Con este artículo comenzamos nuestra serie sobre el tema: «Introducción al mundo del bondage». Junto al artista de las cuerdas Ater_Crudus queremos explicarte los fundamentos y pasar gradualmente a un bondage más complejo.
Antes de que te mostremos paso a paso cómo hacer un nudo estándar de bondage, en primer lugar queremos tratar algunos aspectos teóricos relativos a la motivación por el bondage, la seguridad de las ataduras y las cuerdas apropiadas.
¿Qué os viene a la mente cuando oís la palabra bondage?
Estar atado, estar indefenso, confiar en el atador, rendirse, incluso volar, no importa si emocionalmente y/o mediante un bondage en el aire (suspensión).
La sensación de seguridad y protección y el hecho de saber constantemente que estás «en manos» de la otra persona. Ser sometido hasta ser totalmente incapaz de moverte. O, ser «encordado» de forma atractiva para protagonizar fabulosas fotos y sensuales instantáneas de cuerdas que resaltan las formas del cuerpo …
Estas son los deseos más habituales antes de un encuentro con las cuerdas como participante pasivo. Deseos que tal vez también surgen o se potencian debido a innumerables imágenes y vídeos en internet.
El bondage en los medios rara vez es auténtico
Internet está repleto de páginas especializadas, en su mayoría de pago, que tratan el tema del bondage a su manera. En ellas se suelen representar situaciones BDSM típicas.
La mayoría de las protagonistas femeninas parecen ser «torturadas» en posiciones imposibles, realizan estiramientos acrobáticos y, a menudo, sus manos azuladas, sus pechos o sus rostros marcados por el dolor son el centro de atención de estas imágenes y vídeos.
Cabe señalar que tanto el bondage como el BDSM como instrumento han encontrado un lugar fijo en el mundo de los medios de comunicación comerciales. No obstante, rara vez se trata de testimonios auténticos del bondage tal y como lo entienden sus seguidores.
A menudo hay que desaconsejar los extremos que se muestran en estos casos, ya que con frecuencia se trata de modelos profesionales con experiencia en acrobacias o actores profesionales que están preparados tanto física como psicológicamente para resistir este tipo de torturas.
Las posturas acrobáticas solo deben realizarse con precaución y teniendo en cuenta la voluntad y las posibilidades de la persona atada. Para protegerse de resultados y experiencias desagradables, deberíamos observar de forma crítica las numerosas representaciones en los medios de comunicación.
Para la mayoría de las personas, el bondage no debería convertirse en una ambición por obtener imágenes y experiencias como las que aparecen en los medios de comunicación. Cada encuentro de bondage es tan individual como los involucrados. En la práctica, simplemente deberíamos escuchar a nuestro instinto en lo que respecta a la intensidad, las acrobacias y las formas de realizar ataduras.
A menudo, los encuentros más intensos son aquellos que surgen de la razón, el sentido común y los sentimientos intensos y auténticos, y no aquellos que están motivados por representaciones parcialmente erróneas del bondage en los medios.
En el bondage, la técnica es importante, ¡pero los sentimientos lo son aún más!
Precisamente los principiantes están muy atentos a los aspectos técnicos. En ocasiones, también sucede que solo uno de los implicados quiere experimentar las ataduras y el otro «le sigue el juego», lo que no es una circunstancia ideal.
En estos casos, en ocasiones, la realidad golpea muy fuerte. En lugar de innumerables sensaciones increíbles, de «dejarse llevar» y de juegos desenfrenados, a menudo nos encontramos con una desilusión. El «atador» se centra en hacerlo todo correctamente, la persona pasiva se aburre y posiblemente piensa de vez en cuando «¿cuánto tiempo tendrá que seguir haciendo nudos hasta que empiece la diversión?».
