La foto
Habíamos quedado en intentar emular una foto suya con la cámara, controlando un poco mejor el fondo, que en este caso sería completamente negro. Iluminación muy tenue, de manera que resaltara sobre todo pelo y su piel, me rozó al pasar a mi lado, dejándome inmerso en el dulce aroma que desprendía.
Me quedé absorto, viéndola mover sus curvas, sabedora ella del poder que tenían, se colocó ante la cámara y al girarse a mirarla y sentarse en el taburete que habíamos preparado para ello, me fijé en que su camisa vaquera estaba algo más abierta que antes.
Por la abertura, se descubría la tersa piel de su pecho, sin sujección alguna, libre y desafiante como pidiendo permiso para salir y aparecer en la escena.
Miré por el objetivo y sólo era capaz de fijar mi mirada en aquel punto. Al fin conseguí realizar el encuadre, me acerqué y la giré ligeramente, para realizar el perfil con la cabeza girada a la cámara, esa imagen como desafiante, como no me importa nada y por eso me pongo del lado, pero giro la cabeza mirando con poderío.
La imagen era casi perfecta, pero me faltaba un detalle, me acerqué.
¿Puedo? Pregunté acercando mis manos a la blusa que ahora se había casi cerrado.
Haz lo que quieras – respondió.
Una corriente de nerviosismo me recorrió en aquel instante, mientras mis manos entreabrían la camisa lo justo para que reapareciera ese pecho sin llegar a verse su pezón.
Me volví y me coloqué tras la cámara, la imagen ahora era perfecta, y en ese momento sentí que ella me preguntaba:
-¿sólo eso? - Mientras me lanzaba una mirada pícara.
Así empezábamos aquella sesión de fotos.