Un encuentro fortuito de verano (ii)
Llegué al restaurante y ellos ya estaban sentados. Qué guapa era Ana al natural, pero si algo hacía que todo fuera sencillo era la simpatía de ambos. En ese momento pensé ‘vamos a disfrutar de conocerlos y si no va a más, me llevaré esta buena experiencia’. Vino la camarera y nos tomó nota de la bebidas. Ana estaba sentada en una especie de sofá que recorría el lateral del restaurante, mientras Thomas estaba en un lateral de la mesa y yo justo enfrente a ella. Empezamos a hablar de a qué nos dedicábamos, de dónde éramos cada uno, de qué nos gustaba hacer en nuestro tiempo libre. Para mi sorpresa teníamos bastantes cosas en común. Entonces llegó la camarera y para tomar nota de la comida.¿Os parece bien si compartimos? - dijo Thomas.
Por mí bien - acompañó Ana.
Adelante ! - dije yo.
Durante la cena seguimos compartiendo anécdotas, hasta que Thomas decidió cambiar de tema.
Bueno, ¿y a ti qué te trae por estos mundos?
La verdad es que es una mezcla de morbo, excitación e interés por conectar con otras personas de una manera diferente e íntima.
¿Y qué tal te ha ido?
Pues he tenido más bien poca experiencia, en las redes sociales no siempre resulta fácil conectar.
Ya, a veces la gente no es siempre amable o educada.
Sí, eso me desconcierta un poco, aunque tengo que decir que he tenido buenas conversaciones y contactos que han valido la pena la experiencia. ¿Qué tal ha sido para vosotros?
Muy bien, ¿has visto nuestro blog, no?
Sí, me parece un lugar muy especial donde contáis vuestras experiencias con mucho mimo, sensualidad y respeto.
¿Te ha gustado, entonces? - intervino Ana.
Sí, sí, estoy deseoso de leer alguna experiencia más… bueno y las fotos me han gustado mucho también - dije con una sonrisa un poco retraída de rubor.
¿Sí?
Sí, no sé, me pareces, y a muchos otros también, muy guapa y sensual.
Gracias - dijo Ana.
Entonces, decías que todavía no tenías demasiada experiencia - dijo Thomas.
Pues no, ¿para qué os voy a mentir? Admito que me apetece mucho tener más pero me pone un poco nervioso - dije.
Bueno, cuando tiene que ser, será fácil - dijo Ana.
En ese mismo momento empecé a notar como el pie de Ana empezaba a acariciar mi pierna desde el empeine y poco a poco iba haciendo movimientos hasta subir a la rodilla.
Ya, tienes toda la razón, si hay química la hay y si no, no hay nada que forzar.
Así es Mario - dijo Thomas - si no, no suele valer la pena.
Mientras Thomas continuaba hablando, sentí como el pie de Ana seguía acariciando mis piernas y llegaba hasta los muslos, estaba nerviosos pero estaba empezando a tener una erección. No podía concentrarme demasiado en lo que Thomas me decía y miré a Ana unos instantes mientras me dedicaba una sonrisa tranquila. Entonces llegó la comida a la mesa. Todos nos recolocamos un poco en nuestros asientos y empezamos a cenar. Para entonces la pierna de Ana había vuelto a su sitio y me quedé con ganas de más.
La cena estaba riquísima, intercambiamos algunas de nuestras anécdotas sexuales, reímos un buen rato y también compartimos qué era lo que nos excitaba más, cuáles eran nuestras fantasías sexuales. Claro, ellos con más experiencia, ya habían cubierto bastantes deseos sexuales, pero se les veía una pareja muy sana y con un apetito sexual que habían sabido cuidar y mantener a lo largo de su relación, qué suerte !
Antes de llegar el postre todos fuimos al servicio por turnos. Cuando me quedé a solas con Thomas, me dijo:
¿Estás a gusto? ¿Te gusta Ana en persona?
Sí, claro - le dije sin dudarlo.
Venga ! Pues toma la iniciativa.
A la vuelta de Ana, empezamos a comer el postre y decidí entonces ser yo quien acariciara su dulce piel de la pierna con mi pie. Al instante me miró, y deslizó la suya sobre la mía. Fue ahí cuando dejé que mi mano buscase su pie entre mis muslos y empecé a tocarlo y masajearlo. En poco, su pie estaba buscando mi pene y el masaje era mútuo.
¿Os parece bien si vamos a tomar algo? - dijo Ana.
Venga, vamos - dije yo. ¿Vamos cerca? - dije.
Claro - dijo Thomas.
Pagamos la cuenta y para la salida Ana me había tomado su mano por el hombre y me había dado un beso en la mejilla, que le devolví muy alegremente. Callejeamos un poco por el centro y enseguida vimos un par de sitios donde tomar una copa. La fachada de piedra y acristalada de uno de ellos fue el lugar elegido, dentro había bastantes clientes. Era pequeño pero estaba divido en tres alturas, la zona de entrada, una zona baja y una zona un poquito más elevada, todas con techos no muy altos. Bajamos los poquitos escalones, buscamos una mesa y nos sentamos. Eran mesas altas, con taburetes para sentarse.
¿Qué queréis tomar? - preguntó Thomas.
Ya sabes - indicó Ana.
Un caipirinha y si no hay, un agua con gas - dije yo.
Nos sentamos en la pequeña mesa redonda, y Ana acercó su taburete al mío.
¿Qué haremos esta noche? - dijo Ana con una sonrisa.
