El Primer Roce
Era una tarde soleada,
donde el sol se deslizaba
como caricia dorada sobre la piel.
Te vi por primera vez,
tu mirada, un destello de luz
que encendió mi deseo.
Desde ese primer instante,
sentí la magia en el aire,
una atracción ineludible,
como si nuestros destinos
se hubieran encontrado
en el calor de ese día.
Caminamos juntos,
tus palabras, una melodía,
tu risa, un eco que resonaba
en mi corazón.
El primer roce de tus dedos,
un fuego que se extendía
como lava ardiente por mis venas.
Cada gesto, cada mirada,
alimentaba mi anhelo,
una lujuria creciente
que no podía contener.
El tiempo se detuvo,
y nos perdimos en la tarde,
enredados en un baile
de deseo y pasión.
Las horas pasaron,
y en la penumbra de la noche,
quedó grabado en mi piel
el recuerdo de tu tacto,
la intensidad de tus besos,
una tarde de lujuria
que nunca olvidaré.