Pasaba por aquí.
El móvil sonó sobre la cómoda del salón. Era un mensaje con foto de aquel chico que había conocido unos meses antes. Se había hecho un "selfie" en la esquina de su calle.-¡¡Mira dónde estoy!!
-Ey k pasa loko stoy n ksa bjo al perro y m voy a trbjar
-Me han mandado a visitar a un cliente aquí, en el siguiente portal.
-Sube y ablamos
Un momento después sonaba el telefonillo. Ella abrió la puerta en mallas y sujetador. Él se quedó sorprendido al verla. Ella cerró la puerta y tiró de su nuca para darle un buen morreo al ver que se había quedado parado. Besaba muy bien y no quería perder la oportunidad.
-¡Joder, qué bien huele! -pensó ella al sentir su aroma-.
Él sabía de la impulsividad de ella y se dejó hacer. Cuando vio que el beso se alargaba, bajó sus manos y tiró de su culo, ya enfundado en sus mallas de deporte. La fina y suave tela de las mallas fue un acierto. Se le puso durísima y ella sonrió satisfecha al notarlo.
-Pasaba por aquí y... -dijo él en un respiro-.
-...Y vas a follarme antes de irme al trabajo -le cortó ella sin darle opción a seguir hablando-.
Como si no estuviera suficientemente excitado, a él le dio un nuevo subidón con aquella provocación. Ella disfrutaba muchísimo provocándole y le pasó sus manos por el pecho hasta agarrar su cuello para acercarse y poder olerlo de nuevo. Vio como se le erizaba la piel y le rodeó con su pierna atrayéndolo hacia ella quedando enredados en otro beso que subió la temperatura de la habitación varios grados.
Ella aprovechó para ir desabrochando su camisa y soltando su pantalón. Él agarró su culo con fuerza y mordió su labio. Su respiración se volvió fuerte y agitada. Sus bocas se lanzaban al ataque en un intenso baile de lenguas. Ella se agachó y liberó aquella polla que palpitaba contra su pierna. Estaba muy caliente y comenzaba a humedecerse. El glande estaba muy hinchado y rosado. Las venas se veían palpitantes y gordas. Se lo metió en la boca y sintió como su vagina se contraía. Tiró de sus muslos y avanzó llenando su boca entera. Se puso muy cachonda y notó sus pezones hincharse. Al retirarse, notó que había ganado firmeza y se mantenía tiesa frente a ella con un excitante vigor. Aquella imagen invadió su mente y sólo deseó llenarse de ella hasta el fin.
Volvió a ponerse de pie y, agarrando aquella viga, lo llevó hasta la esquina del salón. Cogió un condón de la cómoda y se lo dio. Tiró de la cinturilla de las mallas y dejó su culo al aire inclinándose para apoyar sus manos en la pared frente a un espejo. Él se agachó y, separando sus nalgas, apretó su cara para alcanzar con su lengua el sexo que se le ofrecía mientras tiraba de sus caderas. Su nariz apretaba aquellos húmedos labios y poco a poco fue entrando mientras su lengua recorría arriba y abajo todo cuanto alcanzaba. Chupó con gusto ahogándose en el placer de ella entre gemidos hasta que ella tiró de su pelo para que se levantase. Él no necesitó más indicaciones y la ensartó hasta la base. Sintieron mutuamente el calor que generaban hasta fundirse y el aire se llenó de olor a sexo.
Como si hubieran sido poseidos, se movían con un endiablado ritmo en un baile en el que cada embestida sonaba como una fuerte palmada y provocó que sus tetas se salieran de las cazoletas del sujetados quedando suspendidas, ingrávidas. Todas esas sensaciones hiceron que ella empezara a gemir y, para silenciar sus gritos, girase la cabeza para morder su antebrazo que estaba apoyado contra la pared. Al ver su reflejo en el espejo tras ella completamente asilvestrado penetrándola, sintió como su vagina se comprimía y su flujo comenzaba a gotear por sus muslos. Completamente fuera de sí, buscando otro punto de apoyo, él tiró de su pelo para agarrarla con más fuerza. Aquelló terminó de explotar en la mente de ella y dejó escapar un orgasmo desde lo más profundo de su útero, expandiendo su vagina y subiendo por su perineo hasta su ano. Él sintió como las paredes vaginales se tensaban y relajaban y colocó su dedo sobre el palpitante ano de ella. Con suaves círculos fue extendiendo los fluidos que por allí se iban acumulando y daba pequeños toques apretando y soltando.
Ella volvió a recargar sus ganas con aquella sensación de plenitud, de sentirse llena, deseada, penetrada. Le sintió viril y excitado, le sintió salvaje y sexual, sintió su calor acariciando el interior de su vagina entrando y saliendo mientras su polla curva apretaba la pared contra la vejiga aumentado su sensación de placer. Aquellas caricias la hicieron sentir un placer tan intenso que en un instante su ano se abrió dejando entrar aquel dedo que intermitentemente tentaba su culo. Aquel instante volvió a provocar una explosión en su cabeza y notó cómo iban surgiendo sensaciones que fueron guiando su cuerpo hasta el éxtasis junto a él, que al notar su polla apretada por aquella vagina, explotó dentro de ella empujando cada vez con más fuerza sin poder evitar los gritos ninguno de ellos.
Cayeron al suelo exhaustos, temblorosos y se abrazaron buscándose, refugiándose el uno en el otro. El olor a esperma y a sexo llenaba el ambiente que se había vuelto húmedo y pesado. Pasó un instante eterno y sonó el teléfono sacándolos de su ensueño. Ella se levantó y se subió las mallas, él la imitó y se recompuso el pantalón. Ella cogió su mochilita, la correa del perro y lo llamó abriendo la puerta de la cocina. Él, aún temblándole las piernas, cogió su maletín y la siguió. Salieron y montaron en el ascensor.
-Hoy me voy a trabajar bien contenta -dijo sonriente señalando con su mano las manchas de fluidos en sus mallas-.
Bajaron del ascensor y, antes de salir del portal, ella volvió a besarle con pasión y le susurró al oído:
-Puedes pasarte siempre que quieras. Me encanta la idea de irme a trabajar con tu olor.
Dicho esto, se despidieron hasta la próxima.