Viaje a ningún lugar. Parte IV
La anfitriona se llamaba Hada, me invitó a unirme a cualquier actividad que se realizade allí, era libre de actuar o mirar. Me comentó que en el jardín había muchos grupos de gente que no se conocían y esa también era la finalidad de la celebración unir a gente que tenía inquietudes comunes, no consistía en compartir cosas materiales, si no de alguna manera espirituales.Todas las actividades se harían en el jardín, pero también me dijo que tenía la libertad de pasar al interior para ir al baño y descansar en cualquiera de las habitaciones si es que me encontraba cansada.
- Con el sol y la luz de un nuevo día ya veremos la manera de que puedas encontrar el lugar que estás buscando. - Me dijo con una sonrisa muy dulce.
Junto a la casa había un porche con mesas repletas de todo tipo de manjares, frutas tropicales y bebida. Me acerqué y comí un poco, calmé mi sed con unos zumos de diferentes sabores que había también. Aquel ambiente me relajó completamente, un sueño tremendo me invadía. Como en una nebulosa entré dentro de la casa, tras pasar la puerta un profundo y oscuro pasillo. Todo lo que trasmitía de luminoso el jardín lo tenía en oscuridad el interior de la casa.
Busqué la luz, pero no encontraba interruptores, solo avanzaba con el reflejo de la luna que traslucía por los ventanales.
Caminé a tientas hasta que encontré una puerta, la abrí, una luz roja iluminaba la estancia, sentados uno al lado del otro en un sofá una chica de unos treinta años. Ella de pelo castaño ondulado que le caía como una cascada hasta el cuello. Junto a ella un hombre alto de 1.90, moreno de piel, musculado y corpulento.
Yo les miraba ,pero ellos no repararon en mí. Ella iba vestida con una blusa de seda roja y un tanga del mismo color. Él solamente con unos bóxer negros mostrando su fuerte torso.
El hombre se acercó y la besó, ella respondió al beso excitada, de repente la luz roja se hizo más intensa y en ese momento empecé a sentir lo que ella sentía, a recibir dentro de mi sus sensaciones y pensamientos.
Ella se sentía insegura, acababa de finalizar su relación con su novio de toda la vida, él era el de después, todo nuevo y extraño a la vez. El la cogió como una muñequita, movía su cuerpo menudo a su antojo. La sentó encima de él, ella se coloco de frente a horcajadas. Con sus dedos gruesos desabotonó su camisa roja con facilidad, tomo uno de sus pechos y los metió en la boca. Ella se dejaba llevar, por un momento perdió la tensión y disfruto de sentir la lengua de él en sus pezones, primero uno y luego el otro. Eso convirtió su coño en un río.
El la elevó cogió su polla con la otra mano e intentó penetrarla, ella se aparto. En ese momento sentí un nudo en mi estómago, sentía su incomodidad como si fuera mía.
La joven muñeca delicada con una voz entrecortada y muy bajito como si estuviera haciendo algo malo le dijo:
-No, no quiero hacerlo sin condón.
El no contestó , se mostró indiferente volvió a coger su polla, elevó a la chica y la penetró.
Mi angustia en el estómago aumentó. Ella estaba hecha un lio eso no le era extraño. La habían censurado desde niña por decir no, por querer exponer su individualidad. Desde chica había aceptado cosas por no ser rechazada, en especial por tener el amor de sus padres. Eso la había inutilizado para ser. Y desde niña se encontraba en una tremenda lucha por reivindicarse.
Ahora desde la puerta entendí la oscuridad del pasillo. La dualidad humana. Los destellos que a veces compartimos y la oscuridad de las miserias que arrastramos y que arrastran a quien nos rodea.