Un encuentro fortuito de verano (iii)

Un encuentro fortuito de verano (iii)
Llegamos al apartamento que se encontraba en la planta baja de lo que se entendía que en el pasado había sido un bajo grande que ahora estaba dividido en diferentes estancias para el alquiler. Dentro había dos partes, una zona grande para la cocina y el comedor, otra para la habitación y el baño.

¿Quieres tomar algo? - dijo Ana
Sí, un agua fresca estará bien - dije.
Yo lo preparo - dijo Thomas - vosotros poneros cómodos.

Ana me cogió de la mano y pasamos a la habitación. Era grande, con una cama de matrimonio, un sofá, televisor y un baño amplio.

Os dejo aquí las bebidas y os dejo un ratito a solas - dijo guiñando el ojo.
Gracias - dijimos Ana y yo.

Ana dejó sus cosas el armario y apagó la luz del techo, agachándose para encender la luz de noche. Me excitaba mucho la silueta de su cuerpo que antes había visto en la playa desnuda ahora definida por la ropa. Se me acercó, me pasó los brazos cruzándolos por detrás del cuello y nos fundimos en un beso largo y húmedo. Durante el beso nuestras manos empezaron a explorar nuestros cuerpos de manera libre: la espalda, el culo, las entrepiernas, el pecho… Entonces le quité su camiseta y vi que llevaba un sujetador negro bien bonito, ella hizo un gesto con las manos y se lo quitó por completo. Entonces, dándole un beso más, empecé a acariciar sus pechos, notando como poco a poco sus pezones iban cogiendo volumen.

Ana, perdona que pare un momento - le dije.
Dime.
Me gustaría mucho darte un buen masaje antes de nada, a mí me pone mucho la idea, pero si a ti, ningún problema.
¿Un masaje? - se dejó caer en la cama - Déjame bien relajada, pero no me duermas que tengo ganas de disfrutar de ti esta noche.
Hecho - dije entusiasmado.
Túmbate de espaldas, pero necesitaré que te… - se desabrochó el pantalón y se quedó en braguitas - eso justo, jeje.

Cogí el aceite que había traido por si se daba la ocasión y empecé dándole un masaje en la espalda. Rocié el aceite y acontinuación lo esparcí suavemente sobre toda la piel de su espalda. Empecé el masaje por la parte superior y fui bajando, después pasé a los brazos, manos y volví a la espalda. Me iba acercando cada vez más a su culo, cuando decidí bajarle sus braguitas, ayudándome ella levantando las caderas. Ahora estaba completamente desnuda. Pasé a masajear sus nalgas con la consecuente excitación. Mis palmas de la mano se extendían y los dedos pulgares hacían círculos concéntricos, buscando acercarse a los labios de su vagina. Notaba como Ana empezaba puntualmente a mover ligeramente su pelvis de arriba a abajo. Luego, continué por sus piernas hasta llegar a sus delicados pies. Entonces le pedí que se diera la vuelta e hice el camino a la inversa. Ahora masajeaba sus muslos, desde las rodillas hasta la pelvis, de nuevo abriendo mis manos y ejerciendo una ligera presión conforme subía y al tiempo que ralentizaba la velocidad para pasar suavemente los pulgares de nuevo sobre sus labios que ahora estaban totalmente a vista. Poco a poco, fui centrándome solo en la pelvis y acariciando ya sus labios, dejando pasar mis dedos por encima de ellos, cuando noté que su vagina empezaba a mojarse levemente.

Ana, después continuo en esa parte, pero me apetece mucho darte un masaje en el pecho.
Adelante - dijo muy relajada.

Me senté sobre su cintura quitándome el pantalón y quedándome en ropa interior y lubriqué su torso dejando caer gotas del aceite por su pecho y abdomen. Entonces me incliné hacia ella y empecé a besarle el cuello, por detrás de la oreja. Con mi cabeza empujé ligeramente la suya hacia el otro lado para besar la otra parte del cuello y mordisquear muy suavemente su lóbulo. Entonces busqué su boca y nos volvimos a besar muy lentamente, iniciando y finalizando cada beso con mucha delicadeza, sintiendo cada parte de nuestros labios y nuestra lengua en cada húmedo encuentro. Nos fundimos en un abrazo y noté como su pelvis se frotaba contra la mía y yo acompañé sus movimientos. Nuestras respiraciones eran lentas per profundas e intensas.

