Navidad. Pt.5.

Paralizada por la sorpresa, me giré para mirar a nuestros maridos, que preparaban las bebidas de espaldas, ajenos a la escena que acababa de suceder. La miré incrédula y ella me miró sonriendo e intensificó la vibración haciéndome saber que sabía perfectamente lo que hacía. Sentí cómo mi coño comenzaba a chorrear y las gotas bajaban resbalando por mi periné. Apreté las piernas en un absurdo intento de aguantar el placer que me estaba provocando aquella situación.

Vi a los dos hombres volver con las bebidas y la vibración cambió de ritmo. Los dos hombres se sentaron a cada lado de mi amiga y dejaron las bebidas sobre la mesita. Yo estaba completamente paralizada incapaz de hacer o decir nada. Él me preguntó si quería algo rojo y moví la cabeza susurrando un no casi inaudible. Mirándome fijamente, ellos se recolocaron de lado y empezaron a manosear el cuerpo de ella. La mano de mi marido apretaba su muslo y subía colándose bajo la falda. La vibración volvió a cambiar y subía y bajaba de intensidad. Ella se inclinó sobre mi marido y comenzó a comerle la polla con profundidad mientras él la abrió de piernas y comenzó a comerle el coño con fiereza. Comencé a gemir ante el espectáculo. Los músculos de mi abdomen se contraían con espasmos de placer. Ella se sacó la polla de la boca y recogió los hilos de saliva con la mano mientras me miraba con fiereza. Era preciosa, mostraba una belleza salvaje, animal como una pantera. Así, a cuatro patas con la polla de mi marido entre sus tetas, su marido empezó a follársela. Los dedos de mi marido entraban en su boca mientras tiraba de su elegante recogido obligándola a curvar su espalda. En aquella posición, con el vaivén de las embestidas, sus tetas se salieron del vestido dejando a la vista sus pequeños y puntiagudos pezones erectos. Ella se levantó y se colocó frente a mí. Dejó caer su vestido y me encontré frente a aquella diosa únicamente vestida con sus zapatos de tacón. Fue agachándose y vi como poco a poco se metía la polla de mi marido. Sentí su aliento al jadear hasta que su marido le folló la boca delante de mi cara.

Aquella escena estaba sucediendo a unos pocos centímetros de mi cuerpo inmóvil cuando volvió a cambiar la vibración. Ella empezó a gritar, pero sus gritos eran amortiguados por la polla de su marido que invadía su boca. Ahora, la vibración que me invadía era de máxima intensidad en cortos intervalos creando la impresión de que me follaban con fuerza.

Ella gritó varias veces indicando que había llegado al orgasmo y los dos hombres la liberaron y se colocaron frente a mí. Aquellos dos falos goteando de fluidos me amenazaban con una lluvia de esperma. Ella se colocó a mi espalda y acarició mi cabeza y mi cara. Los calientes chorros de esperma empezaron a salpicarme y el vibrador alcanzó su maxima intensidad. Encadené tres orgasmos seguidos mientras ella esparcía el semen sobre mi cuerpo y mi boca, mientras aquellas tres bocas me besaban por cada rincón.

Caí rendida, incapaz de moverme ahora por efecto del cansancio. Me recogieron entre los tres tapándome con una manta y, chorreando por todas partes, me quedé dormida.