como la madalena de Proust
Teníamos una cara pegada a la otra y nos besábamos, nos mordisqueábamos, la lengua corría alrededor de los labios y todo era como comer golosinas. Y de repente, un gemido tuyo ha convertido tu aliento en brisa y me ha regalado el aroma del puerto de Cambrils, con los barcos llegando a las cinco de la tarde cargados de cajas de pescado y hielo desmenuzado y los pescadores acabando de limpiar la cubierta, tirando restos de peces que no van a ser subhastados y quedaran flotando en la superficie del puerto, entre manchas de gasoil de los motores todavía calientes, como nuestros cuerpos. Mira tú qué viajes nos da cuando compartimos el placer...