Vacaciones

Nos vamos de viaje. Decidimos ir a una ciudad europea. Podríamos ir a cualquier sitio, qué más da, lo que queremos es hacer este viaje y pasar tiempo juntos, tener unos días para nosotros, sin niños, sin obligaciones, sin reloj.

También queremos hacer alguna que otra locura —ya tenemos varias cosas en mente—, de modo que buscamos qué opciones tenemos en esa ciudad a la que acabamos de llegar. He visto algo que se ajusta a una cosa que lleva tiempo rondándome la cabeza, pero no te voy a explicar de qué se trata, quiero sorprenderte. Hoy elijo yo, otro día podrás elegir tú.

Está cayendo la tarde. Te pido que te pongas guapo; yo me podré sexy. Me visto sin que me veas, quiero sorprenderte: como única ropa interior me pongo el body semitransparente de color negro, y encima, ese vestido tan bonito que me regalaste y por el que tus manos pueden colarse fácilmente. Hace calor, de modo que no son necesarios ni abrigos ni medias, y con tan poca ropa no podemos parar de rozar nuestra piel. Tú llevas la camisa azul y el pantalón de lino gris oscuro, estás impresionante y solo con mirarte me entran ganas de volver a desnudarte. Me pinto el ojo, nos calzamos y salimos de la habitación de la mano, con un par de sonrisas instaladas en nuestras caras, dispuestos a comernos la ciudad.

Cenamos en el restaurante del hotel. Es un sitio precioso y muy elegante. Cuando nos sentamos sacas un paquetito del bolsillo y me lo entregas, es un regalo. Me miras con cara de pícaro, y al abrirlo entiendo tu mirada: es un vibrador con mando a distancia. Me haces un gesto señalando los aseos, y mordiéndome el labio me levanto y voy contoneándome hasta los servicios. Cuando vuelvo te entrego el mando a distancia, te entrego el control de mi deseo. Mientras miramos la carta, lo activas y yo pego un bote. Me miras a los ojos, yo te miro a los tuyos, ves placer en los míos, y yo veo crecer la excitación en los tuyos. Me retuerzo un poco, y tú lo paras porque no quieres que se nos vaya de las manos… todavía. El camarero que atiende nuestra mesa nos mira, ha visto la jugada, ha visto cómo me has hecho retorcerme. Lo cierto es que no nos quita ojo… y me encanta.

Durante la cena charlamos animadamente, y tú de vez en cuando activas el vibrador, que me hace retorcerme de placer. Cada vez que lo haces nos miramos a los ojos con esa manera que tenemos de hacerlo, llena de amor y de deseo, y ves cómo la excitación crece en mí, me entra calor, aparece un rubor en mis mejillas, un brillo en mis ojos, todas esas señales que conoces y que te hacen saber que estoy muy muy excitada. La situación no puede ser más morborsa: un camarero que nos desnuda con la mirada, nosotros totalmente encendidos por la excitación que sentimos, el vibrador activándose cuando menos me lo espero, tu mano colándose por debajo de mi vestido, la mía acercándose a tu entrepierna… Cuando el camarero se acerca a nuestra mesa tú aprovechas para rozarme un pecho para que él lo vea, y eso nos enciende aún más. Cuando llegamos a los postres yo estoy totalmente empapada. Deseo tenerte dentro, deseo que me lleves al baño y que me empotres contra el lavabo. Pero me temo que eso tendrá que esperar, porque solo tenemos media hora para llegar al lugar que he elegido esa noche. El camarero nos ve marchar con cara triste, pero ya tendrá su oportunidad otro día.

