestido cualquiera. Habíamos concertado una cita en la estación de tren, yo venía directamente de un viaje de negocios y tenía un aspecto decente. Subimos en su coche sin mediar palabra. Estoy tan emocionada que no sé hasta qué punto es bueno que pierda el control de la situación pero todo lo que hace está hecho con serenidad y compostura. Por eso confío.

Actualmente divorciada, pero durante décadas había encauzado mi matrimonio hacia una relación totalmente monógama.

Es mi primera semana en JOYclub. Mi amigo me estuvo insistiendo durante casi un año: “–¡Regístrate! Seguro que es algo para ti”. Tenía miedo de mi insaciabilidad y de su reacción al verla. Ahora ya divorciada, pero durante décadas mi matrimonio estaba encauzado hacia una sexualidad completamente monógama, es eso lo que se esperaba moralmente de mí. Ahora me sentía como si estuviera en una chocolatería tragando todo sin inhibiciones. Y mi amigo disfrutó de mi excitación y bullicio.

Los siete días de la semana. Al tener exceso de oferta, todas las noches elegía a un hombre con una preferencia diferente. Lunes, masaje tántrico. Martes, solo para que me laman. Mirarme cómo me masturbo el miércoles. El jueves, cruzar una puerta de un local e instalarme sobre la mesa dispuesta a follar, lo hago y me voy. Viernes ... ¡vale! ¡vale! ¡vale!

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La primera polla en el bar

El desconocido aparca frente a una discreta puerta situada en la fachada de una casa moderna. Entrada de servicio es el término que me viene en mente cuando nos dirigimos juntos hacia la puerta.. ¿Soy la entrega? "Este es un bar donde puedes hacer lo que quieras" –me dijo. Suena la puerta, se abre y el olor que penetra en mi nariz es mejor que cualquier perfume. Olor a hombres, sudor, semen húmedo.

En solo dos pasos llegamos a la barra del bar y pide algo de beber. Detrás de la barra un cuerpo silencioso aplaudiendo con botellas de whisky y delante quizás cinco hombres con las manos dobladas delante de sus copas. Creo que se están agarrando las pollas con sus manos y se dan cuenta de lo mucho que me excita el pensar que se masturban. Mi compañero se baja la cremallera de sus pantalones y me ofrece su polla mientras los demás miran.

¿Cómo no saber algo que el cuerpo sabe?

Hasta entonces no sabía nada sobre gangbangs, ni siquiera conocía el término, y ahora sé exactamente cómo pretendo desnudar mi alma sexual en este bar.

Un sofá para mi ...

Me quita el vestido y me dice de ir detrás a dar una ojeada a mi alrededor. “¿Quieres que vaya contigo?". Le contesté que no y voy orgullosamente desnuda como si llevara una corona. Los hombres me siguen. Encuentro una pequeña cama redonda que me gusta en medio de una habitación. De esta forma muchos hombres podrán rodearme. Les pido a mis seguidores que se esperen. Vuelvo hacia mi acompañante y le digo:

Por favor, ven y cuídame.

El resto, ya está escrito. Me estiro en la cama redonda y me abro a todos los que vienen y quieren venir. Hay muchos. Yo les sirvo a todos. Las pollas sobre mi cabeza huelen bien. Muy bien. Son cálidas y húmedas y nunca tengo suficiente.

... y mi lengua

"¿No debería haber sido yo quien te acompañe en este descubrimiento?". La delicada vulnerabilidad de la pregunta de mi amigo aún me conmueve. Y llegué a la conclusión de que sí que necesitaba a este desconocido compañero para soportar la voracidad de mi lujuria pionera.

Necesitaba el anonimato encontrado en JOYclub como escenario para dar rienda suelta a mi nueva forma de placer. Necesitaba la experiencia independiente de los dos para finalmente poder hablar de lo que quiero y de lo que no quiero… hazme esto o lo otro, dame más, qué placer, pero quiero más…

Me dejo follar sin problemas. Una y otra vez. Y puedo sentir cómo se turnan. Sé que mi compañero está atento a todo. Reparte los condones y les dicen qué es lo que tienen que hacer. Está permitido lamer.

Al final, mis pensamientos desaparecen y me dejo llevar.

Mi placer sólo se cuida a sí mismo. Lo que fluye sobre mí, también sale de mí y en algún momento me deslizo exhausta en el suelo dentro de un mar de lujuria que he dejado detrás de mí. Creo que tardaré en ducharme para continuar saboreando.

 

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