Un estudio demostró que más del 90% de las personas han fantaseado alguna vez con prácticas BDSM. El bondage, la disciplina, el role-play, los azotes, la asfixia y hasta los escupitajos son prácticas cada vez más comunes en la imaginación erótica de la gente. Sin embargo, muchas veces reproducimos lo que hemos visto en el porno sin conocimiento de los riesgos que implican estas prácticas, sin el consenso y el consentimiento adecuados. Este artículo está dirigido a todas las personas vainilla o novatas que quieren jugar con dolor, humillación, Dominación-sumisión… y no saben cómo empezar. ¡Lee y dale duro!
Por Cecilia Bizzotto, con las ilustraciones de Alexandra
Cecilia Bizzotto es socióloga, portavoz y creadora de contenido para JOYclub. Divulga sobre sexo y placer desde un enfoque feminista, fomentando una visión desestigmatizada de las fantasías y las sexualidades alternativas.
Alexandra es artista especializada en ilustración erótica. Le gusta dibujar sobre kinks y fetichismo.
Antes de empezar, sacúdete el “kink-shaming”
Vayas a practicar BDSM o simplemente tengas curiosidad por la materia, tienes que quitarte una idea de encima:
Recién ahora se empiezan a estudiar las fantasías sexuales desde una perspectiva desestigmatizada y cada vez más se descubre que los deseos que parecían raros o poco frecuentes, habitan en las cabezas de la mayoría. Así que deshaucia a la policía de la moral que habita en tu cabeza y permítete disfrutar de tus fantasías.
VIDEO: Cecilia recomienda estos juegos BDSM para vainillas
Concretamente en el BDSM, se ha visto que para más de ¼, el BDSM era la mayor de sus fantasías y sólo un 4% de las mujeres y un 7% de los hombres NUNCA han fantaseado con las prácticas que incluyen estas siglas (Lehmiller, 2019).
Además, si quieres meterte en el BDSM debes ser tolerante con las fantasías o prácticas de las demás personas. ¿A ti no te mola que te meen encima y te parece de locos que alguien se ponga cachondo con el pis? Vale, pues cuestiónate: ¿Por qué sí te pone la saliva, la lubricación, el semen o cualquier otro fluido? ¿A ti no te ponen los pies pero eres un apasionado de los culos y crees que las personas fetichistas de pies están desviadas? Pues pregúntate: ¿Por qué lo tuyo es “normal” y lo de los demás es raro? Antes de juzgar, revísate.
No todo el mundo quiere un azote
Como habrás visto, no a todo el mundo le gustan las mismas prácticas. En algunos sentidos el porno nos ha malinfluenciado a todas y todos y hemos asumido que ciertas prácticas “extremas” ponen a todo el mundo y pueden hacerse en cualquier momento, con cualquier persona y en cualquier lugar.
No deberíamos dar por hecho que a todo el mundo le gusta y le apetece siempre el coito. De la misma manera, no todo el mundo quiere ser abofeteado, azotado o escupido.
¿Cómo consentir en el BDSM?
Si quieres realizar CUALQUIER PRÁCTICA debes consensuarla con la otra parte. Si te estás besando con alguien, no tiene por qué querer que le toques las tetas. Si os estáis tocando las tetas, no tiene por qué querer que le metas los dedos. Si le metes los dedos, no tiene por qué querer que le metas la polla. Si le metes la polla, no tiene por qué querer que le azotes el culo…. Puedo seguir pero: ¿Queda claro, no?
Si hablamos de prácticas donde el dolor o la humillación están de por medio, el consentimiento es quizá todavía más central.
Además, debes tener claro que consentir no es un acto único, sino un proceso continuo. Durante y después de las sesiones, es importante revisar y discutir lo que ocurrió, cómo se sintió cada uno, y hacer ajustes según sea necesario para futuras interacciones.
La sesión se pacta ANTES (no durante ni después)
Para tener un encuentro BDSM, es necesario pactar lo que sí está permitido y lo que no antes de la sesión. ¿Por qué esta norma tan estricta?
Por un lado, porque dependiendo de las prácticas que estemos realizando es físicamente imposible marcar ciertos límites. Por ejemplo, si estás amordazada difícilmente vas a poder comunicar qué prácticas quieres experimentar en ese momento.
Además, durante las sesiones de BDSM fácilmente el sometimiento puede llevar a la persona sumisa a un estado alterado de conciencia (llamado “subspace”) donde podemos estar particularmente vulnerables y tolerar prácticas o situaciones de las que después nos podemos arrepentir. Por ello, si durante la sesión nos apetece realizar alguna práctica que no hemos negociado, lo mejor será guardarnos ese deseo para una futura ocasión y pactarlo para el futuro.
Además, si NO nos apetece algo que sí se ha negociado o si simplemente queremos parar el encuentro, debemos comunicarlo y la otra parte debe respetar la decisión sin cuestionarla.
¿Cómo se pactan y negocian las prácticas que vamos a realizar?
Seguramente, si nunca has practicado BDSM no tengas ni idea de qué mundo de posibilidades entraña este acrónimo. Más adelante te voy a dejar ideas de prácticas accesibles y sencillas que nos van a facilitar los juegos de Dominación-sumisión. Pero una recomendación clave para ir empezando es rellenar una check-list de prácticas junto a tu compañera/o de juegos. Hay un montón de “check-lists”en internet, yo aquí te dejo un ejemplo.
Esto es lo que se denominan “hard y soft limits” (límites duros y suaves), que debemos tener clarísimos antes de una sesión. Los “soft límits” o lo que pongamos en amarillo en nuestra check-list es aquello que podemos negociar junto a nuestro compañero de juegos mientras que los “hard-limits” (en rojo en nuestra check-list) no tienen negociación posible. Si a mi pareja no le gusta el dolor y no tiene ningún deseo en explorar el masoquismo, no tiene ningún sentido negociar prácticas relacionadas con ello.
La palabra de seguridad
Si has leído algo sobre BDSM o has visto la peli de “50 Sombras de Grey” (alerta, no es muy buen ejemplo de BDSM) seguramente hayas oído este concepto.
Esta herramienta es necesaria en esas ocasiones donde, por ejemplo, estamos realizando un juego de roles en el que, de manera consentida, jugamos a “forzarnos”. En un role-play así, la palabra “no” o “para” forma parte de la interpretación y el juego, por lo que no sería válido para frenar la actividad. También podemos establecer gestos de seguridad en caso de que estemos amordazadas o no podamos hablar.
Sin embargo, aunque es necesario acordarlo y tener el recurso (sobre todo al principio), la mayoría de personas que realizan BDSM no suelen recurrir a este tipo de palabras salvo en situaciones muy excepcionales. De hecho, yo me he encontrado a bedesemeras muy experimentadas que confesaban que nunca habían llegado a utilizar la herramienta. Esto es porque la persona Dominante debe estar atenta a las expresiones, gemidos, movimientos faciales y corporales y a todas las reacciones de la parte sumisa para estar alerta de cualquier incomodidad que ésta pueda sentir. Asimismo, la sumisa deberá saber comunicar con asertividad cualquier mínima incomodidad o pensamiento que le perturbe antes de llegar a su límite.
¿Has realizado prácticas BDSM? ¿Tienes una sexualidad kinky? ¿Qué recomendarías a las personas que quieren adentrarse en este tipo de juegos? ¡Te leemos en el foro!
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