Simplemente
Soy un hombre de gustos sencillos y de placeres profundos. Aprendí que el deseo a veces hace promesas que el placer no puede cumplir. Es fácil caer en la trampa de anhelar lo que no tienes, pero no te confundas, no estoy diciendo que debamos renunciar al placer de la caza y los juegos de seducción. Lo que quiero decir es que, si no eres capaz de disfrutar de lo que tienes y de los pequeños detalles, esa búsqueda constante puede dejarte vacío e insatisfecho. Pero, si eres capaz de apreciar lo sencillo, descubrirás que los pequeños detalles son los más grandes y que son los que tejen la tela de las experiencias. La sencillez me enseñó que los buenos placeres se disfrutan tres veces: en la anticipación, en la experiencia y en el recuerdo. La espera puede ser deliciosa, llena de promesas y expectativas. Es un juego de seducción que nos embarca en un viaje de tentaciones donde cada paso es una caricia y cada mirada, la promesa de placeres por explorar.
El momento en sí es un éxtasis, una culminación de todas esas ansias. Es tanto el triunfo de alcanzar el deseo, como la derrota por sucumbir ante este.
Y luego, el recuerdo, ese dulce eco que nos acompaña, que podemos saborear una y otra vez. Retazos de un ayer que se cuela en el ahora, suspiros guardados en el alma, gemidos arrancados de tus labios, momentos vividos que se vuelven eternos en la memoria.
Soy un hombre de gustos sencillos y recuerdos profundos.