Escenas de un matrimonio (II)
Escenas de un matrimonio (II)Bea y Eloy estaban desayunando en la terraza. Era un domingo y acostumbraban a hacer largos desayunos disfrutando de la mañana charlando o leyendo algún libro. Bea leía el cómic “Historias inconfesables” de Ovidie y Jérôme d’Aviau mientras que Eloy tenía en sus manos “Opening Up” de Tristan Taormino. Llevaban poca ropa y el sol acariciaba sus pieles. Aquella terraza era lo que les había convencido a comprar aquella casa. Se habían enfrascado a hablar sobre las relaciones:
Bea: Es que parece como si hubiera un patrón: Conocer a alguien, volverte loca, encumbrar a esa persona, enamorarte locamente, estabilidad emocional y aburrimiento; a algunas les dura más y a otras menos; y volver a empezar, conocer a otra persona, volverte loca y aburrirte otra vez…
Eloy: Bueno, nosotros llevamos casi quince años juntos y yo no me he aburrido
Bea: ¿Sabes por qué?... Porque nosotros hablamos
Eloy: ¿Hablamos?... ¿La gente no habla?
Bea: La gente no habla, la gente no sabe hablar, la gente tiene miedo a decir lo que siente… y por supuesto, se compran todo el paquete del amor romántico de que una sola persona te lo puede dar todo: ser una buena persona, una gran amistad, ideal en la convivencia y encima que folle bien… ¡forever!
Eloy: Ya, tienes razón, la gente no folla, digo, no habla
Bea: ¿Tan difícil es decirle a tu pareja lo que te gusta?
Eloy: Ya, yo creo que la gente también se siente intimidada, es lo que tú dices, tiene miedo
Bea: Pero podrían intentarlo, ¿no?... A ver, Eloy, ¿tú qué quieres?
Eloy: Uff… Ahora mismo te comería la polla
Bea sonrió traviesa –Espera que ya vengo-.
Bea entró en la habitación, abrió el armario y localizó la mochila de deporte en la que guardan los juguetes sexuales. Cogió el strap-on, se quitó las bragas y se colocó el arnés dejando una realística polla de silicona apuntando hacia delante. Volvió a la terraza de esta guisa y se apoyó en la mesa, notó el cristal frío sobre sus glúteos y el calor de la situación en su pecho.
Eloy se arrodilló sobre el suelo y con su lengua empezó a lamer aquel grueso pene de gran tamaño. Lamía desde la base hacia la punta, lo lubricó con su saliva hasta que, por fin, abrió la boca y se metió el glande entero dentro de sus labios, jugó con su lengua sobre el glande hasta que se introdujo toda la polla de Bea en su boca, al menos toda la que le cabía. En ese mismo instante, aprovechando la saliva que había en aquella verga, mojó sus dedos y empezó a acariciar los labios de la vulva de Bea. Eloy, ahora, se follaba con brío aquella polla con su boca mientras uno de sus dedos ya había penetrado el coño de Bea. El dedo disfrutón de Eloy ya estaba dedicado al punto g de Bea mientras su boca intercambiaba lamidos y succiones en la polla de Bea.
Bea: ¿Quieres que te lo meta?
Eloy: Me apetece mucho cabalgar, pero con este no que es muy grande, con el bisexual
Con el bisexual, Eloy, hacía referencia a otro dildo mucho más pequeño y que tenía los colores de la bandera bisexual. En vez de ser una polla realística era un dildo anal con la típica curvatura de los mismos y de un tamaño mucho menor.
Bea: Vamos a la cama
La pareja llegó hasta su cama, Bea cambió el dildo del strap-on y se acostó boca arriba. Eloy la rodeó con sus piernas, cogió lubricante que puso sobre el dildo y sobre su ano y colocó la punta de este sobre el mismo. Con una mano dirigía la introducción del pene de Bea y con la otra mano ayudaba al movimiento de sus caderas situándola sobre el pecho de Bea. Poco a poco la sonrisa de Eloy iba agrandándose al compás de cómo se introducía el dildo. Bea acariciaba y masturbaba a Eloy mientras este cada vez movía y cabalgaba a Bea con mayor velocidad.
Eloy empezó a gemir con más fuerza y Bea le masturbaba con la misma intensidad hasta que Eloy tembló con su orgasmo y eyaculó sobre el vientre y los pechos de Bea.
Tras un breve momento en el que Eloy se recomponía de su letargo Bea le dijo: -Pásame el satisfayer de la mochila-. Eloy cogió el satisfayer y el “turquesa”, el dildo que llamaban así por su color. Bea accionó el succionador sobre su clítoris y Eloy comenzó a lamer su semen que todavía estaba sobre los pechos de Bea. Seguidamente se metió en la boca el turquesa para salivarlo y situó la punta en la abertura del coño de Bea. Poco a poco fue introduciéndolo a demanda de Bea y esta subió la potencia del succionador. Más pronto que tarde el cuerpo de Bea también convulsionó con su orgasmo.
-Ostras, ostras, ostras-. Decía Bea mientras eyaculaba una considerable cantidad de líquido e intentaba salir de la cama para que cayera sobre el suelo.
Ambos se miraron y rompieron a carcajadas al volver a caer en la cuenta de que siempre les da igual poner una toalla en el momento de excitación pero que oportuna hubiera sido cuando la eyaculación de uno o de otra les obligaba a cambiar las sábanas, pero qué más daba, pensaban ellos alborozados de placer.