La mujer de la falda de rosas.
Colaboración: @******a_7 Amaneció una fría mañana en Madrid, había estado esperando este día desde hacía meses.
Hoy asistiría a la esperada conferencia de inteligencia artificial; sin embargo, no tenía ni idea de lo que me iba a pasar, ni de lo bien terminaría.
Llegué pronto al hotel donde se celebraría la conferencia. Decidí dejar mi mochila en la habitación ya que aún faltaba más de media hora para empezar, pero la ansiedad me podía. Intenté bajar en ascensor pero al abrirse las puertas vi que estaba abarrotado, no subí. Y me la quedé mirando, unos grandes ojos me sonreían.
Ya estaba sentado cuando llegó ella, el sonido de sus tacones hizo que volteara mi cabeza. Fue entonces cuando nos cruzamos de nuevo la mirada. No pude despegar mi atención mientras ella pasaba por mi lado. Miró al frente y una pequeña sonrisa la iluminó.
Vestía una falda negra con unas bonitas rosas, un top negro de cuello escotado. Mi mirada inevitablemente se fue de sus ojos, a contemplarla entera. Por suerte no se enteró, seguía mirando a frente y manteniendo la sonrisa por el fugaz intercambio de miradas.
• Mira que me gustan las camisas, - pensó ella al verle en la puerta del ascensor, es en lo primero que se fijó - y qué atractivo le queda ese botón desabrochado. Luego me acercaré a ver si huele igual de bien que me imagino. Espero que se de cuenta.
Pasó tan cerca que los dos sintieron sus aromas. Su fragancia era fresca con toques a azahar y canela, ese olor me penetró muy dentro, deseaba que se quedara cerca para poder seguir disfrutando de esa manera.
Ella movió su cabeza a ambos lados buscando el sitio libre más cercano a él, no podía resistir esas ganas de seguir mirándole. El curso lo podía escuchar pero había llegado a Madrid con ganas de disfrutar de todos sus rincones y sus momentos y aquello no tenía porqué comenzar tras finalizar la conferencia.
El sitio más cercano que encontró estaba justo delante de mí; no perdió la oportunidad. No me creí que la pudiese tener tan cerca para seguir disfrutando de su fragancia. Pero ahora no dejaba de fijarme en su pelo, media melena lisa, color cobrizo, que con la luz le brillaba y allí estaba yo absorto.
En un momento dado los dos sentimos de forma irrefrenable que debíamos decirnos algo. Ella dejó caer unos folios de su carpeta hacia un lado y atrás; yo me abalancé a ayudarla, sabiendo que le quería tomar de la mano. Nos vemos, nos miramos, sus dedos se entrelazaron con los míos y una sonrisa cómplice me sobrecogió. Después de esto me decidí y le pregunté si le importaba que me sentara a su lado.
Se le vuelve a escapar una sonrisa pícara y se colocó el cabello detrás de la oreja, nos acercamos y nos dimos dos besos para presentarnos; mi corazón se aceleró tanto que no escuché su nombre, el contacto con su piel fue breve, pero sentí un calor especial, aproveché para olerla y quedarme con toda su fragancia.
Entre sonrisas y miradas la conferencia había comenzado y ninguno de los dos se dio cuenta que la presentación había iniciado.
• ¿Sabes que no tengo ni idea de todo esto?- me susurró ella -espero no distraerme.
• ¿A no? ¿Te confundiste de sala de conferencias entonces siguiéndome?
Nuevas risas de los dos y esta vez algo fuertes.
• Shhhhhh, se escuchó por detrás.
• A ver si nos van a echar de la sala a este paso, jajaja
• No tienen porqué, pero si eso es lo que quieres....
Los dos estaban deseando salir de aquella sala y estar a solas, juntos....
El espacio era limitado y las sillas estaban tan juntas que, con esa excusa, nuestras piernas se tocaban sin mayor importancia, pero esa sensación de contacto estremecía mi cuerpo. Era incapaz de centrarme en la charla, solo quería poder tocarla más y disfrutar de su piel.
No podía dejar de mirar sus piernas. No sé si lo hizo intencionadamente o fue un descuido, pero durante un momento subió su falda, pudiendo ver el final de la media en la mitad de su muslo.
Esa visión aceleró aún más mi corazón; mis manos sólo deseaban posarse en su pierna. No pude evitar que mis pezones se pusiesen duros, se notaban perfectamente en la camisa gris que llevaba. Noté cómo giraba ligeramente la cabeza y se fijaba en ese sutil detalle.
Ella me pidió perdón, se iba a quitar la chaqueta, le ayudé a sujetar los folios que dejó caer en nuestro primer contacto y nos volvimos a tocar, esta vez más despacio y acariciando su mano. Se la quitó y mi mirada no pudo evitar que me fijara en sus pechos, grandes y muy apetecibles. Ahora no solo se me estaba poniendo duro los pezones, el pantalón empezó a incomodarme y me encantaba esa sensación.
La conferencia se tomaba un descanso de 10 minutos y nos levantamos con el resto de asistentes. Quietos esperando a ver quién daba el primer paso, le ayudé a sujetar sus cosas para que se ponga la chaqueta y le pregunté si le apetecía tomar algo en el bar del hotel.
• Que ojos tan bonitos- pensó ella distraída mientras asentía ante la esperada propuesta. Su mano hace el gesto de que adelante, y me quedé mirando sus dedos imaginando cómo me gustaría que me erizasen la piel. Mi pantalón apretaba más y ella se dio cuenta también.
Dejé que se adelantase para contemplarla por la espalda sin separarme mucho de ella, disfrutar al máximo esa fragancia, mi corazón no podía latir más rápido. Nos paramos en el hall de hotel, nos cruzamos las miradas, no queríamos esconder el deseo. Esperé a que dijese algo pero no eran necesarias las palabras, la tomé de la mano y le pregunté si mejor subíamos a mi habitación. Noté como mi cara se sonrojaba y mirándola a los ojos quedé esperando su respuesta.
Continuará....