Colegas
Tengo un compañero de profesión que lleva más tiempo en el mundo swinger. Habíamos hablado a veces sobre el tema e incluso fuimos a un club liberal a echar unas cervezas. Un día me invitó a un café y me comentó que había conocido a un matrimonio que quería experimentar con dos hombres. El marido era bisexual pasivo y querían un par de tíos activos para turnárselos en la cama. Le dije que estaba interesado, hizo una llamada y en media hora estaban allí. Eran muy atractivos , ella gordita y especialmente elegante, los dos de conversación amena. Estuvimos hablando de música clásica un buen rato, porque era lo que estaban poniendo en el local. Se les veía cultos. Después de un par de copas nos invitaron a su casa, un bonito chalé independiente a las afueras de la ciudad. Todos con nuestra copa en la mano empezamos a soltarnos y la cosa se calentaba. El marido empezó a comérmela a mí mientras su mujer disfrutaba de la polla de mi amigo. Estuvimos un rato así, recibiendo sus bocas y no sabría decir cuál de los dos me la comía mejor, pero estaba claro que no eran las primeras pollas que se comían a dúo, porque se coordinaban como un equipo. También nos enseñaron sus juguetes, principalmente dilatadores que insertamos en sus culetes con un poco de lubricante. Pusimos a los dos a cuatro y les dimos unos cachetes para relajarles los glúteos. Mientras la parejita se comía la boca, sus culitos en pompa nos la pusieron bastante duras. Desinstalamos los dilatadores y les insertamos nuestras churras después de colocarnos nuestros condones. Cambiábamos de culete siguiendo sus indicaciones. Sus suspiros y gemidos me ponían a tope y, ummm, pasamos un buen rato, debo decirlo. Tenían unos culitos muy cálidos y apretaban muy bien, parecían entrenados. Después de corrernos nos dimos un baño en la piscina. La felicidad consiste en eso, abandonarte al placer... Una buena conversación, buena música, dos culitos tragones y una piscina azul como el mar.