Un mundo por descubrir
Solo había un camino para llegar a la cueva del deseo, y Alex tenía que superarlo. Lo más difícil era abrir las puertas de su mente, solo con palabras bonitas no valdría, sabía que tenía que ser más audaz. Utilizó sus más profundos fetiches, susurro al oído sus deseos, mordió su cuello con delicadeza, esperó a la reacción positiva, una relajación tensa de sus músculos, alimento su mente con fantasías y solo en ese momento sabia que podía avanzar en la aventura.Descendió por el valle prohibido, muchos lo veían pero pocos conseguían atravesarlo. Despacio, beso sus cumbres, lentamente se deslizó varias veces como el niño que repite en el tobogán del parque, sin prisa recorría esas dos Montañas, recreandose en la cima, dando vueltas alrededor del hito que las encumbraba.
Una vez disfrutado y habiendo recorrido con besos la totalidad del Valle descendió por el camino marcado . Llegó al pozo de los sueños, introdujo su lengua, pidió un deseo, conseguir la llave de la cueva del deseo.
Prosiguio su camino decidido, cruzó el bosque talado, nada se oponía, recorrerlo era cruzar un desierto cálido arena del fina y suave, en el que te relajas acariciondo la superficie, la suavidad presente chocaba con el recuerdo del bosque frondoso que hubo hace años.
Ya estaba allí, a puertas de la cueva del deseo, haber cumplido todo el camino garantizaba su éxito, se dispuso a entrar, la humedad de la cueva cercioraba el trabajo bien hecho.
Por fin llegó a lo más profundo de la cueva, la hizo suya y no paro de explorarla hasta que un terremoto azotó todo el cuerpo de Marta, dueña y señora de todo ello.
Gracias por leer y soñar.