En mis años como mujer poliamorosa, he tenido que explicar hasta la saciedad por qué he decidido vivir mis afectos de manera alternativa. Me han cuestionado y argumentado con toda la artillería pesada para intentar "enderezarme", pues es claro para muchos que estoy muy perdida y necesito ayuda para volver a pensar con claridad.
Por Lola-Hada
HadadelSur
Hada Mantium
Y tú, ¿Por qué eres monógamo?
Yo también podría soltar una buena perorata para justificarme, pero he descubierto que lo más útil es elegir un lugar tranquilo que se preste a la conversación trascendental y, simplemente, preguntar: "Y tú, ¿Por qué eres monógamo?"
Lo primero que suele ocurrir es una mirada muy singular. La persona preguntada da un ligero respingo. Se produce un silencio en el que rumia en voz alta la pregunta varias veces. Sientes cómo busca algo bueno para decir, algo que convenza y zanje. Ves en su rostro una ligera mueca a modo de estar haciendo una gimnasia mental de alto nivel. Y entonces se produce la respuesta. No espero nunca nada original porque siempre es la misma: "Pues es que a mí me han educado así". A continuación, vienen las justificaciones en un tono generalmente lastimero: "es que no conozco otra cosa", "la sociedad y la familia nos lo ha inculcado", "es el modo correcto de hacer las cosas desde hace miles de años" ...
De todo esto llegamos a una conclusión evidente: si examinamos las respuestas que me dan, todas las personas que practican la monogamia están viviendo en una idea y en un sistema que es heredado. Dicho de otro modo, no han elegido de manera consciente vivir en monogamia, lo hacen porque reproducen aquello que en su educación les han dicho que es correcto y deseable.
Esto no quiere decir que estén haciendo algo malo y muchas de estas personas se han emparejado viviendo un amor muy hermoso y real. A todos ellos mi enhorabuena. Pero extrapolemos esto a otros ámbitos de la vida. También nos han dicho que lo deseable es estudiar una carrera porque así seremos exitosos profesionalmente. O que una persona que tiene un físico normativo es más sana, deseable y exitosa. ¿Todo esto es verdad siempre?
En nuestra educación nos han dado unas pautas de lo correcto y lo incorrecto que proceden de tiempos inmemoriales, de tal modo que nadie se cuestiona la verdad que hay (o deja de haber) en ellas, simplemente las reproducimos de manera automática. Y, mucho más grave, tampoco nos ponemos a pensar en a quién benefician. Hoy no voy a abrir ese melón político, pero sí me gustaría reflexionar sobre quiénes salen perjudicados.
La imposición de la monogamia y la media naranja
La monogamia se empieza a gestar desde que somos solteros y muy jóvenes. Se nos vende la idea de que un día llegará a nuestras vidas una persona que nos dará toda aquella felicidad que no podemos conseguir por nosotros mismos, y se suele simbolizar con "la media naranja". Una vez que somos conscientes de esto, configuramos una imagen ideal de todo aquello que debe tener nuestra pareja sí o sí para hacernos felices.
A su vez nuestro compañero tiene otras ideas distintas o puede que las de ambos vayan cambiando de manera natural por el devenir de la vida y la madurez, puesto que nuestros intereses varían. Y, con un contrato matrimonial en mano, nos vemos legitimados a exigir que nos hagan felices. Esta situación se suele resolver de dos maneras: o me paso el resto de mi vida aguantando una relación que caducó hace años, o me divorcio.
En la generación de nuestros padres se resolvía de la primera manera. Esto provocó la asunción de auténticos mártires que renuncian a su felicidad por salvaguardar los valores heredados de los que hablamos, en favor de la preservación de la familia o simplemente porque son personas que viven convencidas de que eso es lo que hay que hacer si eres una persona buena e íntegra.
Por qué yo elijo el poliamor
Gracias a todos por intentar convencerme de que haga con mi vida algo así, pero debo rehusar.
Ahora soy yo quien quiere plantearos la reflexión contraria. Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación entre todos. Pensad en todas aquellas cosas que os harían felices a diario. De todas esas cosas que habéis pensado, ¿todas necesitan la intervención ineludible de vuestra pareja?
Está claro que puedo irme al cine sola a ver esa película que él nunca vería. Puedo hacer mis ejercicios sola y no tiene que gustarle la misma comida o el libro que me encanta. Tampoco me hace especialmente feliz que venga de compras y me haga de perchero humano o se parezca al galán de a saber qué cuento.
¿Cómo sería la vida si eliminamos la idea de que nuestra pareja debería ser como queremos? ¿Cómo sería liberarnos de la idea de que todo aquello que queremos tiene que pasar por el filtro y la aprobación de nuestra pareja?¿Sería más feliz si pudiera hacer lo que es importante para mí y mi pareja, simplemente, me lo permitiera con generosidad, confianza y amor?
El verdadero amor es el que nos tenemos que dar a nosotros mismos para ser personas plenas, nadie mejor que tú sabe qué necesitas en cada momento. Permítete ser tú mismo, deja de pensar en lo que la sociedad quiere que hagas y sé feliz. Y cuando lo hayas conseguido te darás cuenta de que no dependes de ninguna media naranja porque eres una fruta completa.
Cuando tengas a tu lado a alguien que te ame, y ese alguien haga por ti algo para tu felicidad, vívelo como un acto de verdadera generosidad y amor, no como la obligación de hacerte feliz porque es tu pareja. Y desde este planteamiento seamos responsables emocionalmente, pero no esclavos de un modelo que no hemos elegido. Así, desde este plano consciente, yo elijo que quiero una relación en libertad y construyo con mis relaciones los acuerdos en consenso para ser felices según nuestras propias leyes, según nuestra esencia única.
Y tú: ¿Qué tipo de relación eliges tener? ¡Cuéntamelo en el foro!
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