La imagen que los medios, el cine y la pornografía han hecho que tengamos del BDSM, está distorsionada y mediada por la cultura patriarcal. El BDSM no es lo que nos han venido, la sumisión puede y debe ser feminista, independientemente de tu identidad u orientación. En este artículo desmonto alguna de las ideas erróneas de películas como “50 Sombras de Grey” o “365 días” y te explico cómo es el BDSM sano.
Por PauSexpositive
La imagen distorsionada del BDSM
La imagen que tiene la gente no conocedora del BDSM, resulta, sin lugar a dudas, patriarcal y misógina hasta el punto de rozar la violencia de género y sexual. Y, la verdad, no me sorprende. ¿Cómo pretendemos transmitir otra imagen con las nefastas representaciones mediáticas que se han dado a conocer? Cincuenta sombras de Grey, 365 días, Historia de ‘’O’’, o simplemente la mayoría de los vídeos porno que incluyan dichas siglas en su cabecera, son ejemplos perfectos de dinámicas tóxicas que cualquier persona que practique BDSM de una manera sana sabría identificar.
"Cincuenta sombras de Grey" no es BDSM de verdad
Christian Grey, protagonista de 50 sombras, se presenta como el Amo estereotípico y, sin embargo, muchos de sus comportamientos son abusivos. De entrada, porque Ana Steele, su “sumisa” no quiere una relación BDSM como tal sino una relación con Christian, a lo que él le contesta que no puede tener otra relación que no involucre el fetichismo y las dinámicas de poder. Aquí fallan ambos: Christian por no establecer límites y marcar distancia en cuanto a que Ana se esté forzando a realizar prácticas de riesgo sin realmente disfrutarlas, y Ana en cuanto a la idea de que para conseguir al hombre con el que se ha obsesionado, debe de obligarse a realizar prácticas que no está segura de estar disfrutando.
También se muestra múltiples veces como tanto Ana como Christian rompen límites, lo cual en la comunidad condenamos como abuso. Por ejemplo, Ana suele querer forzar el límite de Christian que implica que no le toquen, y Christian por su parte se sobrepasa con la dinámica de poder que tienen en situaciones que no están acordadas en el contrato (por ejemplo, cuando le localiza la ubicación con el móvil o cuando se presenta en casa de su madre sin avisar). Estos comportamientos, sin embargo, se presentan romantizados como actos de profundo amor.
“365 días”, la cultura de la violación disfrazada de BDSM
En 365 días esta romantización del abuso llega al extremo de romantizar la cultura de la violación. El argumento gira en torno al secuestro de una chica polaca por el jefe de una Mafia italiana, quien le da 365 días de secuestro para enamorarse de él. Se erotizan situaciones de bondage no consentido, de exhibicionismo no consentido, de abuso sexual, etc.
El BDSM (real y sano) es feminista.
El movimiento feminista, especialmente dentro del ámbito de lo afectivo-sexual, tiene como objetivo alcanzar un espacio de plena libertad de pensamiento y acción. Esta libertad, cuya base reside en el consentimiento efectivo, despojado de cualquier factor que lo pueda manipular es precisamente también la base del BDSM.
¿Qué significaría manipular el consentimiento? Por ejemplo, chantajear jugando con las emociones como el amor, la pena o el miedo, como en el caso de Cincuenta Sombras de Grey. Lo mismo sucede cuando se mienta o se omitan detalles de la práctica que se va a realizar. Además, evidentemente, el consenso se anula cuando una de las partes involucradas esté bajo los efectos del alcohol o las drogas.
VIDEO: "Hablemos sobre el "SSC""
La sumisión femenina no es reproducir roles de género
Los argumentos de quienes defienden que el placer que sentimos al someternos es fruto de lo que el patriarcado nos ha impuesto, no son más que falacias psicoanalistas que implican que la mujer se ha adaptado a la violencia de género mediante la erotización de la misma.
Entiendo que esa perspectiva viene de la imagen del BDSM reflejada por los medios más accesibles al público y más publicitados, en el que la mujer se deja llevar por el amor o el miedo hacia situaciones que en realidad no disfruta de manera muy similar a la narrativa de los casos de violencia doméstica. Esta idea hay que rebatirla desde la visión más o menos entendida de alguien que es a su vez activista feminista y la parte sumisa de una relación BDSM.
