Navidad. Pt. 1.
Navidad, esa época bipolar en la que pasas de los más bellos deseos y sentimientos al odio extremo y la ira por la tensión acumulada.La casa llena de invitados, ajetreada en la cocina, ultimaba detalles acumulando tensión por lograr otro de esos absurdos ideales autoimpuestos de perfecta anfitriona, perfecta mujer.
Él se acercó por mi derecha y comenzó a ayudarme sin hablar. Su olor me mareó y el mágico movimiento de sus manos cortando hábilmente con el cuchillo de chef me hipnotizaron. Me rozó el culo al pasar y un terremoto se apoderó de mis piernas. Luego se colocó a mi espalda para alcanzar el salero que tenía frente a mí y vi su brazo potente remangado. Otra ráfaga de su olor. Mi coño comenzó a hincharse de repente cuando sentí su entrepierna apretarse contra mi culo.
Ni una palabra.
Terminó tres platos con una presentación espectacular. No conocía esa faceta suya. Me di la vuelta para mirarle a la cara y darle las gracias pero antes de que dijera nada, la punta de sus dedos rozaron mi muslo jugando con el dobladillo del vestido. Fue sólo un roce pero su efecto fue devastador.
Me quedé quieta, completamente inmóvil, como paralizada mirando sus ojos con la boca medio abierta. Él introdujo una aceituna en ella y acarició mis labios. Hubo un estallido dentro de mí. Mordí la aceituna y mi boca se llenó de sabores. Su mirada me lo decía todo.
Desde aquel momento no hubo nada más en la noche que él mientras mi cuerpo temblaba de deseo, mientras esa línea de la piel del muslo ardía. Hablamos, mucho. Más que nunca antes lo que aumentó la tensión entre mis piernas.