TRES... Y MEDIO – Primera cita (I)
Diana y Ernesto van a buscar a Frank para ir a tomar un café. Frank se ha convertido en una posibilidad potente para esta pareja. Una opción para que Diana disfrute activamente con ellos dos o para que Ernesto vea cómo las gasta Diana sin su participación. Esta vez, y contra todo pronóstico, Diana usa bragas y dentro de ellas lleva a “Pinky” (así le llaman a su pequeño vibrador rosa con mando a distancia) que está deseando jugar con ella en cualquier momento siguiendo los deseos de la mente juguetona de Ernesto.
En la puerta de una cafetería, y después de los saludos de rigor, los besos cercanos, las miradas intencionadas y unas sonrisas que delatan el deseo de que todo salga bien, deciden aprovechar la soleada tarde al aire libre, en vez de encerrarse entre cuatro paredes. Tomarán el coche de Diana para dar un paseo los tres. Un recorrido entre playa y rocas a la orilla del mar que tanto le gusta especialmente a la pareja: el paseo de La Galea.
Frank se deja llevar y al entrar al coche Diana se sienta al volante mientras Ernesto se sitúa en el asiento detrás de ella. Frank, sorprendido, se acomoda en el asiento del copiloto, junto a ella, sintiendo ese gesto como una invitación para relajarse en el ambiente y sentirse integrado en la pareja.
Diana lleva un vestido ligero, de esos de una pieza que tanto le gustan y al acomodarse para conducir recoge los pliegues de su larga falda sobre sus piernas para que no se enreden mostrando la piel de sus brillantes muslos. Frank los mira y responde con una sonrisa y una mirada a Diana como agradecimiento por ese regalo.
Para Ernesto no es extraño que ella haya mostrado sus piernas porque, conociéndola, seguro que al ver el cuerpo torneado de Frank ha podido imaginar lo que sería sentirse dominada por esos brazos, sentir sus piernas firmes torneadas por horas de deporte como un asiento perfecto, y esa imagen le ha provocado algo más que calor.
Ante esa situación Ernesto ha puesto en acción a Pinky para que aporte su presencia en el ambiente acariciando el clítoris de Diana con su vibración.
Mientras van llegando al lugar donde dejar el coche, Pinky no ha dejado de encenderse y apagarse provocando miradas cómplices de Diana al retrovisor mientras Ernesto iba acariciando su cuello. Todo ello y las conversaciones provocadoras que Frank alimenta mirando el comportamiento de la pareja hacen que al encontrar aparcamiento y apagar el motor del coche sientan como que ha finalizado una etapa. Solo es un prólogo.