Azulejo
Poco a poco como el fuego con el oxígeno se va alimentando esto que hay entre tú y yo.Unas bromas, muchas charlas de nosotros y de lo que nos rodea. Respetando nuestros tiempos. Sin forzar nada. Pero inevitablemente crece.
No quería pensar en ti, no quería esperar tus mensajes pero aquí estamos, mirando el movil a cada rato para leer una frase más, para sentirnos cerca.
El tiempo nos coloca en la misma ciudad y no quiero verte. Aún no. Aunque mi piel ya lo desea. Pero quiero sentirte entero y libre cuando se alineen los astros.
Quiero verte llegar y sonreír sabiendo que mirarnos a los ojos va a estallarlo todo. Y aún así, esperar mientras esa cerveza baja por nuestras gargantas y hablamos de chorradas mientras nuestros ojos ya se devoran. Que excitantes son esos momentos de espera, cuando todo desaparece. Cuando el roce casual para coger el mechero de la mesa genera una descarga en cada uno de los dos y nos quedamos inmóviles. Sintiendo todo el cuerpo en ese centímetro de piel. Alargar poco a poco los dedos para que se entrelacen. Mirando ambos las manos. Disfrutando cada segundo.
Y nuestros ojos se clavan en los del otro. Se acabó esperar. Se acabó alargarlo más. No es lento. Nuestras bocas se encuentran en una explosión. Ansia, necesidad, deseo. Se nos olvida que el aire nos hace falta para respirar, no es una opción volver a separarse…pero lo hago. Sin mediar palabra me levanto de la mesa y desaparezco dentro del bar. Veo tu cara de desconcierto y sonrío.
“Ven al baño ahora mismo”, lees en tu movil
“Abre”, leo en el mío.
Y es cuando se abre esa puerta cuando el mundo empieza a girar. O al menos mi cabeza y mi cuerpo dan vueltas.
Ambos nos lanzamos el uno contra el otro dejando libre todo lo acumulado, mientras nuestras bocas se aprenden nuestras manos dejan la piel libre para que se encuentren nuestros cuerpos. Nos fundimos en uno. No hay tiempo, no hay nada.
Te sientas y me llevas para que me siente encima tuyo y no hay fisuras. Nuestros cuerpos encajan, entras dentro de mi sacando mi aire en un gemido que te hace taparme la boca mientras ríes.
“Shhhhh”, me dices
Y ambos nos reímos enterrando la boca en el cuello del otro…
Tus manos sujetando mi cuello, tu lengua recorriéndome hasta llegar a mi pezón donde te deleitas.
Me muevo contigo dentro de mi, buscando darte placer, sentirnos, grabarnos. Mi piel está erizada, tu boca y tus manos me acercan más a ti, me muerdes, me acaricias y yo sigo el movimiento hasta que te obliga a parar y tomar aire. Tu gemidos retumban en mi oído, tu voz susurrándome, tu aliento dejando tu huella en mi cuello.
Ya sólo existen nuestras caderas moviéndose de forma rítmica y desesperada, buscando soltar todo el deseo acumulado…y llega, llega como un huracán. Nuestras bocas se unen para ahogar los gemidos del otro mientras nuestros ojos se cierran para aferrarse al momento y grabarlo como si fuera un sueño.
No sé si te volveré a ver. Pero esos azulejos llevarán grabados nuestros gemidos y seguro no serán los únicos