ENTRE MUJERES- 32. Denise
La lectura de “ Estoico y frugal “ le llevó a Denise. Fue el cubano quien le habló de Bukowski. Pedro Juan Gutiérrez le había enseñado los albañales de una Cuba que el profesor intuía. Se reconocía en la prosa encarnada del autor de “ El rey de La Habana “. Lo asemejaba al matancero el gusto desmedido por las mujeres. También por las veteranas. En “ Estoico y frugal “, cuentametuvida apenas ficcionado, Gutiérrez confesaba haber tenido siempre amantes muy mayores, de más de 70 años.Y Pedro llamó a Denise.
Emocionada la notó. Más al saberse invitada por el pasmoso gigoló. Y no a sexo gratuito. Eso ella lo daba por cierto, sino a una cena junto al mar.
Marisco para ella, salmón para él. Mientras Denise daba cuenta de la langosta, Pedro saboreaba la carne de salmón, ese rosa anaranjado que le recordaba el tono de las vaginas.
–¿ Qué te gusta de mí ? –preguntó Denise.
No le probó al profesor. Con 30 años menos, esa mujer no hubiera imaginado la pregunta. La inseguridad restaba.
–Me gustan las mujeres mayores. Siempre me ha pasado. Sabéis hacer el amor mucho mejor que las jóvenes. Sois doblemente hembras. Además, Denise, para mí una de 22 años es una chica, no una mujer.
Sonrió la madura. Pedro aprovechó para deleitarse en paladar con el rosa del manjar.
El mismo color que besaría en el lecho de Denise. El anaranjado de las paredes del chocho. Lo abriría con manos expertas. Lo amorraría con los labios. Lo chuparía con la lengua. Luego titilaría el botón de la hembra con la punta de la polla. Ésta se teñiría en los diques ya inundados, ahora ya rebosantes.
Pedro invitó a Denise. Dejarían las puertas atrás. Se abandonarían al placer.