Un masaje diferente

*******ini Pareja
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Un masaje diferente
Eran días de mucho trabajo, muchas horas frente al ordenador y muchos ratos del ritmo frenético que nos absorbían el día a día. Ella llevaba semanas diciéndome que debíamos parar y tomarnos un descanso, pero debido a miles de cosas que terminar en el trabajo no había sido posible hacerlo. Un día vimos un anuncio de un centro de masajes que acababan de abrir en la ciudad, y por fin nos decidimos fijar una fecha a finales de mes: en una de nuestras noches de sofá planeamos hacer una visita y miramos diversas posibilidades. Mi mujer me cogió de la mano y me susurro al oído: «Mi amor, déjalo en mis manos». Al oírla me entró un cosquilleo por el estómago y mi cabeza empezó a imaginar cómo podría ser ese día al final de mes. Seguimos muchos días con agobios laborales, pero se llevaban de otra manera ya que sabíamos los dos que al final del mes habría recompensa.

Durante todo el mes pasamos nuestras noches de sofá divertidos, imaginando cómo sería la sorpresa o qué tipo de masaje o experiencia habría reservado mi mujer. Esas imaginaciones nos brindaron momentos de mucha excitación. Recuerdo una de las noches que, imaginando alguna situación, nos empezamos a acariciar nuestras entrepiernas a la vez que los besos se hacían más profundos y calientes. Acabamos los dos desnudos y gimiendo de placer, enroscados con nuestros cuerpos.

Así de excitantes se fueron sucediendo muchas de nuestras noches, hasta que por fin llegó el día señalado. Yo estaba inquieto, porque no sabía con qué iba a sorprenderme. Estuvimos todo el día un poco nerviosos y a la vez excitados, imaginando qué íbamos a encontrarnos. Ya por la tarde, cuando nos disponíamos a vestirnos para acudir al salón de masajes, al ver a mi mujer poniéndose la lencería no pude evitar acercarme a ella y acariciarle los pechos mientras llenaba su cuello de besos y sus oídos de susurros lascivos. Mi polla creció dentro del pantalón y me entraron unas ganas enormes de estar dentro de ella. Mirándonos a los ojos y sonriendo decidimos calmarnos para poder disfrutar cada detalle de la experiencia que nos esperaba.

Y por fin llegamos al salón. Allí nos recibió una chica exuberante. Mi mujer me miró como sorprendida por su belleza e hizo un gesto de aprobación, dándome a entender que si todo el personal era así… La chica nos dio unas instrucciones: nos dijo que podíamos ducharnos, y que después nos tumbáramos en una cama redonda que había en un lado de la habitación. Nada más entrar nos teletransportarnos a otro lugar del mundo. Parecía que estábamos en un palacio con todo tipo de lujos. Una vez tumbados vimos que al pie de la cama había dos antifaces y una nota que indicaba que nos los pusiéramos. Nos miramos y con una sonrisa de complicidad obedecimos. Nos cogimos de la mano mientras los nervios y la excitación crecían.

Escuchamos la puerta abrirse y sentimos unos pasos que se acercaban al lugar donde estábamos tumbados. De repente noté como unas manos empezaban a deslizarse por mi cuerpo. Subían y bajaban, y a veces notaba cómo intentaban abrirse camino por mi entrepierna. Entre los roces y mi mente imaginando lo que podría estar sintiendo mi mujer, la situación se calentó mucho. Todos mis sentidos estaban superalerta intentando descubrir cualquier pequeño detalle de excitación. Sentí una mano que se metía por debajo del culo y llegaba a agarrarme la polla, la cual se empezaba a animar. Oía a mi lado cómo la respiración de mi chica se hacía más intensa por momentos. De pronto me quitaron el antifaz y me susurraron que me diera la vuelta. Lo primero que hice fue mirar a un lado y observar a mi mujer: se mordía el labio y me miraba con gesto de placer. Me excitó muchísimo verla así, y me excitó muchísimo ver cómo una chica exuberante le acariciaba el clítoris, justo en el momento que la empezaba a meter uno de los dedos en su coño. Yo sentí un cuerpo justo a mi lado que se tumbaba junto a mi costado y con su mano me empezaba a masturbar. Miré de reojo y vi que era un chico. Noté su polla pegada a mi pierna, sentí cómo se ponía cada vez más grande. Me giré hacia él y se la agarré al tiempo que me masturbaba. La escena era muy muy morbosa. El chico era joven, y su cuerpo, muy atlético; con su sonrisa hizo que me sintiera muy a gusto. Me giré un poco para que observara cómo la masajista había empezado a comer toda la humedad de la entrepierna de mi mujer. El chico quiso imitar la imagen y se puso a comer mi polla, que estaba muy dura. Podía sentir cómo su lengua chupaba y se deslizaba. Al mismo tiempo, no quería perderme nada de lo que estaba viendo a mi lado, y todo ello hacía que gimiera de placer. Mi mujer no me quitaba ojo, y también vi cómo no quitaba ojo al masajista que me daba placer. Nos miramos y nos sonreímos, y con un gesto de aprobación les indicamos a la pareja que se intercambiasen. La chica, al ver mi polla, miró a mi mujer pidiendo aprobación para sentarse encima, obteniendo un sí. El chico se tumbó encima de mi mujer y, mientras le comía los pechos, le abría las piernas suavemente. Su polla estaba deseando entrar, y poco a poco fue penetrándola. Mi mujer se mordía el labio mientras me miraba y escuchaba de mi boca las palabras «te amo». Eso la hizo abandonarse definitivamente y agarró con fuerza el culo del chico para que apretara más. Al mismo tiempo, la chica seguía subiendo y bajando sobre mi polla. Todo era muy morboso, sensual y erótico. Al cabo de un rato cambiamos de postura: mi mujer se tumbó de lado, y el chico se situó por detrás y siguió follándola mientras sus gemidos se hacían más intensos. Yo me sitúe de lado muy pegado a ella mientras la chica por detrás me masturbaba muy rápido. La boca de mi mujer y la mía se juntaban y nuestras respiraciones se entrelazaban. Justo cuando me iba a correr, noté cómo ella también llegaba al orgasmo. Fue muy intenso y nuestras mirabas mostraban placer y felicidad a partes iguales. Sin darnos cuenta, nos habían dejado solos mientras nos fundíamos en un abrazo.

