Momentos 2
Era mi primer día de trabajo en un lugar nuevo y él sabía que eso me ponía nerviosa y me pidió que le escribiera al salir.Salí y tras despedirme de las otras chicas me di la vuelta para ir hacia el metro. Oí mi nombre y me giré y lo vi andando rápido hacia mi. Mi corazón dio un salto y una sonrisa nació en mis labios.
• Casi te vas- me dijo.
Cogí su cara entre mis manos poniéndome de puntillas y le besé de manera dulce, cerrando los ojos y dejando que sus brazos acercaran a él más mi cuerpo.
• Si no me lo dices, sabes que voy a lo mío- le dije sin dejar de sonreír. Me abracé a él, adoraba sentirme perfecta entre sus brazos. Él besó mi cabeza abrazándome también.
• Qué difícil es darte una sorpresa- rió.
• Ya me vas conociendo- me retiré y le guiñé un ojo- ¿Y como que has venido?
• Quería saber como te había ido, y si te apetece me lo cuentas mientras cenamos.
Imposible decirle que no, tampoco quería decirlo, así que me dejé llevar de la mano hasta una hamburguesería cercana donde había reservado. Y entre charla, risas, besos y caricias furtivas bajo la mesa, cenamos.
Al salir hacia su coche parábamos a cada minuto uno u otro para abrazar al otro, para besarnos, seguíamos riendo como dos quinceañeros enamorados. Me sentía plena con ese detalle inesperado, no estaba acostumbrada a que alguien hiciera esas cosas por mi, y poco a poco él había ido consiguiendo romper el caparazón con el que me cubría para no pasarlo mal.
De repente me cogió entre sus brazos y tarareando una canción a mi oído empezamos a bailar en plena Diagonal llena de obras. Yo reía feliz, la gente que pasaba cerca de nosotros nos miraba y sonreían, o tal vez a mi me lo parecía. Me sentía muy lejos de allí y como si estuviésemos solos.
Cuando llegamos al coche fui a la parte de atrás.
• ¿Qué haces?- me preguntó.
• Quiero mi postre- le dije juguetona sabiendo que los asientos traseros tenían los cristales tintados.
• ¿Aquí? ¿En plena Diagonal?
• Aquí, contigo.
Pasó atrás y desabroché sus pantalones. Me quité los míos y mi ropa interior y me senté sobre él, frotando suavemente mi pubis por encima de sus calzoncillos. Le besé y empecé a morder su cuello. Notaba claramente su erección y la lucha que tenía allí por escapar de sus calzoncillos. Me levanté para dejarle hacer y ponerse el preservativo y volví a ponerme sobre él mientras me penetraba entre gemidos y suspiros de placer de ambos.
El sitio era escaso, las ventanas de delante dejaban ver la de gente que pasaba y podía mirar hacia el coche en cualquier momento. Pero nuestra pasión no dejaba paso a ningún pensamiento que no fuera poseernos el uno al otro.
La excitación era máxima, con la cara arrebolada, el pelo alborotado y los labios rojos de besarnos y mordernos, lo miré a los ojos fijamente jadeando, mi cuerpo empezó a temblar y sabiendo lo que se venía me abrazó con una mano y con la otra cogió mi nalga y con mis espasmos llegó el orgasmo, ese momento que me dejaba ko un rato mientras mi cuerpo asimilaba esa cantidad de estímulos que me llenaba y volvía loca. Él lo sabía y esperaba paciente sin dejar de acariciarme o besarme. Cuando fui capaz de digerir toda aquella bomba de sensaciones seguí cabalgando sobre él mientras marcaba el tempo de las embestidas buscando ya su placer pero sabiendo que yo estaba a flor de piel y podía correrme de nuevo en cualquier instante y ahí llegó su momento y al sentir el condón llenándose en mi interior volví a correrme.
La cara de los dos era de placer absoluto y nos besamos sin movernos durante unos segundos eternos que vivirían en nuestros recuerdos para siempre.
Me senté exhausta y semi desnuda a su lado. Él me miraba sin ningún disimulo y a mi me entró la risa, al momento reíamos juntos.
• Venga, vístete antes de que cojas frío- me dijo.
• ¿Has visto los cristales?- estaban llenos de vaho.
• Joder, parece la escena de...
• El Titanic- dijimos a la vez volviendo a reír como si fuera el mejor chiste mientras buscaba mi ropa.
Pasamos al asiento delantero mientras me arreglaba el pelo mirándome en el espejismo del copiloto.
• Ni tan mal lo de follar casi enmedio de la ciudad a la vista de cualquiera- dijo como si tal cosa mientras ponía música.
• Ni tan mal- contesté mirándolo y volvimos a reír mientras arrancaba para llevarme hasta mi casa.