Tengo ganas.

El teléfono se iluminó sobre la mesa y Juan desbloqueó la pantalla para leer el mensaje.
"Tengo ganas de follarte".
Tal cual, sincera y directa. Un escalofrío recorrió su espalda y sonrió. Cogió el teléfono y meditó su respuesta.
"¿De follarnos o de follarme?" Respondió él mientras sentía cómo comenzaba a tener una erección.
Si de excitarle se trataba, ella tenía un don, no fallaba. De alguna mágica manera, siempre daba con el modo y momento ideal para provocarle. Aquel día no fue una excepción.

El calor estival y el aburrimiento del teletrabajo habían revolucionado su líbido y aquel mensaje había prendido la mecha. Ella lo sabía. El teléfono volvió a iluminarse. Al desbloquearlo apareció ella mirando con picardía a la cámara con un ceñido top negro que se ajustaba perfectamente a su pecho. Acto seguido, el teléfono volvió a iluminarse. "¿Qué tal me queda?" Juan no podía creer el magnético poder que aquella mujer ejercía sobre él.

"Creo que te follaría yo a ti". Respondió él sin titubeos. "Ah, ¿sí?", respondió ella adjuntando una foto en la que se la entreveía de cuerpo entero jugando con el reflejo de un espejo levantando levemente la pierna mientras se ajustaba unos zapatos negros de tacón. En la cabeza de él comenzó a burbujear una excitante sensación que hizo que bajo el escritorio su erección fuera algo más que una amenaza mientras sus dedos jugueteaban con sus labios.

"Creo que nos follaríamos". Escribió él haciendo una foto del espectáculo bajo el escritorio. Ella respondió con una foto en la oscuridad de su aparcamiento en la que se la intuía agachada en el asiento del copiloto con la minifalda un poco subida. Juan abrió su pantalón y comenzó a masturbarse mientras escribía "¿Sabes que me estás provocando mucho?" A lo que ella volvió a responder, "¿Ah, sí?" Y se hizo una foto delante del coche mordiéndose un dedo con cara de inocente. Acto seguido, volvió a escribir "¿Cuánto es mucho?" Él volvió a fotografiar el espectáculo bajo el escritorio mostrando que en la pantalla del ordenador estaba teletrabajando.

Los dos entraron en un bucle de mensajes y excitación que iba en aumento por minutos hasta que ella envió un mensaje "Me gustaría que estuvieses aquí follándome la boca" tras el cual, envió una foto en la que se la veía a cuatro patas en el asiento trasero de su coche mientras alguien se la follaba. Tras la imagen, otro mensaje, ahora de audio en la que, entre gemidos y jadeos se la escuchaba decir: "Quiero oír como te corres". Aquello hizo que Juan no pudiese más y, pulsando el botón de los mensajes de audio, se grabó describiendo para ella lo que iba sucediendo paso a paso, entrecortadamente entre jadeos, provocados por su propia excitación. Poco después recibió un vídeo en el que se veía como aquel top negro era salpicado de esperma y Juan, con los ojos abiertos como platos, se grabó en video gimiendo al mismo tiempo que sentía un borboteo caliente y espeso escurriendo sobre su mano.

"Me encanta que te corras para mí. La próxima vez, lo quiero ver en persona".