Fue una experiencia maravillosa, mejor de lo que habíamos imaginado en nuestras noches de sofá. Salimos de allí con una promesa: que cada vez que nuestras mentes y nuestros cuerpos se vieran saturados por el odioso trabajo, buscaríamos una experiencia que nos sacara de la rutina. Fue nuestra primera visita… pero no la última.
*****024 Hombre
86 Publicación
Que buena experiencia y que bien lo habéis contado, espectacular!!!
****es Hombre
28 Publicación
..... Lo primero que hice fue mirar a un lado y observar a mi mujer: se mordía el labio y me miraba con gesto de placer. Me excitó muchísimo verla así, y me excitó muchísimo ver cómo una chica exuberante le acariciaba el clítoris, justo en el momento que la empezaba a meter uno de los dedos en su coño. Yo sentí un cuerpo justo a mi lado que se tumbaba junto a mi costado y con su mano me empezaba a masturbar. Miré de reojo y vi que era un chico. Noté su polla pegada a mi pierna, sentí cómo se ponía cada vez más grande. Me giré hacia él y se la agarré al tiempo que me masturbaba. La escena era muy muy morbosa. El chico era joven, y su cuerpo, muy atlético; con su sonrisa hizo que me sintiera muy a gusto. Me giré un poco para que observara cómo la masajista había empezado a comer toda la humedad de la entrepierna de mi mujer. El chico quiso imitar la imagen y se puso a comer mi polla, que estaba muy dura. Podía sentir cómo su lengua chupaba y se deslizaba. Al mismo tiempo, no quería perderme nada de lo que estaba viendo a mi lado, y todo ello hacía que gimiera de placer. Mi mujer no me quitaba ojo, y también vi cómo no quitaba ojo al masajista que me daba placer. Nos miramos y nos sonreímos, y con un gesto de aprobación les indicamos a la pareja que se intercambiasen. La chica, al ver mi polla, miró a mi mujer pidiendo aprobación para sentarse encima, obteniendo un sí. El chico se tumbó encima de mi mujer y, mientras le comía los pechos, le abría las piernas suavemente. Su polla estaba deseando entrar, y poco a poco fue penetrándola. Mi mujer se mordía el labio mientras me miraba y escuchaba de mi boca las palabras «te amo». Eso la hizo abandonarse definitivamente y agarró con fuerza el culo del chico para que apretara más. Al mismo tiempo, la chica seguía subiendo y bajando sobre mi polla. Todo era muy morboso, sensual y erótico. Al cabo de un rato cambiamos de postura: mi mujer se tumbó de lado, y el chico se situó por detrás y siguió follándola mientras sus gemidos se hacían más intensos. Yo me sitúe de lado muy pegado a ella mientras la chica por detrás me masturbaba muy rápido. La boca de mi mujer y la mía se juntaban y nuestras respiraciones se entrelazaban. Justo cuando me iba a correr, noté cómo ella también llegaba al orgasmo. Fue muy intenso y nuestras mirabas mostraban placer y felicidad a partes iguales. Sin darnos cuenta, nos habían dejado solos mientras nos fundíamos en un abrazo.

Fue una experiencia maravillosa, mejor de lo que habíamos imaginado en nuestras noches de sofá. Salimos de allí con una promesa: que cada vez que nuestras mentes y nuestros cuerpos se vieran saturados por el odioso trabajo, buscaríamos una experiencia que nos sacara de la rutina. Fue nuestra primera visita… pero no la última.

Y así se abrio la puerta para ambos a combinaciones infinitas de placer,... Gracias por un relato tierno y excitante a la vez
***77 Mujer
1.459 Publicación
Maravillosa experiencia que combina el amor y el sexo como se deben combinar.
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