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¡Hombre, deconstrúyete!

De la masculinidad subversiva y la seducción ética

Raúl es un hombre en deconstrucción que, en su proceso, creó la cuenta de Instagram @masculinidadsubversiva. Su contenido nos ha parecido excelente para la Revista de JOYclub, así que hemos decidido entrevistarle y así conocer su perspectiva de la masculinidad, la seducción, la monogamia y el sexo.

Entrevista a Masc_Subversiva por Cecilia Bizzotto con ilustraciones de Álvaro Castro

¿Te animas a deconstruirte?

— Cecilia Bizzotto: ¿Qué es, para ti, la masculinidad subversiva?

Hay muchas maneras de llamar a todas esas masculinidades que, de un modo u otro, no cumplen con la norma establecida: masculinidades disidentes, contrahegemónicas, igualitarias, subversivas…

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Para mí la masculinidad subversiva es una alteración del orden social y político, y más en concreto, de las creencias hegemónicas desde las que los hombres somos socializados.

Además, cuando hablamos de masculinidad es importante hacerlo en plural, porque sino estaríamos dando por hecho que hay un único modelo posible a reproducir que dejaría fuera a todas aquellas personas que no se identifican con los valores propios de la masculinidad hegemónica.

La masculinidad hegemónica es un ideal inalcanzable e imposible de conseguir, que provoca que el hombre nunca llegue a ser lo suficientemente masculino y por lo tanto tenga que estar constantemente demostrando esa hombría, para que no quede en entredicho su identidad.

— Cecilia Bizzotto: ¿Qué es la seducción ética? ¿Cómo debería ser la seducción del siglo XXI?

Aunque afortunadamente no dispongo de verdades absolutas, mi opinión es que seducir en el siglo XXI debería parecerse más a la búsqueda de un bienestar bidireccional desde el consenso, que a la insistencia con el fin de saltar los obstáculos en forma de “noes” que pueden poner las mujeres.

La seducción del presente debería tener varios ingredientes esenciales, como es la empatía, la comunicación, la honestidad, la complicidad y la búsqueda activa del deseo de todas las personas implicadas.

Tenemos que empezar a ver a las mujeres como sujetos y no como objetos de deseo, y darles el espacio necesario para que también sean ellas las que inician la seducción o el contacto inicial. Si siempre somos los hombres los que tomamos este rol activo a la hora de conocer a una mujer, estamos perpetuando las lógicas de género, donde las mujeres esperan y los hombres llevamos a cabo la acción. Además, la seducción en ningún caso debería provocar malestar, porque si no estaríamos básicamente acosando.

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—"Cecilia Bizzotto: En ocasiones, algunos hombres tienen conductas que resultan molestas a la Comunidad de JOYclub, como es la insistencia en los mensajes o incluso el tomarse mal el rechazo, el envío de fotopollas no solicitadas, el ligoteo estilo “pesca de arrastre”… ¿Qué recomendarías a los hombres que tienen estos comportamientos?"

Considero que, primero, debemos escuchar más a las mujeres. Si una o varias mujeres se quejan por conductas que, lejos de ser aisladas, se repiten con frecuencia, está claro que hay cosas que no estamos haciendo bien. Los hombres venimos de una socialización que nos ha permitido seducir y ligar como hemos querido y sin ser señalados. Pero, gracias al feminismo, se ha conseguido poner en el foco muchas de las violencias sufridas por las mujeres y que han estado en el plano de lo invisible y lo innombrable.

Por otra parte, necesitamos ser más honestos y romper con esa idea de que el sexo valida nuestra identidad masculina. Seguimos midiendo nuestra sexualidad en términos cuantitativos y no cualitativos. Creemos que follar más nos va a dar un mayor estatus y reconocimiento social.

Por eso, nos presentamos a los encuentros sexuales bajo el mandato de ser los perfectos amantes. Queremos ser el empotrador, el que da la talla y está a la altura, sexualmente hablando. Y creo que se nos olvida lo más importante, que es que tenemos enfrente a una persona con la que nos vamos a relacionar. Tenemos que centrarnos más en los cuidados y en la creación de un clima cálido, no tanto en la virilidad. No sé en qué momento se nos ocurrió que la erótica y la seducción consistían en mandar fotopollas, ser insistentes hasta acosar o mostrarnos violentos ante un rechazo.

Hace falta un cambio de paradigma que deje de lado la idea de conquistar. Conquistar suena más a poseer o arrebatar que a compartir, y en los afectos y el sexo, se comparte desde el consenso, la libertad y el deseo.

Además, la sexualidad es mucho más que la penetración y la focalización sobre los genitales. Follar también es crear un espacio seguro de intimidad y complicidad, acariciarse, besarse, reírse, jugar y, cómo no, compartir vulnerabilidades. Sería interesante que ampliáramos el espectro que tenemos sobre la sexualidad y empezáramos a disfrutar del sexo sin imposiciones ni roles asociados al género.

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— Cecilia Bizzotto: ¿Qué relación crees que tiene la imposición de la monogamia, es decir, la “mononorma”, con la masculinidad hegemónica?

Más que centrarme en la relación entre la monogamia y la masculinidad hegemónica, me detendría en la conexión entre monogamias no éticas y la figura del hombre.

