Entre plantas

Seguramente algunos de vosotros habréis tenido alguna fantasía similar... de hecho hace poco que @*******nita publicó un relato sobre un ascensor, y estaba dudando si publicarlo, por no resultar repetitiva, pero al final me apetece compartir esta fantasía…

Es la de quedarse atrapada en un ascensor con dos atractivos hombres, y acabar en una sesión de sexo improvisado y desinhibido.

Ahi va...

Ya casi llegaba tarde a la cena que habíamos logrado planificar las compañeras de la oficina en un restaurante muy elegante en la terraza de un hotel del centro. Me había arreglado bastante, aunque sin expectativas de ningún rollito, sólo por sentirme sexy. Me puse un conjunto de lencería especial, de esos con aberturas en sitios estratégicos, muy erótico.

Apresuradamente me colé en un ascensor que ya estaba cerrando las puertas, ante la mirada un poco sorprendida de dos caballeros trajeados que estaban dentro. No pasé por alto lo atractivos que eran, y el hecho de que parecían conocerse, ya que intercambiaron miradas pícaras una vez ya estaba yo dentro.

De repente, justo entre la planta 6 y 7, el ascensor se detuvo bruscamente y con los tacones que llevaba no pude evitar perder el equilibrio e ir a parar a los brazos del que parecía algo más mayor.

Avergonzada me disculpé, y el atractivo maduro fue muy amable, quitándole importancia con una sonrisa hechizante. Me excitó que, en lo que me sujetó, rozó con su mano mi nalga ligeramente.

Estábamos atrapados entre plantas en el ascensor y no había manera de salir. Tampoco había cobertura, con lo que no podíamos avisar a nadie. Llamamos al botón de emergencia, y como era sábado, nos dijeron que probablemente en un par de horas vendrían a sacarnos, que no nos preocupáramos… ¡dos horas ahí metidos! Mis amigas me iban a matar…

En seguida mi imaginación comenzó a volar según analizaba a mis compañeros de encierro. Altos, atractivos, elegantes… el más joven, menos disimulado, me repasaba de arriba abajo con la mirada, con un puntito creciente de deseo. Yo llevaba un vestido ajustado y con escote, que resaltaba completamente mis curvas… me empecé a calentar ante la fantasía de acabar follando con aquellos dos bombones... creo que se me notó el rubor en las mejillas, porque el más mayor comenzó una conversación distendida sobre la situación, la espera que nos tocaba, y empezamos a charlar animadamente, sentados en el suelo del amplio ascensor.

La temperatura empezó a subir y no sólo por el evidente deseo que nos comía a los tres, así que ellos se quitaron las chaquetas y las corbatas. Sus camisas marcaban sus pectorales, y yo cada vez estaba más caliente, ya empezaba a humedecerme. La conversación derivó en anécdotas picantes y temas sexuales que aumentó aún más el calentón que ya teníamos. Yo me lancé y comenté mi fantasía de montármelo con desconocidos en un ascensor. - ¿Qué te parece si lo hacemos realidad? - Dijo el más maduro mirándome con intensidad y lujuria desatada.

Sin mediar palabra le cogí con ambas manos de la cara y le besé con urgencia. Nuestras lenguas juguetearon nuestros labios ardían, se chupaban, se rozaban y mientras tanto sus manos recorrían mi espalda y mis nalgas erizándome el vello y haciéndome mojar más aun mi tanga. En seguida unas manos comenzaron a acariciar mis pechos, retirando el vestido y pasando los dedos por la abertura del sujetador. Mi nivel de excitación era tal que quise tener sus dos pollas sólo para mí. Los miré y empecé a desabrocharles el cinturón, uno con cada mano… en seguida ellos terminaron el trabajo y tuve una polla en cada mano. Era una delicia sentirme ahí de rodillas su objeto de deseo y deleitarme con la excitación que les producían mis labios, mi lengua, mis manos en sus pollas, escuchar sus gemidos y su respiración agitada mientras me daba un festín comiéndoles, recreándome con cada una de sus pollas, cada cuál más apetitosa que la otra.

El más joven me levantó y con rapidez me despojó de mi vestido. Aprisionada entre ellos, él me comía las tetas a través de las aberturas del sujetador, mientras el más maduro, manoseaba mi culo con una mano y acariciaba mi vulva con la otra. Cuando encontró la abertura del tanga, empezó a jugar con mi clítoris, mis labios, deslizantes de tana humedad.

Mi cuerpo era recorrido por temblores y espasmos, no dejaba de jadear y la mente se me nublaba por el placer que estaba sintiendo. Era la situación más morbosa que había tenido nunca. Una electricidad me recorrió y exploté en un sonoro e intenso orgasmo, que hizo resoplar de gusto también a mis improvisados amantes. Pero quería más, no podía parar, los quería en mi interior. Otra fantasía por cumplir, ser penetrada por dos hombres al mismo tiempo.

Como si me leyeran el pensamiento, el que tenía a mi espalda, me bajo el tanga y me inclinó para empezar a comerme el culo como hacía tiempo que no lo hacía nadie, jugueteando con su lengua y con sus dedos, para relajar el ano. Yo estaba enloquecida de lujuria y volví a meterme la polla del joven en mi boca. En seguida el se apartó, se arrodilló y comenzó a comerme también el coño con una habilidad increíble. Estaba siendo devorada por dos sementales a y estaba a punto de perder la cabeza de placer. El olor a sudor y a sexo impregnaba el ascensor, nos excitaba cada vez más.

El joven se tumbó boca arriba y me senté a horcajadas sobre él, apoyando la entrada de mi vagina contra la punta de su polla… me restregué sobre su glande, provocándole un sonoro gemido, y bajé para meterme toda su polla dentro de mí. La sentí caliente y suave y comencé a moverme arriba y abajo, en círculos, sintiendo cada roce dentro de mí y arrancándole un jadeo tras otro. El mayor me inclinó hacia delante y comenzó a estimular mi ano con sus dedos mojados de saliva, introduciendo uno poco a poco, luego otro más, jugando y haciendo círculos. Empecé a temblar, a jadear sin control, me giré y le invité con la mirada a seguir más allá. Comenzó a meterme su polla por el culo, lentamente al principio, luego incrementando el ritmo, siguiendo mis movimientos y mis gemidos de placer.

La sensación fue increíble, siendo follada por dos hombres a la vez, sintiendo sus embestidas, sintiendo sus caricias y sus labios, y sus alientos sobre mi piel, como en una danza salvaje.

Una oleada de estremecimiento me recorrió en un orgasmo lento y largo, mientras gemía incontroladamente. Ellos comenzaron a subir el ritmo, se les notaba ya cegados de placer y uno tras otro, se corrieron dentro de mi llenándome del calor de sus fluidos. Nos quedamos uno encima de otro, exhaustos pero satisfechos, con una sonrisa tonta en los labios.

Cuando por fin nos rescataron, aparentamos que no había pasado nada, pero seguro que los técnicos se dieron cuenta de lo que allí había pasado. Me perdí la cena, pero me llevé una experiencia inolvidable.