Adicción a tu mirada
Era como una quemadura dulce, una marca que no dolía en la piel, pero sí bajo ella, en alguna parte profunda y secreta. Lo sabía desde el primer momento que te vi: había algo en tu mirada que iba más allá de lo que yo era capaz de resistir.Apenas había intercambio de palabras. Solo estaban tus ojos, que, en cada breve mirada, parecían desnudarse, invitándome a perderme en tu deseo. No necesitábamos hablar. Era tu mirada la que me leía, y yo… yo quería ser leída. Me había convertido en un esclavo de ese magnetismo sutil que me atraía, me envolvía y me hacía desear más, incluso cuando no sabía exactamente qué era lo que deseaba.