La pareja o la familia normativas han hecho más daño a la mujer que al hombre. Históricamente, el hombre ha tenido mucha más facilidad para poder llevar a cabo infidelidades y eso lo vemos en que el consumo de prostitución se ha considerado algo “natural”. Para más inri, se ha vinculado al hombre con esa idea de animal sexual irrefrenable que tenía que cubrir de algún modo sus necesidades, ya fuera dentro o fuera del hogar.

Por otra parte, en una sociedad donde los mitos del amor romántico han sido impregnados en los individuos desde la infancia, romper con esa idea de la media naranja no se veía como una opción. Por lo que se optaba por ocultar las infidelidades para que el núcleo familiar no se viera deteriorado.

Sin embargo, al ser infieles en la monogamia no solo estamos rompiendo unos acuerdos de exclusividad, sino que estamos impidiendo que la otra persona decida si quiere estar con nosotros o no. La infantilizamos y preferimos ocultarlo, no sólo para “no hacerle daño”, sino para evitar que pueda tomar una decisión. Lo que no se nombra, no existe.

Hay que destacar que la monogamia es una opción más e igual de válida que cualquiera dentro de la diversidad relacional que existe, pero creo que lamentablemente estamos muy lejos de practicar una monogamia ética y consensuada.
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— Cecilia Bizzotto: En uno de tus posts dices que “Tendemos a pensar que el sexo sin afecto nos libera de compromiso y responsabilidad a la intimidad.” ¿Qué recomendaciones harías a las personas liberales o swingers para que no consideren “el sexo como el consumo indiscriminado de cuerpos”?

Es importante entender el sexo como una manera de comunicarse entre dos personas o más. Así que, si nos enfrentamos a una relación sexual desde una visión individualista, es muy probable que caigamos en el consumo de cuerpos. No nos acostamos con un cuerpo fragmentado, sino con una persona con sus vivencias anteriores, sus miedos, sus expectativas emocionales.

Ir a follar no solo es descargar, sino también es cuidar en la medida de lo posible y ser responsables. Siempre digo que el compromiso no es aquello que está relacionado con una temporalidad duradera.

El compromiso para mí es la honestidad, los cuidados y la responsabilidad. Es decir, me comprometo, aunque sea para un encuentro esporádico, a crear un espacio seguro para las personas que estemos implicadas.

Para acabar creo que el problema del consumo de cuerpo está muy asociado a la pornografía mainstream y cómo esta nos muestra como ideal un encuentro puramente genitalizado y muy centrado en el pene y el coito. Si aprendemos sexualidad viendo porno, estamos perdiéndonos todo aquello que también es sexualidad y que en el porno no se muestra, como es la complicidad, los cuidados, la escucha, el consentimiento, el deseo mutuo, las risas, o simplemente el explorar la piel sin más pretensiones que conectar el placer desde otro lugar.

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— Cecilia Bizzotto: ¿Qué opinas de la cosificación femenina en redes sociales como la nuestra? Por ejemplo, muchos miembros de JOYclub se quejan de que, en los perfiles de pareja, siempre encontramos más fotos “de ella” que “de él”.

La cosificación de la mujer forma parte de nuestro día a día. En la calle, en el cine, las series, la televisión, la música, el mundo laboral, la publicidad y como no iba a ser menos, en las redes sociales también.

La identidad de la mujer se construye entorno a la validación a través de su cuerpo, el agrado y la complacencia. Vivimos en una sociedad en la que el cuerpo de la mujer está objetualizado y se usa como reclamo. No solo se ve a la mujer como un objeto, sino que su propia existencia está de por sí hipersexualizada.

Por eso, el reclamo siempre va a ser mucho mayor a través de una mujer, cuya objetualización ha marcado la manera en la que se ha construido como persona. Del hombre, en cambio, se han valorado otras cosas, que poco tenían que ver con su corporalidad como es el éxito laboral, el reconocimiento y aceptación de su valía masculina en la esfera publica y social.

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— Cecilia Bizzotto: Por último, ¿Qué lecturas recomendarías a hombres que están en deconstrucción?

Siempre recomiendo leer mucho sobre feminismo. Leer autoras y escuchar lo que las mujeres nos tienen que contar. Empatizar con sus malestares y no invalidarlos. Así que aquí va mi lista de libros favoritos en este momento:

Otros libros que pueden ser de interés son, por ejemplo, el de Octavio Salazar: "Wetoo: Brújula para jóvenes feministas. Es el libro que he recomendado a mis conocidos con hijos e hijas adolescentes. Después, sobre feminismo y sexualidad, también puede ser interesante para todas y todos el de Ana Requena: "Feminismo vibrante: Si No Hay Placer No Es Nuestra Revolución" . Por último, dos libros de cabecera que toda persona liberal debería tener en su mesilla de noche: “Ética promiscua” de Dossie Easton y Janet Hardy y “Pensamiento monógamo, terror poliamoroso” de Brigitte Vasallo.

 

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Damos las gracias encarecidamente a Raúl, por cedernos esta entrevista, y a Álvaro Castro, ilustrador y diseñador gráfico, por cedernos las imágenes del artículo.

 

¿Y tú, qué opinas de la masculinidad subversiva? ¿Has empezado a deconstruirte? Cuéntanoslo en el Foro.

 

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