Pedimos un taxi que nos deja a la puerta de un teatro. En realidad es un cine, pero el patio de butacas es muy elegante, con asientos rojos y palcos, parece un antiguo teatro. La película está en versión original, pero poco importan los diálogos, porque son las imágenes que vamos a ver lo que nos interesa. No hay mucha gente en esa sesión tan tardía, y el ambiente es totalmente propicio para lo que nos espera. Cuando se apagan las luces y empieza la película pareces un poco decepcionado: ¿¿la sorpresa de hoy era llevarte al cine?? Pero cuando empieza la película te empiezas a dar cuenta de que hay algo más… En realidad se trata de un cine liberal, con películas subidas de tono, algunas porno, pero siempre elegidas con mucho gusto. En la pantalla los protagonistas, una pareja como podría ser la nuestra, está teniendo una sesión de sexo con otra pareja. Nosotros veníamos ya calientes de la cena, así que enseguida volvemos a encendernos. Tus manos empiezan a subir por mis muslos hasta llegar a mi entrepierna, donde te encuentras que solo me cubre la leve tela de mi body. Eso te pone a mil, y el bulto que se marca en tu pantalón de lino me llena de deseo y no puedo evitar echar mano. Miramos a nuestro alrededor para ver si el resto de espectadores están a la película. Hay tres parejas y varias personas solas, algunos chicos y algunas chicas. Vemos que una pareja tres filas más adelante están comiéndose a besos y metiéndose mano de manera descarada, lo que nos anima a seguir con nuestros juegos. Directamente me quitas el vestido y me dejas en body, dejando entrever todo mi cuerpo a través de la tela semitransparente. Un chico que hay unas butacas más allá a nuestra derecha nos está mirando y se empieza a tocar. En la pantalla se ven los cuerpos desnudos de los protagonistas: pechos que se chupan, coños que se soban, pollas que se masturban, todo un festival de placer que, junto a los gemidos, hacen que nos animemos a seguir. Tu mano se pierde en mi entrepierna frotando mi clítorix, y la mía se cuela dentro de tu pantalón, donde mi mano sube y baja por tu erección. Me agacho para comerte un poco, y me quedo ahí unos minutos provocando que no puedas evitar empezar a mover las caderas. Cuando levanto la cabeza veo que hay una pareja que se ha sentado cerca de nosotros, solo un par de butacas más allá, y nos miran con deseo mientras se meten mano. Decides que estoy demasiado tapada y me bajas los tirantes de mi body dejando mis pechos expuestos a todo el mundo. Yo me estoy volviendo loca de excitación, no me puedo creer lo que estamos haciendo delante de esa gente, tan calientes como nosotros, y estoy decidida a abandonarme al placer. Me chupas un pecho, mientras noto una mano que me toca el otro: se trata de un chico que se ha sentado detrás de nosotros, que me agarra un pecho por detrás. Yo ya solo deseo que me folles allí mismo, y así te lo digo: ¡fóllame! Te bajas el pantalón y yo me siento encima de ti, entras dentro de mí mientras miro a mi alrededor y veo a varias personas muy cerca, muy excitadas, mirándonos. Mis pechos rebotan con el movimiento de tus embestidas, y el chico que antes me rozaba acerca su mano para volver a tocarme. La pareja que se sentó cerca de nosotros se sienta en la butaca de al lado e imitan nuestra postura: ella se sienta encima de él y me mira. Acerco una mano a sus pechos, que están rebotando como los míos, y se los toco. Ella hace lo mismo con los míos. Vosotros os animáis también a tocar pechos desconocidos y él me toca uno mientras tú me chupas el otro, y tú alargas la mano para tocar el pecho de esa chica mientras su pareja la besa. Mientras los protagonistas de la película están llegando al clímax, la chica y yo también estamos a punto de llegar, notas como mi respiración se acelera, como froto mi pelvis contra la tuya mientras tu polla se clava en lo más profundo de mí, noto cómo estás a punto de explotar, y en ese momento medio cine gime a la vez en un concierto de orgasmos. Nos miramos a los ojos mientras nos corremos, llenos de amor y de pasión, acabamos respirando yo en tu boca y tú en la mía, en un orgasmo intenso y precioso. Te digo que te amo. Me dices que me amas. Nos abrazamos. Nos reímos. Nos sentimos invencibles.