El de la sonrisa infinita
Él fue el primer chico con el que quedé a solas, sin mi pareja. Hacía sólo unos meses que mi chico y yo habíamos decidido tener sexo también por separado, y lo encontré a él, en una app bastante cutre, a decir verdad. Desde el primer momento tuvimos una conexión increíble por mensaje: complicidad, risas, buena conversación y poco a poco fue calentándose la cosa.
Ya han pasado 4 años de aquello y nuestras quedadas siempre han sido, aunque esporádicas, muy intensas. En este tiempo ha habido de todo: quedadas en habitaciones por horas, hoteles, en mi oficina y lo que últimamente suele ser nuestra elección por preferencia, el Club Libert.
La última vez que nos vimos, quedamos un jueves al acabar el trabajo, sobre las 7pm, en la esquina del club. Como siempre, yo llegaba un poco tarde, apurada por el tráfico, aún y así, antes de salir, me había cambiado. Llevaba unos tejanos negros ceñidos, las botas militares y una camisa negra desabrochada con una cinta a la altura de la cintura. La camisa dejaba entrever el body color rojo que llevaba debajo, a sabiendas que sería en lo único en lo que H se fijaría.
Llegué pasados 10 minutos y ahí estaba, con esa sonrisa infinita que le queda tan bien. Aún y los 4 años que llevamos viéndonos, no puedo evitar los nervios cuando le veo. Me besa escuetamente y me da un abrazo, que siendo muy casto es un preludio y ya nos enciende a ambos.
El local está prácticamente vacío, es pronto todavía, aunque no nos importa. Subimos directamente al vestuario y empezamos a desvestirnos, lo veo mirándome, hay fuego en sus ojos pero sigue esa sonrisa.
No tardo en sentir sus manos en mi cintura, mientras coloco mis cosas en la taquilla. Me giro para verle y me cubre la boca con la suya. Cómo besa, joder. Enciende cada centímetro de mi piel mientras nuestras lenguas se retuercen despacio pero intensamente. Sus manos me agarran del culo y me retiene contra la pared. Cuando afloja un poco el beso me separo, y le indico que vayamos a la sala grande. No hay nadie dentro, estamos solos. La sala debe medir unos 15m2 y excepto la entrada, el resto es un colchón enorme que cubre toda la habitación.
Aprovechamos y nos ponemos dónde más nos gusta, en nuestro sitio particular. Me estiro y él lo hace justo a mi lado, me mira, disfruta observando mi cuerpo. Pasa sus dedos suavemente por encima de mi pecho, el pezón se me endurece con su tacto y se detiene ahí, jugando con mis pezones, primero uno y después otro, acariciándolos y pellizcándolos suavemente. Mi mano derecha baja rozando mi barriga, y la poso encima de mi coño, con el índice busco mi clítoris, y lo acaricio notando unas ligeras descargas eléctricas naciendo de dónde tocan mis dedos. A él le encanta verme tocarme, disfruta mientras me doy placer lentamente. Agacho la mirada para ver como se le va poniendo dura mientras me ve.
Tuerce el gesto y decide que ya hay suficiente de solo verme y en menos de un segundo está colocado entre mis piernas, la cabeza entre mis muslos y esa puta sonrisa acercándose a mis labios mientras me mira. Me besa muy húmedo y empieza a seguir mis pliegues con la lengua. Recorre de arriba abajo mi coño con la lengua muy suave, desde el clítoris hasta la entrada de mi vagina, cambiando el recorrido, los movimientos, haciendo presión en los puntos indicados para hacer crecer mi placer. No tiene prisa, no quiere que me corra aún, sólo quiere que disfrutemos ambos muuuuuy lentamente. Lo miro mientras lo hace, veo que tiene una de su mano derecha en su polla, también acariciándola lentamente en un movimiento de vaivén. La tiene muy dura, está disfrutando de comerme y yo siento que me podría acostumbrar a ese placer que nace de mí muy fácilmente.
Me ve que lo miro y levanta la comisura de la boca en una leve sonrisa, pero no se detiene, augmenta el ritmo y la presión. Se centra en mi clítoris y juega con su lengua haciendo círculos y arriba abajo, cada vez más rápido y cada vez más apretado contra mí. Empiezo a sentir que se hincha y que me palpita el coño, sigue comiéndome, pero ya no es solo lengua, siento sus labios, sus dientes, su cara contra mi coño. Levanto mis caderas y las muevo, necesito sentir más. Aprieto su cabeza contra mí y restriego mi coño contra su cara mientras él sigue sus movimientos con la lengua y labios. Me introduce un dedo que me llena sin dificultad, y añade un par más. Estoy tan mojada que siento que empapo sus dedos mientras los mueve dentro de mí. Joder el placer me atropella, se expande desde mi coño por mi columna hasta el cuello, me retuerzo sin soltarle la cabeza, me cuesta respirar mientras él sigue hurgando dentro de mí, encontrando justo ese puto punto que me arranca un gemido desde lo profundo de mi garganta. Justo en ese momento, sin parar con los dedos dentro de mí con su boca en mi clítoris, pone su mano libre justo entre mi barriga y mi monte de venus, haciendo presión. Joder, eso hace aumentar la sensación que nace de mis adentros. Aumenta el ritmo en todo y me descontrolo, exploto, no puedo parar de retorcerme, mientras la electricidad me recorre el cuerpo. Le aprieto aún más la cabeza contra mí, soltando toda esa electricidad en gemidos. Él continúa dándome otros intensos coletazos de mi orgasmo. Hasta que mi cuerpo se relaja, mi respiración sigue entrecortada y mi clítoris caliente, palpita. No puedo hablar de la energía que acaba de fluir en mí. Lo veo apartarse de mi coño, me besa suavemente el muslo y me espeta:
- Qué maravilla.
Él se estira a mi lado y acariciando mis brazos y mi pecho, espera paciente a que recupere el ritmo habitual de mi respiración. Y cuando consigo reponerme le digo:
- Qué maravilla tú – Y le beso en los labios ya con la misma ansiedad de él que hace unos minutos.