Relato 1
Buen día a todos, es la primera vez que escribo acá, espero les agrade y buena vibra!Ahí estábamos los dos. En la habitación de un hotel barato, cerca de su casa; no fue planeado realmente. Habría preferido llevarla a algún lugar más decente pero aprovechamos la oportunidad. Habíamos salido por algunas semanas y durante ese tiempo nuestras pláticas habían ido subiendo de tono, sin mencionar el afecto; primero besos y eventualmente caricias cada vez más intensas. Su experiencia era muy limitada a pesar de su edad además le tomó cierto gusto a deleitarse en la calle. Esa excitación y adrenalina de ser descubiertos le parecía deliciosa; estoy seguro de que algún alma curiosa, tras las ventanas miraba con voyerismo y hacia lo propio.
Esa ocasión durante nuestros juegos le pedí ir al "Encanto". No pensé que accediera, ya se lo había propuesto varias ocasiones pero siempre recibía una negativa. Después de jugar un poco en una cafetería está vez respondió "sí pero no tengo mucho tiempo". No perdí oportunidad y nos encaminamos al pecaminoso lugar. Al entrar la veía nerviosa, obvio, era la primera vez que entraba a un lugar así. Durante nuestro caminar por los pasillos, ocasionalmente escuchamos gemidos de placer y uno que otro "aplauso". Al pasar por esas puertas la veía de reojo y podía notar una mirada entre lasciva y apenada, era muy sexy verla imaginando lo que le esperaba. Era una chica morena de cabello largo, lacio y negro, de proporciones normales diría yo, solía usar ropas holgadas con colores discretos. Su arraigada educación tradicional y su religión no le habían permitido experimentar adecuadamente, desde mi perspectiva, claro. Casi no creía que a sus veintitantos, conmigo eran sus primeras experiencias. Justo por eso trate de ser lo más delicado posible.
Al entrar se fue directo a la ventana, imagino que se preguntaba si era correcto lo que estaba haciendo, aunque no habíamos empezado todavía. Simplemente la abrace desde atrás tomándola de las manos, traté de trasmitirle confianza, no quería que se arrepintiera. Le quité la chamarra que tenía puesta, aún no me miraba así que decidí comenzar besando su cuello, moví su largo cabello para poder acceder a la piel. Se quiso voltear pero se lo impedí abrazándola más fuerte, entendió que debía disfrutar de mis labios jugando con su tez. Mis manos empezaron a acariciar su estómago sobre la ropa, me sorprendió descubrir que era prácticamente plano y su cintura estaba claramente definida. Su estilo de vestimenta era muy engañoso.
Mis manos recorrían sus caderas, sus nalgas y su sexo aún sobre la ropa; lentamente subieron por debajo de su blusa, su piel era calida, suave y muy sensible, su piel se estremecía y se erizaba con cada centímetro que avanzaba. Al fin alcancé su sujetador y ella susurró "es por en frente". Sin parar de besarla se lo retiré suavemente y comencé a jugar con sus pechos, los recorrí de un lado a otro, firmes, redondos y suaves, cabían perfectamente en mis manos, además subían y bajaban al ritmo de su cada vez más acelerada respiración; cuando pellizque sus pezones y escuché un gemido ahogado, los intensifique, al hacerlo me tomo de la cabeza aún de espaldas a mí en una clara señal de agrado y dijo "hazme tuya".
La giré y nuestras miradas se cruzaron mientras se levantaba la blusa un poco más. Yo aún le besaba, nuestras lenguas danzaban al unísono, con pasión creciente e intenso deseo. Mi mano derecha permaneció en uno de sus senos, con el pulgar y el índice presionando el pezón suavemente, la otra en sus caderas jugando con un va y ven entre la cintura y sus nalgas, presionando a cada oportunidad.
