El probador
Era una tarde fresca y de lluvia, de esas de invierno de las que dices: "voy a ir a comprar al centro comercial, no tengo nada mejor que hacer". Y voy, claro. Total, hasta más tarde no he quedado para tomar algo con mis amigos.Al entrar en una tienda de ropa, veo a lo lejos en la sección de mujeres una chica que me llama la atención. Mucho. Y me empiezo a poner nervioso. No puedo evitar lanzar miradas a su cuerpo, a su pelo... Y, claro, me acerco un poco. Hasta que se gira y le veo los ojos...
Creo que, con esa mirada, ya no puede gustarme más y encima...me ha visto mirándola. Qué vergüenza. Así que sigo con lo mío como si nada hubiera pasado. Encuentro algo que podría valerme y voy a los probadores. Me pruebo mi outfit y salgo fuera para verlo con más perspectiva y...
Justo sale ella del probador de enfrente. Preciosa. Un vestido increíble lleva puesto. "Te queda muy bien" me dice. "¡Oh! Gracias" digo muy nervioso pero, a la vez, contento. "A tí ese vestido no solo te queda bien, si no que parece hecho solo para ti. Maravillosa" decido decirle.
Ella sonríe, me da las gracias y se mete en el probador. Decido hacer lo mismo. Me cambio y salgo pero no la veo. Mi corazón está palpitando muy muy rápido y fuerte...pero bueno. Estas cosas pasan. Parece que hacerme ilusiones es lo mío. Decido quedarme el atuendo y voy a pagar.
Cuando estoy en la fila huelo algo que me resulta familiar. "¿Será ella?" me pregunto... Y me giro. Claro que es ella. "Vaya, parece que nos hemos hecho caso" le digo al observar que también va a comprar el vestido. "Y que tenemos que pasar la tarde juntos" me contesta.
No puedo no reír y nos presentamos. Al acercarme a darle dos besos el aroma, su contacto... Hace que empiece a desvariar. Le pregunto si quiere tomar algo. Acepta y vamos a una cafetería. Hay química, se nota. Nos reímos mutuamente. Nos miramos. Nos gustamos. Lo sé. Entonces me dice:
"me he fijado en ti desde que has entrado. Cuando me has mirado el culo. Cuando hemos cruzado miradas. Cómo me mirabas el escote del vestido." Debió notar entonces que me ponía rojo de vergüenza y terminó diciendo "no te preocupes, yo también te he mirado entero".
"¿Por qué no vamos a la misma tienda y terminamos lo que ambos queríamos hacer?" Yo, que nunca pensé me pasaría esto, accedo. Igual no volvía a pasar algo así en la vida...
Volvemos a la tienda, cogemos algo para probarnos (que no ibamos ni a intentar) y nos metemos en uno de los probadores. Yo ya no aguanto más y empiezo a besarla, girándola del hombro y cogiéndole de la nuca, atrayendola a mí. Ella corresponde.
Esos labios carnosos besan fenomenal. Las lenguas se complementan perfectamente en un baile lento pero pasional. Y las manos empiezan a funcionar. A apretarle la espalda. El culo. Las suyas mis brazos, mi espalda... Y mi cinturón.
Lo desabrocha mirándome traviesa y empieza a bajar besándome el cuello y el torso. Me quita el pantalón y, mirándome, la parte de arriba del calzoncillo. Y se ríe. Yo ya estaba duro como una piedra y casi le da en la cara... Se sienta en el banco y me atrae.
Empieza suave besándome alrededor de mi polla. Yo no puedo no mirar. Me encanta. Y esos ojos encima me buscan. Parece que voy a explotar y noto mi miembro que quiere aún crecer más... Ella me sigue besando y se lo empieza a introducir. Lento. Suave. Mojado.
Me acaricia mientras tanto los huevos. La espalda. El torso. Y parece que le gusta. Y a mí más. Pero yo también quiero probarla así que le hago incorporarse. Besarla de nuevo. Un poco más duro. Y le agarro más fuerte mientras le muerdo la oreja y el labio inferior, bajo besándole el cuello, la clavícula... Y le sobo las tetas...bajando mi mano, soltando su botón del pantalón buscando su coño... Que noto caliente y mojado. Pero lo quiero más. Así que juego con ella. Le bajo los pantalones y acaricio la parte baja de su vientre mientras sigo besándola. Le acaricio por encima del tanga maravilloso que lleva y que veo en el espejo. Se lo quito. Y empiezo poco a poco a tocarle alrededor. Lento. Suave. Un poco de labios, un poco de clitoris... Y ahora bajo yo. Con una pierna encima del banco le beso los muslos y me voy acercando poco a poco a su coño. Noto su respiración y su humedad. Y mi lengua empieza a trabajar. Empiezo saboreando ese cielo, aumentando la presión y la velocidad a ratos... Pero quiero más. Así que subo otra vez. Para besarla y ella me dice "métela, por favor" y se da la vuelta, dejándome una visión de su culo en pompa, su cara en el espejo y yo frente a ese monumento que decido conquistar apoyado en el banco.
Primero lento, nos sentimos el uno al otro pero eso no podía terminar así... Por lo que el ritmo y la fuerza van aumentando, mis manos buscan sus tetas, su cuello, su boca... Y su clítoris que toco mientras la atraigo hacia mí besándola. Ella entonces mueve el banco, lo pone al lao mío, me sienta y me monta mirándonos al espejo, observando cómo su culo bota encima mío y sus tetas y su cara en el reflejo del espejo, buscan mi mirada. Pero quiero que disfrute más así que mis manos siguen tocándole. Entonces, en unos espasmos, noto que se aprieta su coño y sé que gritaría por su cara pero recuerda que estamos en un probador... Y menos mal. Después de retomsr aliento, se levanta y empieza a comerme otra vez. Quiere que me corra en su boca.
Así que la dejo hacer. Porque... ¡Madre mía cómo lo hace! "me corro" le digo... Y me mira, con la lengua fuera, las tetas salidas por debajo del sujetador, en cuclillas mientras me saca todo lo que tenía dentro y me mira. Y se lo traga, mientras sus ojos siguen buscando los míos.
Entonces empieza a reírse, a vestirse y yo hago lo propio. "Eres maravillosa" le digo. "Si ño he sido es gracias a ti. ¿Vamos?" "Espera un poco" le respondo, porque necesitaba aire... Y que aquello bajara. Esperamos un poco y salimos, dejamos la ropa que no habíamos ni tocado y nos dice el chico de probadores:
"la próxima vez, que se note menos, anda" guiñándonos un ojo.
Y nos vamos. Nos despedimos. Y no nos volvemos a ver. Porque no nos dimos ninel teléfono, ni las RRSS, ni nada.
Desde entonces, no puedo ver los probadores de la misma manera ni dejar de recordarla cada vez que me pongo la ropa que compré aquel día.