Universos paralelos
El otro día me apetecía hacerme una paja con una pareja madura de Joy club. Como solo buscan parejas me tenía que contestar con una masturbación de manual. De manual de manos. Cuando eres joven eso te frustra, pero pasados los 50 y tras los recientes avances en la física, una buena paja puede ser una experiencia transcendental. Como si conectaras con tu objeto de deseo a través de un agujero de gusano o algo así. A fin de cuentas solo me quedaba la conexión por la vía de la ensoñación y la fantasía. Cuando vi la foto de sus tetas se me puso el rabo tieso rápidamente e imaginé que en algún universo paralelo estábamos follando los tres en una cama de agua, encima de un elefante indio o, quien sabe, tal vez dentro de un iglú. Gracias a mí paja cuántica las variaciones sobre quién come qué a quién, con tres variables: él, ella y yo, eran infinitas. Pero pronto dejé las matemáticas y me centré en aquellas tetas generosas, con sus pezoncitos tan bien colocados en sus enormes aureolas. Tan pronto se las estiraba como masa de pan, como ya empezaba a hacermre una cubana y hacía que mi polla estuviera a punto de estallar, mientras mis dedos jugaban con su chochete húmedo. Cuando su esposo le metió la chorra aún morcillona en su boquita de piñón tan bien perfilada de rojo, me corrí intentando no salpicar la pantalla. Qué bien me sentó! Porque sabía que en algún universo paralelo todo aquello acababa, realmente, de suceder...