Era muy dócil y también notorio que lo estaba disfrutando. Aparté mis manos, la tomé de la cabeza suavemente para luego bajar por sus brazos. Tomé sus manos y entrelace nuestros dedos. La lleve suavemente hacia esa ventana que tanto admiraba al inicio, con vidrios polarizados era imposible que alguien notara mis labios y lengua entre sus bubs. Solté sus manos para tomarle nuevamente los senos pero está vez mi boca mordisqueaba sus erectos pezones y mis manos toqueteando alrededor de ellos. Pude ver en sus ojos una mirada pecaminosa. No había notado que sus manos habían bajado y ya se había quitado el cinturón y desabotonando el pantalón, estaba bajando la cremallera en una clara invitación de al menos jugar con su sexo. Le terminé de quitar la blusa y el bra para tener un mejor acceso a sus atributos.
Al separarme un poco no cabía en mi sorpresa, su cuerpo era más lindo de lo que imaginaba. De pie frente a la ventana la luz le daba un toque muy agradable, por fin la estaba viendo como era realmente: Una figura bien torneada de vientre plano, pechos exquisitamente perfectos y una mirada algo apenada y lasciva a la vez. Sus pantalones blancos a medio quitar dejaban asomar su braga azul y le daba un toque juguetón a la escena. Me acerque nuevamente y al besarla me comenzó a quitar la camisa que llevaba encima, torpemente intentaba retirar la hebilla de mi pantalón y tuve que ayudarla, era evidente su carencia de práctica en esas cosas.
Sin darle mucha importancia seguí besándola y poco a poco me llevo a la cama, se quedó un momento inmóvil mirándome con morbo, finalmente se recostó sobre mí y continuamos besándonos. No me percate en qué momento giramos. Se recostó y me pedía ir con ella, pronto ya estaba sobre su cuerpo y mis manos recorriendo su cintura buscan camino a su sexo. Note que ya había empapado esa braguita azul así que fui bajando de a poco recorriendo su cuerpo con la lengua.
Al llegar a su sexo le quité el pantalón y esa coqueta braga azul, sus piernas me incitaron a besarlas; estaba yo entre ellas, sus muslos bien torneados eran una belleza e invitaban a probarlos. Nuevamente llegué a sus caderas, su sexo estaba más que lubricado asi que comencé a masajear sus labios, era algo que a lo que ella ya le había tomado gusto y se podía ver en sus movimientos y su cara agitada. Le abrí los labios y la pentre con dos dedos, escuche su gemido de placer, usualmente en la calle solo ingresaba uno. Comencé a masajear esa rugosa parte interna que parece como si tocarás una nuez, mi pulgar jugaba con su clítoris, cada movimiento de mis dedos le hacían estremecer; cuando menos lo esperaba se estaba retorciendo de placer, no sabía qué hacer, con las manos apretujó casi con desespero las sábanas, se acababa de venir. Esos gritos ahogados me siguen pareciendo magníficos.
Tras unos segundos de relajarse me aventure a que mi lengua probará sus jugos, su sabor era dulce y suave. Me acomode y también mis manos subieron para alcanzar sus bubies, a cada segundo mi lengua giraba más rápido en torno a su clítoris, mi mano izquierda apretaba sus pezones y la derecha poseía su sexo, cada vez más mojada se ponía, suavemente succioné y cuándo tomó la almohada, grito en ella, se había corrido nuevamente.
Yo estaba más rígido de lo que esperaba así que sin avisar me monte en ella y la besé otra vez, no puso resistencia estaba agotada y mi miembro se restregaba en los labios de su vagina. Podía sentir la humedad y calidez de sus jugos, poco a poco estaba entrando hasta que por fin la penetre, yo estaba extasiado, a penas escuché su queja de dolor, no me importo, de todas maneras eventualmente, le gustaría cada vez más. Poco a poco dejo de incomodarse e inconscientemente movía las caderas sincronizando mis movimientos. Al poco tiempo instintivamente quedé atrapado cruzando sus piernas alrededor mío. Podía ver su cara roja de la excitación, de repente empezó a gemir otra vez, eso me hizo sentir un éxtasis como no lo había sentido hace mucho, gritó otra vez de placer y nos corrimos juntos, le solté una descarga de semen en su cuerpo, no me importo estar dentro. Nos quedamos así sin movernos en absoluto, abrazados. Después de vestirnos nos fuimos al trabajo con un ápice de repetir la experiencia.