A través del espejo. Pt.4.

****f79 Hombre
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A través del espejo. Pt.4.
El cóctel de oxitocina que recorría el cuerpo de Macarena la sumió en un dulce sueño que apenas se vio alterado cuando llegaron a su casa y se tumbó en la cama directamente a pesar de que se acababa de ir el sol. Él se sentó medio vestido a su lado, estirado con la espalda apoyada en el cabecero y la abrazó. Adormilada, ella se acurrucó abrazándolo. Se quedaron dormidos mientras el aire de colaba a través del balcón que daba al patio llenando la habitación del olor del jazminero.

Macarena despertó en mitad de la noche al sentir un cuerpo sedoso que se recostaba a su lado. Medio dormida sintió sobre su cuerpo los restos del encuentro sexual que había mantenido horas antes y percibió la tirantez en la piel y el aroma del esperma sobre su pecho. Miró la imagen que le devolvía el espejo del vestidor que había frente a la cama. La onírica y mágica luz de la Luna que se filtraba entre los visillos, reflejaba las siluetas superpuestas de tres cuerpos sobre la cama y los deseó.

Agarró la cadera de ella y disfrutó viendo cómo su mano subía y bajaba recorriendo la suave piel hasta el hombro. Fue variando el recorrido de su mano según sus ojos descubrían detalles que la atraían. De repente, su atención se concentró en la redondez que le otorgaba a su pecho aquella luz y la forma de su pezón. Deseó tocarlos y pasar sus labios por ellos. Aquel deseo la encendió y sintió una suave contracción en su perineo.

Macarena apartó la rubia melena que tenía ante ella y besó su cuello. Su olor entró por la nariz y sintió su suavidad invadirla. Ella se arqueó con gusto y dirigió sus manos sobre sus pechos. Estaban calientes y tersos, sus pezones erectos. Al pasar su mano sintió una suavidad como no había sentido nunca y apretó sin disimulo aquellos pezones que habían acaparado toda su atención. Su piel se erizó y percibió un cambio en la respiración de aquel pecho que la invitó a recorrerlo y un impulso a morder su cuello. Un gemido la indicó que estaba logrando su objetivo y repitió uno por uno sus movimientos con más fuerza pero más despacio. Sus cuerpos se fueron acoplando y, aunque su deseo y su atención estaban concentrados en ell de manera que recorrer aquel cuerpo acaparaba toda su mente, sintió en su culo un calor enorme y una mano que tiraba de su cadera aumentando esa sensación. Aquel tirón hizo que los músculos de su espalda se tendrán obligándola a arquearse apretando sus glúteos a aquel miembro caliente y sus pechos a la espalda desnuda de ella.

Como si una bocanada de aire cálido hubiera entrado en la habitación, los tres aspiraron y gimieron al unísono marcando el comienzo de un festival de besos. Sus bocas y lenguas viajaban de unos labios a otros. Sus dientes se clavaban en sus cuellos y sus manos volaban sobre sus cuerpos sin distinción. Macarena, sin tener muy claro si aquello era fruto de su imaginación, se abandonó directamente al placer que aquel miembro le prometía apretado contra su culo y se dio el gusto de manosear indecentemente aquellos preciosos pechos que veía en el espejo. Los cuerpos se recolocaron y las fuertes manos de él tomaron sus caderas para, con rítmico tesón, penetrarla con fuerza y profundidad mientras las manos de ella se abrían paso entre sus labios vaginales. A pesar de la cercanía de los anteriores orgasmos, su excitación era tal que no tardó en correrse tirando de los cuerpos que la rodeaban para que la envolviesen completamente con sus cálidos y suaves cuerpos.

Cuando se hubo calmado, agarró el duro miembro de él, lo siguió acariciando con su mano mientras bajaba hasta los pies de la cama para colarse entre las piernas de ella. Ellos quedaron tumbados bocarriba frente a ella y comenzaron a besarse y acariciarse mientras Macarena suavemente fue besando aquellas suaves piernas hasta alcanzar su pubis. Allí siguió besando suavemente sobre la piel hasta que aquella vulva sonrosada se abrió como una flor abre sus pétalos lentamente. Con dulzura sacó la lengua y fue separando uno por uno cada pliegue disfrutando de su suavidad. Cuando sintió que comenzaba a contraerse, pasó a jugar del mismo modo con su ano. Cuando los delicados y pequeños movimientos circulares de su lengua comenzaron a provocar que aquel culo comenzara a vibrar, la provocó con sus dedos. De su lengua tomo unos hilos de saliva y fue lubricando aquellos espacios que lentamente las yemas de sus dedos invadieron. Levantó la vista y vio como, totalmente excitados, los dos se besaban mientras ella los masturbaba. Giró la cabeza buscando el reflejo del espejo y vio la morbisísima escena que protagonizaban los tres. Cuando Macarena se dio cuenta de lo excitante que resultaba aquella escena vista desde fuera, volvió a encenderse y quiso protagonizarla de nuevo.

Se levantó, tiró del brazo de ella y, mientras la besaba con fuerza, la colocó a horcajadas sobre él y, como no había soltado en ningún momento, colocó aquel glande hinchado y la.hizo descender sobre él. Luego, se coloco ella misma sobre la boca de él. Los besos y toqueteos no cesaron y sus caderas no tardaron en empezar un sensual baile sobre él mientras con sus manos acariciaban los pechos de la otra. Macarena tiraba de los pezones con fuerza obligándola a saltar sobre él provocando gritos de placer cada vez más fuertes. La excitación era tan grande que hacía que ella también moviese sus caderas alocadamente sobre la cara de él que movía su lengua frenéticamente intentando alcanzar cada rincón. Macarena miró el espejo y, como un artista que contempla su obra antes de culminarla, sintió que llegaba de nuevo al éxtasis y tiró con más fuerza de aquellos preciosos pezones acelerando el mismo proceso para la pareja que la acompañaba. Sus gritos y elmolor a sexo llenaron la habitación. Él gruñía silenciado bajo el culo de Macarena que apretaba con fuerza provocándole cada vez más. Su locura se desató de pura excitación y placer, por lo que comenzó a agitarse tirando de ellas con todas sus fuerzas. Ellas apretaron sus sexos al cuerpo de él mientras se devoraban la boca mutuamente y sus manos forcejeaba con sus pechos. Sus orgasmos fueron llegando por oleadas, más de uno en algún caso, aunque nadie se atrevería a asegurar a quien pertenecía. Muy agitados, fueron volviendo a la calma poco a poco mientras desacoplaban sus cuerpos y, derrotados, se volvieron a tumbar abrazados quedándose dormidos casi al instante.
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