Eh… pasarlo bien - dije entrecortado.
Jejeje, ¿no te gusto? - dijo ella.
Sí, sí, claro, es más, me impones un poco - le confesé.
¿Sí?
Sí, eres guapísima, simpática, y ¿sabes qué pasa? Que había estado viendo tus fotos, fantaseando con ellas…
¿Has echado algún que otro buen ratito con ellas?
Mmm… bueno, las he usado para imaginar.
Cuéntame, ¿cuáles te han gustado más?.
Las de la playa, por ejemplo. Me gusta mucho el tono de piel que tienes, bueno, y ya que estamos… me encantan tus pechos. Perdona, no sé si estoy siendo soez, demasiado directo y debería ser más sutil.
Hola chicos, ya estoy aquí con las bebidas - dijo Thomas, que se sentó enfrente de nosotros dos - contadme, ¿de qué habláis?
Me estaba contando que había estado fantaseando con mis fotos y le había pedido que me contara cuáles le gustan más.
Ahhh, interesante ! - añadió Thomas - sigue, sigue, no te cortes.
Las fotos de la playa - dije - me gusta también cuando lleva ropa interior, sus pechos también me parecen muy bonitos.
Vamos, que te pone cachondo - remató Thomas.
Sí - dije soltando un leve soplido de liberación.
¿Y los vídeos, te gustan? - preguntó Ana, jocosa - Cuéntanos que a nosotros también nos pone saber qué piensas. No te creas que tenemos ese contenido ahí y no nos gusta que lo miréis y hagáis vuestras cosas con ellos.
Sí, tengo mis favoritos, os cuento.
Venga - dijo Thomas.
El que más me gusta es uno en el que estás tumbada desnuda y Thomas de pie desde detrás te está tocando con su mano tu pubis mientras tú con el brazo estirado detrás de tu espalda le estás masturbando. Al poquito él se corre en tu mano. Me encanta esa forma que tienes de hacerlo y cómo le coges el pene.
Ahhh, amigo, qué calentón habrás cogido con ese vídeo - dijo Thomas riendo.
Sí, es de los que más me gustan de ese sitio.
¿Alguno más? - preguntó Ana.
Sí, los que estás en la playa me gustan, ah ! Y también me…
En ese momento sentí como la mano de Ana tocaba mi pierna y sutilmente pasaba por mi pantalón hasta subir a mis genitales y volvía a bajar por el muslo.
Venga, continua - rió Thomas.
Eh, así no vale, no me concentro - protesté yo medio riendo también.
Thomas, el joven ya está empalmado ahí abajo - dijo riéndose Ana.
Aiii, estos jóvenes… jejeeje.
Antes de seguir, y para liberar tensión, decidí hacer el mismo movimiento con Ana. Le puso mi mano sobre su muslo y empecé a acariciar su pierna, y me permití pasar la mano suavemente por encima de su pubis también. Creo que en la mesa del lado alguien se había percatado de lo que estaba pasando.
Mira, me gusta un vídeo en el que estás masturbándote con unos juguetitos y por fin se te escucha gemir de placer - ya está, ya me había sincerado con ella.
¿Tú gimes? - me preguntó Ana.
Pues sí, me gusta expresar el placer también, creo que cuando se expresa se siente más intenso, mientras que si te lo callas mm…
Es como si no lo liberas del todo, ¿verdad? - dijo ella, que para ese momento ya manoseaba por encima del pantalón mi pene con movimientos suaves, tomándolo con la punta de sus dedos y después dejando bajar su palma hasta la base de este y repitiendo ese movimiento una y otra vez lentamente añadiendo cierta presión en algún momento.
Exacto, es como dejarlo ir en todo su potencial.
Jejeje, vaya dos poetas - cerró Thomas riendo.
Me gustaría besarte - dije de manera inesperada.
Hazlo - dijo ella girando su cabeza hacia mí y acercándose.
Nos miramos a los ojos, sonreímos un poco ambos y cerrando los ojos buscamos tentativamente nuestros labios. Nos dimos un primer beso suave, lento, después nuestros labios se separaron y volvieron a juntarse buscando besar partes diferentes de nuestra boca, una vez, suavemente, otra, hasta que noté como posaba su mano en mi nuca con su dedo pulgar acariciándome. Entonces sentí como su lengua buscaba la mía… qué sensación ! Cómo besaba de increíble Ana. Nuestras lenguas juguetearon recorriéndose húmedamente y entonces nos dimos un beso más.
Qué bueno - dijo Thomas.
Ufff… - suspiré yo.
Muy bien, joven - dijo Ana, contenta.
Os confieso que tanto hablar de lo que me gusta de Ana, sentir tu mano y ahora esto… estoy mojado jejeje - confesé.
Pues qué bien ! Me alegro que estés disfrutanto - dijo Ana.
Ana, perdona, temo no estar a la altura.
Vámonos, lo estás, quiero que estés a gusto - dijo ella. A partir de ahora eres mi pareja esta noche - dijo mientras dejábamos los taburetes, dándome la mano y un beso más en la boca.
Salimos del local y fuimos andando unos quince minutos hasta el partamento donde se hospedaban. Pensaba que salir y pasear un poco serviría para bajar la temperatura, pero Ana me cogió por la cintura, y sentir como su mano la acariciaba me hizo sentir que iba a estar muy a gusto y sentirme seguro. Hice lo propio y le pasé mi mano por su hombro acariciando su cuello al tiempo que le daba un beso en la mejilla y ella replicó con un bonito beso en los labios.