Desnudémonos
Desnúdame, Pasa tu mano por el tirante de mi vestido bajándolo sutilmente por mi hombro mientras mis pechos quedan descubiertos ante tus ojos.
Con el dorso de la mano acaricia mi pezón pinzándolo entre corazón y anular. ¿Sientes el placer en mi mirada? Estira ese placer, hazlo tuyo, retuércelo entre tus dedos, juega con él y haz que salga de mí en forma de gemido. Sostenlo, nútrete de él, utilízalo según tu antojo.
Desnúdate,
Déjame saciar mi sed con el sabor salado de tu piel con mi lengua recorriendo cada centímetro de ti. Quiero sentir el placer a través de tus ojos. Quiero tenerlo en mis manos, manipularlo, dominarlo y controlarlo ad libitum.
Desnudémonos,
despojemos cuerpo y psique, desbordémonos enteros, ¿o acaso tienes miedo a sentir?
Siéntelo, esta batalla ya no puede parar, la razón se hizo a un lado y la lujuria tomó las riendas de nuestro ser dejándonos enteramente a su merced.
Guerra de gemidos, pugna que no queda impune en esta contienda entre tu placer y el mío. Cruzada en la que el sentido acaba en éxtasis y la lógica ahogada en un jadeo.
Nunca la pérdida en la batalla fue tan inexorable y placentera.
No te vistas aún, deja tiempo a la paz, placentera y dulce, que deja la revolución a la que nuestros cuerpos nunca se resisten.