Acelga feliz.
Es fácil vivir tranquilo cuando eres una acelga.Ser un organismo sencillo te quita de muchos dolores de cabeza, si tuviera cabeza, por supuesto.
Tampoco puedo quejarme, ni siquiera estoy en un huerto en medio de la inmensidad.
Soy parte del capricho de un jardín particular: crecer así podría considerarse un lujo para mi categoría vegetal.
También es cierto, que relacionarte con flores y plantas ornamentales no te va a convertir en un ejemplar exclusivo, pero fíjate en la "hoja de roble": de lechuga a casi título nobiliario.
¿Qué adjetivo grandilocuente valdría para una acelga? Un aumentativo quizá... Mmm, no me cuadra ninguno la verdad: "acelgón" suena entre tontorrón y fanfarronada, y teniendo en cuenta que no tengo piernas para moverme por el jardín a pavonearme, de poco me vale.
Mi belleza es discutible, pero me dicen que al menos tengo un propósito interesante en la vida. Un día seré la cena sana de alguien que le alejará del colesterol un día entero, como poco. En cambio los más llamativos no disfrutan de su existencia. Los nardos y los jacintos estresados todo el día a ver quién aguanta más erecto y más colorido. Y los narcisos, qué pereza con su protagonismo.
Las vistas que tengo no están mal, junto a los tomates valencianos, con esas curvas, turgentes y su piel brillante... Quién sabe, jeje, igual acabamos un día en la misma mesa, compartiendo tenedor.
También tengo a la vista la rosaleda, qué belleza tan espectacular... Me hipnotiza cuando las gotas de agua se quedan resbalando sobre sus pétalos aterciopelados...
Son un poco espinosas y andan a veces cabreadas. Una rosa roja me confesó hace poco, que estaba harta de las plantas ornamentales de su alrededor, que ojalá una planta comestible, con las hojas verdes, frescas y anchas y con un tronco bien firme, le separara despacito los pétalos y le acariciara el pistilo.
Los nabos y chirivías que tengo al lado, dicen que se refería a mí, pero nunca se me ha dado bien pillar las indirectas, y los tubérculos siempre tan duros y apretados entre la tierra, tampoco es que piensen con claridad.
Tengo cerca a las margaritas, blancas, amarillas y moradas. Siempre contentas, bailando, abriéndose y cerrándose según avanza la luz del sol. Son divertidas y me hacen reír. Son muy ocurrentes y me dicen que a ver qué día me uno a sus fiestas. Las malas hierbas dicen, que están así porque se juntan con las plantas aromáticas, que son una pandilla de hippies, todo el día de orgía.
He de reconocer, que este jardín es la mar de entretenido, y al final, creo que soy una acelga con suerte. Sí, soy un vegetal bien plantado