A esto se añade que las ideas del «atador» a menudo chocan con las habilidades ya aprendidas. Es decir, tiene muchas ideas, pero no sabe realmente cómo llevarlas a la práctica sin cometer errores. A esto se añaden preocupaciones de carácter médico que rondan por las cabezas. En realidad, todo esto conduce a que el placer tan deseado se mantenga oculto.
En el bondage, las personas progresan (juntas) de forma lenta y continua. No todos deben aprender y dominar todas las complejidades y técnicas. A menudo, es suficiente contar con una base sólida a partir de la cual las dos personas puedan desarrollar su confianza y su valentía para que, de esta forma, el placer se traslade cada vez más al primer plano.
Para no ser víctimas de una realidad desilusionante, todos los participantes deberían mostrar compasión y paciencia con la otra persona. Concedeos tiempo el uno para el otro, valorad a la otra persona por dedicarse a vosotros y por querer ayudaros a realizar las ataduras.
Tened claro cuál es vuestra motivación para el bondage
Antes de tener una cuerda en la mano, uno debería preguntarse, por muy trivial que suene la pregunta: ¿por qué quiero atar o ser atado? De esta forma ya se pueden evitar malentendidos.
Las posibles motivaciones pueden ser realizar una atadura estética para una fabulosa sesión de fotos, simplemente fijar a una persona, la inmovilidad total de la persona atada, un bondage en el aire (suspensión) o incluso un auténtico juego con la cuerda como expresión de poder y arbitrariedad, pero también de erotismo y sensualidad.
Con frecuencia, la parte pasiva tiene pensamientos como: «¿Va a acabar ya de una vez?», «¿Qué hace tanto tiempo ahí atrás?» o «Para cuando acabe, ya no voy a tener ganas». Solo si las dos personas tienen la misma motivación durante el bondage, podrán también disfrutar por igual de la situación y de las cuerdas.
Así, por ejemplo, una cierta resistencia puede convertirse rápidamente en un estímulo. Y nadie se aburrirá si «simplemente» preparáis un lujoso bondage con joyas para una sesión de fotos (acordada de antemano).
Las conversaciones sobre vuestras propias motivaciones, deseos e ideas permiten lograr un ambiente relajado y evitan encuentros insatisfactorios.
Las preguntas sobre la salud y los riesgos del bondage no se deben ignorar
El bondage es y será una práctica arriesgada, pero con unos sólidos conocimientos básicos y un trato sensible a la otra persona, la mayoría de los encuentros de bondage suponen un enriquecimiento sin ningún riesgo.
Escoged la cuerda apropiada para vosotros
Tanto si es de algodón, yuta, plástico o cáñamo, la elección de las cuerdas es, al fin y al cabo, una cuestión de gusto, y cada persona debería adquirir sus propias experiencias con ellas. En principio, una cuerda para atar debería cumplir los siguientes criterios:
- En lo relativo al material, la cuerda debería estar elaborada de tal forma que los nudos también se puedan deshacer bajo tensión.
- Idealmente, la cuerda no debería estirarse demasiado cuando está sometida a cargas.
- La cuerda debería «deslizarse» bien por la mano de la persona activa.
- La cuerda no debería calentarse demasiado bajo fricción.
- La cuerda debería tener una carga de rotura apropiada para su uso. La carga de rotura es el valor en kilogramos a partir del cual una cuerda se rompe al ser utilizada. Las cuerdas de algodón, yute, cáñamo y plástico varían enormemente dependiendo de su grosor, su estado y su fabricación. Lo importante es recopilar la información necesaria antes de comprarlas. Por regla general, la carga de rotura solo juega un papel decisivo si se van a realizar ataduras de suspensión completas o parciales; en estos casos, para unas ataduras sencillas, debería ser de entre 70 y 220 kilogramos.
Una pequeña recomendación sobre este tema: intercambiad información con conocidos y amigos sobre las cuerdas que utilizan y las experiencias que han tenido con los materiales seleccionados. ¡O preguntad en talleres especializados o en tiendas dedicadas a las cuerdas!
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