De entrada, ese razonamiento es, en sí mismo, sexista. El BDSM no entiende ni de género ni de orientación sexual, y existen dinámicas compuestas por hombres sumisos y mujeres dominantes, mujeres sumisas y mujeres dominantes, hombres sumisos y hombres dominantes, y en las que participan personas de género no binario. Sin olvidar a las personas switch o versátiles, es decir, aquellas que se sienten cómodas tanto dominando como sometiéndose. Nuevamente, hay que admitir que estas dinámicas no están prácticamente presentes en el imaginario colectivo.
Fotogalería: GUÍA PARA UN BDSM FEMINISTA
Esta guía te ayudará a entender que el BDSM no es como lo pintan en las series y películas.
Ten siempre presente que tus dinámicas son un roleplay: El BDSM contiene muchas dinámicas indudablemente machistas que, si no fuera por la presencia primordial del consentimiento, serían condenadas como violencia de género. Sé consciente en todo momento de que son un juego de rol a la hora de realizarlas, y de que dicha dinámica, práctica o actitud sólo va a existir dentro de los límites del consentimiento.
Busca fuentes femeninas que hablen de BDSM y otras prácticas similares, de sexualidad y de teoría feminista. Escucha sus voces y no te quedes sólo con la visión masculina de la comunidad.
La visión masculina de las cosas es la que prima en la sociedad. Por eso la gran mayoría de las producciones audiovisuales (especialmente las pornográficas) a las que tenemos un acceso nada más entrar en contacto con el BDSM, están regidas por una mirada que inevitablemente lleva consigo un tinte mayor o menor de machismo interiorizado.
Un pseudodom es una persona que dice ser Dominante pero es en realidad un abusador en potencia, un pseudosub sería su equivalente. Normalmente, no tienen conocimiento del BDSM más allá de los medios machistas de los que hemos hablado. No creen en los límites ni en las palabras de seguridad, son egocéntricos en sus dinámicas (solo buscan su placer y olvidan tanto el placer como el bienestar del otro) y se aprovechan de la situación de desbalance de poder para su beneficio.
Es muy común caer en este tópico, al fin y al cabo, el sexo es el mayor expositor del patriarcado. Hay que establecer que ni todxs lxs sumisxs son mujeres ni todxs lxs Dominantes son hombres. Una persona sumisa puede presentarse y actuar de una manera muy "masculina", y una persona dominante de una manera muy "femenina". La feminización como castigo, una práctica muy mediatizada en cuanto a las dinámicas de dommes o dominatrix, es un acto patriarcal y hay que tener eso en cuenta a la hora de realizarla.
Apoyamos 100% las prácticas BDSM, pero sobre todo el vivir una sexualidad responable basada en el concentimiento.
Asi mismo, a quien decide ser sumiso le impulsan las emociones positivas que le da el sometimiento. El complacer se debe volver un acto, en el fondo, egoísta. Y al establecer el consentimiento como fundamento principal de la dinámica, la parte sumisa va a tener siempre el control sobre su funcionamiento. Es el consentimiento el que marca la diferencia entre una agresión y una sesión de sadomasoquismo, por ejemplo.
Se trata de que todas las partes disfruten de la actividad (degradación, dominación, spanking, etc.) contra el que el disfrute sea unilateral y la otra u otras partes no consientan dichos actos que van más allá de sus límites.
Diría que hace falta un cambio en el tipo de contenido que nos presentan los medios en relación a los temas menos normativos de la sexualidad, pero ningún contenido se lanzaría al mercado si no se supiera que tiene potenciales consumidores. Con esto quiero decir que hace falta un cambio mucho más radical, más profundo, un cambio en la mentalidad colectiva orientado al feminismo, a la presencia de la mujer en la esfera de la sexualidad y a la percepción positiva del sexo y los fetiches. Sólo así podremos, a nivel social, conciliar estos dos términos tan aparentemente incompatibles.
El BDSM será feminista o no será.
¿Qué opinas? ¿Crees que la sumisión femenina puede o debe ser feminista? ¿Cómo crees que los medios de comunicación y el cine abordan el BDSM? ¡Te leo en el foro!
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