Fantasía
FANTASIAHabía estado días sin escribir, sin quedar con nadie. Trabajando duramente en nuevos proyectos, así que ella lo sabía y había aprovechado para marcharse unos días a su aire, también. Hoy va a volver, y acabo de dejar la cocina limpia y la casa como los chorros del oro. Qué gusto ver todo en orden.
Me lavo las manos, me doy la vuelta y ahí está ella, con su sonrisa maliciosa y cómplice, en el pasillo, con ropa ligera de días de andar por casa, con su melena perfumada recién salida de la ducha. y me tiende su mano para que la siga hacia el sofá. Ahí veo que no estamos solos: hay otro chico sentado en nuestro sofá, tomando un aperitivo. Y ella me pide que me siente, también, y observe… yo me siento, mientras ella se ha puesto delante de él, y empieza a contornearse. Sus ropas, ya ligeras, se abren sin querer, aunque era muy mínimo el movimiento que requerían para dejar ver su cuerpazo al desnudo. El chico, a mi lado, hace ademán de levantarse y quererla acariciar, pero ella lo empuja suavemente hacia detrás. Le gusta que la acaricien, que jueguen con ella, que haya mucho preliminar, pero hoy la noto especialmente activa, sensualmente provocadora: se ha adueñado de la situación y quiere nuestras miradas sobre su cuerpo.
De repente, mientras ando pensando todo esto, no me doy cuenta y ella ya está desnuda. Sólo le quedan unas medias y sus preciosos zapatos de tacón. Y tiene las dos manos dentro de el paquete del chico de mi lado. Afortunadamente, porque el bulto que le apretaba por dentro de esos tejanos era descomunal. Parte de su miembro ha saltado hacia fuera, turgente, reluciente, hinchado, y ella se lo lleva hacia la boca. Cuando ya lo ha relamido unas cuantas veces, estira su mano derecha hacia mí. Yo ya he ido un poco a mi aire, y lo tengo todo fuera de mi ropa, dentro de mi mano. Se lo cedo gustosamente, que alterna uno y otro miembro, mientras nos junta cada vez más… y nos come a los dos a la vez. Tiene una boca húmeda, calentísima, perspicaz… y grande, muy grande. Dos miembros en una sola boca, y sus manos inteligentes nos acarician los genitales. Esa es mi chica. Hábil y jugona. Y golosa. No para hasta que nos hace explotar a los dos a la vez. Descargamos a borbotones sobre ella, en su boca, en su cara, en sus pechos… y ella no deja de sonreír. Me gusta cómo juega, me gusta como sonríe, me gusta cómo me mira con la cara con rastros del juego que acabamos de tener. Me levanto, voy a lavarme de nuevo.
Estos días más que nunca hay que mantener la exigencia en los hábitos de higiene. Mientras me lavo las manos, me miro en el espejo, sonrío y me felicito: aunque lleve unos días sólo y trabajando duramente en casa, mi imaginación es una gran aliada para escapar de la rutina y la solitud…