LUBRICIDADES /XXIV
LUBRICIDADESXXIV
Ese collar que me enseñas
enrollado en tu mano
lo imagino en tu cuello,
cayendo sobre tus pechos
previamente liberados
de cualquier freno textil:
libres, desnudos, mostrando
sus orgullosos pezones
cómo miran a lo alto,
acariciando suaves
ese collar enrollado
que me enseñas en tu mano.
Me imagino a mí apartando
ese collar que en tu mano
hoy me enseñas enrollado,
para poder acceder
con mis labios a tu cuerpo,
para ir y mordisquear
suavemente esos pechos
por los que cae el collar
que hoy me enseñas en tu mano.
Imagino que el collar
que en tu mano hoy me enseñas
pudiera ser cinturón
a modo de una cadena
enrollada en tu cintura…
y que nada más ciñera
tu cuerpo que ese collar
que me enseñas en tu mano,
y que hacia tu pubis baja.
Siguiéndolo, ya viaja
mi lengua pegada a ti.
Más allá querrá ella ir,
y cuando el collar acabe
quizá encontrará, quién sabe,
un rincón donde esconderse,
rincón mojado y salado
rincón suave y ardiente
donde mi lengua te lama,
donde mi boca se encuentre
deseosa del deseo
que te tiene tan caliente.
Las piedras de ese collar
que me enseñas en tu mano
poco pueden refrescar
del ardor que nos ha entrado.
Y ahora es ese cinturón
que antes un collar fuera
el que se mueve al follar
y al moverse tintinea.
Y tintinea también
cuando es collar en tu pecho
y estamos tú y yo follando…
Y a mí me encanta escucharlo
aunque lo escuche soñando…
Algún día, quién lo sabe,
todo esto estará pasando
y ese collar que me enseñas
enrollado en tu mano
testigo será, silente,
de que nos hemos gozado.
Ese collar que en tu mano
me enseñas hoy enrollado,
fíjate cómo me tienes,
solo verlo, me ha excitado.