Sólo adultos (parte II)
Guille me miró, lanzándome un guiño cómplice... enseguida nos leímos las intenciones, él también se había dado cuenta de lo que seguramente iba a suceder. "Me llamo Josh, es todo un placer conocerte"-, me dijo el atractivo con una sonrisa pícara, "¿como te llamas?" -"Sara, el placer es todo mío"-, dije con toda la intención sexual que pude... Mojados pero calientes, Josh y yo nos acercamos a las camas, y Guille me presentó a Karen. Venían de Sheepshead, NY, y a pesar de ello, hablaban un decente español.
La tensión sexual en el ambiente se podía casi oler...Karen y yo ya empezábamos a estar bastante húmedas. Estábamos los cuatro de lo más cachondos, y la conversación empezó a derivar a los dobles sentidos y las anécdotas picantes.
Sin pensármelo dos veces dije: "Os apetece venir a nuestra cabaña a tomar algo? hace mucho calor aquí, y podemos pedir algo fresquito al servicio de habitaciones...". No hubo que decir nada más, recogimos nuestras cosas y les guiamos a nuestra casita. Por el camino me fijé que Guille le iba acariciando la espalda a Karen hasta acabar en sus redondas nalgas, al descubierto casi por su braguita brasileña. Eso me puso a mil y decidí tomar yo también la iniciativa con Josh. Me acerqué mas a él, y deslicé mi mano sobre su bañador, notando la la musculatura de su glúteo. Noté como se tensaba, se arrimó más aún y me rodeó con su brazo, acariciando el borde mi pecho, deslizando un dedo bajo el sujetador del bikini. No pude resistirlo más, y me giré buscando su boca, mientras clavaba mis ojos en los suyos con tremenda lujuria. Cogió mi cara entre sus manos y me besó suave pero apasionadamente, entrelazando nuestras lenguas y mordisqueándome los labios.
En un recodo del camino, escondido entre las palmera y a salvo de miradas indiscretas, me apoyó de espaldas contra el tronco de una palmera, y me aprisionó con su cuerpo, besándome el cuello, y recorriendo mis caderas con sus manos. Pude notar su erección contra mi vientre, y empecé a mojar el bikini de puras ganas de sentir esa polla dura dentro de mi. Agarré sus nalgas y le apreté aun mas contra mi cuerpo. Él soltó un gemido y se separó para mirarme, loco de deseo. Sin decir nada se bajó hasta mis pechos, y apartando la tela comenzó a manosearme los pechos, pellizcando mis pezones y lamiéndolos con gula... Yo movía mis caderas, para poder sentir el frote de su polla, y hacerle excitar más aún. De repente, se agachó, soltó las lazadas del tanga y separó bruscamente mis muslos, dejando mi coño empapado expuesto a su antojo. Su arrebato me volvió loca de ganas de que me penetrara con esa lengua que ya había probado. A pesar de la brusquedad inicial, comenzó a pasar la punta de su lengua despacio, desde la vagina hacia mi clítoris, haciéndome estremecer, gemir y sufrir de ganas de más. Aumentó el ritmo y la intensidad, recorriendo con su lengua todo mi coño, jugueteando y dibujando círculos, mordisqueándome los labios, hinchados de tanto deseo. Yo estaba a punto de estallar, no podía reprimir mis gemidos, los movimientos de mis caderas y el fluir de mi placer. Mientras con una mano manoseaba mis pechos, con la otra le agarré del pelo y le apreté aun más contra mi sexo, invitándole a penetrarme con su lengua. No se hizo de rogar, y comenzó a entrar y salir con fuerza, a la vez que metía su dedo en mi culo, provocándome una sensación incontrolable. Dejé que un potente y abrasador orgasmo me poseyera, convulsionando todo mi cuerpo, haciéndome gritar y pedir más. Fue uno de los orgasmos más largos e intensos que recordaba haber tenido con un desconocido, y me dejó con la piernas temblando. Con una sonrisa de satisfacción y malicia, Josh me dijo: "Esto sólo ha sido el aperitivo, y aún tengo mucha hambre...". Me ató de nuevo con delicadeza los lazos del tanga, se puso de pié y me tomó de la mano para continuar hacia nuestra cabaña.
Guille y Karen al menos habían logrado llegar a la cabaña antes que nosotros. Ambos tumbados en el suelo del salón, Karen se arqueaba y jadeaba de placer, agarrando por el pelo con las dos manos a Guille que hundía la cara entre sus muslos y la lengua en su coño. Ahora ella estaba experimentando lo rico que Guille lo come, como yo había experimentado la habilidad de Josh... Guille y yo intercambiamos una mirada cómplice, él supo en seguida reconocer los signos del placer que aun recorría mi cuerpo y mi sexo, y con esa sonrisa pícara que me enciende, se entregó de nuevo a volver loca de placer a Karen.
Pasamos toda la tarde los cuatro entregándonos al placer de disfrutar de nuestros cuerpos, entre caricias, besos, gemidos, jadeos, sudor, saliva. Impregnando de olor a sexo toda la cabaña. Comiéndonos, bebiéndonos, lamiéndonos con ansia, follando sin control ni medida hasta que caimos todos extenuados, satisfechos y con la certeza de que recodaríamos esas vacaciones como las más excitantes...