A través del espejo. Pt.1.
-¿Verde o rojo? -se preguntó a sí misma mirando fijamente la pantalla en la palma de su mano-.Como Alicia, Macarena frente al espejo pulsó el botón verde como un acto de rebeldía poniendo en marcha su plan.
Él respondió al instante y ella, mirándose al espejo, le dio media hora para prepararse. Colgó y se vio estupenda. Mientras esperaba, cerró la puerta y colocó el sillón giratorio frente al espejo, apoyó el teléfono en un soporte y se retocó. Tiró del elegante traje de chaqueta, se subió las medias de follar y cruzó las piernas recreándose en los movimientos imaginándose lo que sucedería a continuación notando como el calor subía por su entrepierna.
La pantalla se volvió a iluminar, aceptó la llamada entrante y la imagen de él apareció en el teléfono. Elegantemente vestido, de pie frente a un espejo, él la saludó. Ella le devolvió el saludo con suavidad y se recolocó en su sillón moviendo sus piernas para sentir la tela de las medias en sus muslos. Él notó la sensualidad del movimiento y comenzó a excitarse automáticamente. Una música sensual empezó a sonar a través del teléfono y comenzó a desatar su corbata lentamente. Luego desabrochó uno a uno los botones de la camisa y se quitó el cinturón. La imagen de aquel hombre desnudándose para ella frente al espejo le pareció a Macarena tremendamente excitante y comenzó por abrir la americana y masajearse un pecho.
Al ver por la pantalla cómo ella se iba excitando frente a su propio espejo, él sintió cómo le rodeaba una ola de aire caliente. Terminó de soltar su pantalón dejando a la vista sus potentes piernas con un calzoncillo ajustado que no dejaba dudas de su estado de excitación. Macarena desabrochó su blusa mientras acariciaba con sus largas uñas de manicura roja su escote siguiendo la tira de encaje que decoraba la suave seda. Era su sujetador de follar. Sus pezones puntiagudos se hincharon y pasó su dedo índice tirando de ellos para asomarlos sobre el sujetador. La sensación era excitante pero la imagen le resultó aún más atractiva y activó su deseo al máximo obligándola a pellizcarlos y tirar de ellos haciéndola arquear la espalda. Al ver por la pantalla aquel gesto de deseo y placer, él también se excitó muchísimo y por la pernera del calzoncillo asomaba su glande. Tras recorrer su pecho y pellizcar sus propios pezones, sus manos fueron instintivamente a su entrepierna y comenzó a apretar y masajear aquel bulto mientras su respiración se agitaba.
-Sácatela, -ordenó Macarena deseosa de ver su polla- y enséñamela.
Despacio, sabiendo los gustos de ella, él deslizó las manos por la cinturilla y empujó la ajustada tela del calzoncillo hacia abajo. Aquel rabo duro y venoso apareció en la pantalla cumpliendo los deseos de Macarena que apretó sus pezones provocando el primer latigazo de placer. Así reaccionaba su cuerpo, pequeñas explosiones que comenzaban en su core con una contracción muscular potente que agitaba todo su cuerpo como un látigo haciéndola arquearse tensando todos los músculos y erizando su piel que se iba cargando de electricidad que, cuando llegaba a su máxima carga, cualquier roce o cualquier caricia, en aquel momento, podía provocarle un orgasmo. Tiró de su pezón con fuerza y gritó de placer. Al verlo, él comenzó a pajearse indecentemente como un animal. La mano que había quedado libre de ella surgió entre sus piernas y recolocó la cámara para que él pudiera verla bien, con sus elegantes stilettos rojos en primer plano y sus piernas delicadamente cubiertas por sus medias de follar. La mano subió de vuelta acariciando sus piernas y tiró de la falda dejando a la vista unas preciosas braguitas nude de seda. Por el altavoz se le oía a él jadear y su dedo corazón acarició la tela que se oscureció al instante por la humedad.
-Para -ordenó tajante Macarena y él obedeció instantáneamente-.
Frente a aquel falo tirante, ella se puso de pie sin dejar de pasar su dedo sobre la tela de la braguita y de otra sacudida se corrió dejando brotar una suave y cálida fuente queen su descenso iba oscureciendo las braguitas y las medias. Acto seguido, cogió un dilatador anal de su cajón y apartando la tela mojada, lo usó para separar sus labios. Cuando lo hubo lubricado, se giró y, dejando su culo frente al espejo, apretó el dispositivo sobre su ano hasta que lo introdujo completamente y volvió a girar quedando de frente frente al espejo.
-Ahora tú -le ordenó intentando disimular el temblor que agitaba su cuerpo y le hacía vibrar la voz-.
Él sacó un dilatador idéntico del bolsillo de su americana, lo introdujo en su boca para humedecerlo dejando un hilo de saliva que brilló colgando de sus labios al sacarlo. Al igual que ella, giró y se agachó dejando su culo frente al espejo. Ella se deleitó contemplando sus músculos tensos enmarcando los genitales que de fondo se veían colgando a contraluz de o. Con una mano separó sus nalgas y, en movimientos suaves y repetitivos, apretó el juguete contra su ano. La mano que separaba sus nalgas fue hasta su boca para recoger algo de saliva y, alejando el dilatador, lubricó la zona con el dedo y volvió a presionar con el dilatador que, esta vez sí, entró completamente. Sabiéndose observado, se quedó unos momentos es esa misma posición mientras se acariciaba y, justo antes de volver a colocarse frente al espejo, pulsó el centro del dilatador, que se encendió emitiendo un suave zumbido apenas audible y dejando ver una luz morada. Macarena miró la escena complacida y, cuando le vio frente al espejo, se abrió de piernas descaradamente y le mostró como encendía el suyo. Acto seguido, se recompuso sentándose cómodamente cruzando las piernas en el sillón y se despidió de él. Se había hecho tarde y tenía una reunión importante.