Voy a continuar - le susurré.
Por favor.

Me incorporé de nuevo sobre su cintura y empecé a acariciar sus pechos, jugando ligeramente con la yema de mis dedos con sus pezones, que estaban bien resaltados y duros. Entonces su mano se posó sobre mi pene y empezó a tocarlo mientras yo disfrutaba dándole placer en sus senos.

Quítate ya la ropa interior - me dijo
Voy, pero estoy algo mojado e igual…
Yo también lo estoy.

Me quité la ropa interior y cuando me iba a sentar sobre ella de nuevo me hizo acercarme más, tomó mi pene con sus dos manos y empezó a masturbarme.

Ufff, Ana, no sabes qué ganas tenía de sentir tus manos sobre mi pene.
¿Sí, te gusta?
Mucho… no sé lo que aguantaré.

Entonces, se incorporó un poco y empezó a chupar el glande, haciendo suaves pasadas con su lengua. Con la mano estiró hacia la base del pene toda la piel y lo introdujo en su boca.

Ana si sigues así… ufff, no sé si voy a poder aguantar mucho más.
¿No? - dijo sonriendo.

Entonces se puso de rodillas sobre el colchón y yo hice lo mismo. Me cogió con una mano por el cuello besándome, mientras con la otra me masturbaba. Yo hice lo mismo. Tenía la vagina bien mojada y sentí como mis dedos resbalaban con facilidad a través de sus labios y su clítoris.
Los dos empezamos a jadear y a emitir gemidos de placer.

Ana, te quiero follar.
Fóllame, querido.
Llevo condones - le dije.
¿Te apetece sin? - me dijo.
Ufff… por supuesto.

Con sus manos me invitó a tumbarme se posó sobre mí, cogiendo mi pene y acercándolo a su vagina, masturbándose con él. Qué sensación de humedad tan agradable, notar como lo deslizaba alrededor de su vagina y cada vez iba tentando más y más la penetración. Vi como su espalda se arqueaba hacia atrás y su cuello también y con la mano sobre mi pene empezó a penetrar su vagina suavemente sin dejar de masturbarme a mí también.

Ana, no pares, eres increíblemente sexi - le dije excitado.

Ana seguía gimiendo y aumentado el ritmo de su respiración. Entonces posó sus dos manos al lado de mis rodillas y pude ver perfectamente su vagina y mi pene compenetrados en un baile sensual de placer. Seguidamente puse los pies sobre la cama alzando las rodillas para acercarla sobre mi pecho.

Tengo muchas ganas de besarte y estoy a punto de correrme, Ana.
Sigue, más, más.

Ana empezó a jadear con fuerza, se levantó un poco ayudada de un brazo mientras con el otro empezó a masturbar su clítoris.
Yo ya llego - dijo entrecortada.

Cada vez sus gemidos eran más audibles y seguidos. Yo iba a explotar de excitación. No podía creerme que tuviera la suerte de estar compartiendo un sexo tan placentero con ella, disfrutando ambos de nuestros cuerpos. Aceleré mi ritmo y entonces Ana empezó frotar su pelvis contra la mía al tiempo que yo empecé a correrme dentro de ella. Qué sensación tan agradable notar como mi semen era expulsado dentro de su agradable, sedosa y caliente vagina.

Ahhh, Ana - dije con un gran suspiro.
Dime - mientras aún gemía.
Eres increíble.

Bajó de nuevo, nos fundimos en un abrazo y buen beso mientras aún nuestras caderas hacían movimientos como cuando después de una gran tormenta aún se escuchan los truenos alejarse. Me había corrido dentro de ella y, a medida que me iba relajando, podía sentir el calor de nuestros cuerpos así como su vagina húmeda y caliente.

Me has excitado muchísimo con tu masaje. Quiero repetir.
Yo también, pero si te soy sincero necesito un momento para volver a estar disponible.

Todavía nos encontrábamos jadeando, cuando me percaté que Thomas, nos estaba observando semidesnudo desde la puerta de la habitación.

Creo que me toca ahora a mí - dijo acercándose a la cama.
****ta Mujer
1 Publicación
Necesitooo maaaaaasssss 😳😳❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥
****_97 Hombre
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