Speed dates 1
Mi amiga Eva no cedió hasta convencerme de acudir a un evento junto a ella, unas speed dating. Ella sabe que soy liberal ¿para qué necesito yo ir a algo así? Pero ella quería ir y no se atrevía a hacerlo sola, y por ella hago lo que sea, necesita volver a salir y divertirse, así que... aquí estoy mirando a mi alrededor y preguntándome qué hago aquí.
Al menos con el precio del evento entra un cocktail, y los del lugar elegido son buenísimos.
10 citas de 7 minutos. 70 minutos más los cambios de mesa y demás, como mucho 1 hora y media aguantando aquello.
Mi amiga Eva está emocionada, da saltitos y mira a las organizadoras con atención mientras nos explican el funcionamiento.
Serán los chicos los que cambien de mesa.
Hay 10 mesas numeradas y casa una sacamos un número de una bolsa para ver qué mesa nos toca a cada una.
Me ha salido el 7, le pregunto a Eva, a ella el 2. O sea que no podremos cuchichear hasta el final de las rondas.
Me dirijo a la mesa 7 y me pido una piña colada, me encanta como la preparan ahí.
Ya estamos todas sentadas y se nos sienta delante la primera cita.
El mío viene a ser lo que imaginaba en un sitio así, un ¿Qué buscas aquí? Al que respondo que nada en especial. Me mira no demasiado bien y por cortesía le pregunto qué busca él. Él busca conocer gente. Bueno, pues sí, va a conocer a 10 mujeres y tal vez a los otros 9 hombres, así que eso se lo lleva seguro.
Con el segundo en vez de 7 minutos me parece que ha estado 7 horas hablando de motos, de escapadas en moto y yo que ni sé ir en bici, bebo de mi cocktail y asiento de vez en cuando.
El tercero habla muy bajito, no sé si me estoy quedando sorda pero no, habla así. Así que sigo mi táctica de asentir de vez en cuando y mirar la hora a ver cuánto queda para pasar al 4.
Cuando aparece el 4 lo miro de arriba a abajo, menudo bombón mmmm, me relamo los labios mientras se sienta y empezamos a hablar. Tiene un trabajo del que no puede hablar, y me cuenta lo estricto de su dieta, las horas de gimnasio mientras le digo que me encantan los brunch nocturnos en Kibo brunch, cerca de Diagonal Mar. No lo conoce obvio.
Y que el único deporte que practico es el sexo. Menos mal que no estaba bebiendo agua en ese momento o fijo se atraganta y termina por tirármela encima...
Mientras llega el 5 me paro a reflexionar sobre porqué se dirá bombón cuando alguien está cañón, además a mi ni siquiera me gusta el chocolate. Otro tachón.
Oigo un carraspeo y veo delante de mi sentado a un chico serio, con gafas, calvo y con barba.
Le pido disculpas por no haberlo oído llegar, entonces me dice que es sigiloso como un gato. Me hace gracia su comentario y río, él sonríe y su rostro se relaja. Así es mucho más guapo de lo que me pareció en un principio.
• Deberías sonreír más. Te favorece
Vuelve a reír. Entre nosotros fluye la conversación, el rato se pasa deprisa y cuando se está levantando le pregunto si le gustaría que volviéramos a vernos.
Mira alrededor.
• ¿Me lo preguntas en serio?- afirmó sonriendo. Sonríe también- No puedo decírtelo, iría contra las reglas.
• Pues vaya mierda de normas- escribo un sí junto a su número y su nombre y se lo enseño. Se tapa los ojos y vuelvo a reír mientras veo como se va a la siguiente mesa.
El 6 pasa mientras yo sigo pensando en el 5, y mi mirada se escapa hacia él de vez en cuando, lo veo reír y mirarme también.
El 7 es un chico interesante, aunque parece bastante más joven que yo, hablamos de literatura, de baile, de estrellas y del mar.
• ¿Y de dónde sacas el tiempo para el gym?- porque con esa espalda y esos músculos este tío entrena.
• Me estoy preparando para las pruebas de los mossos así que debo estar en forma.
Me vuelve a sorprender y cuando se va despidiéndose muy educadamente pongo otro sí.
El 8 es un baboso, se le nota con mirarlo y al hablar ya se despejan las dudas.
• Joder, con ese escotado no sé si voy a ser capaz de mantener la mirada en tu cara.
Pongo cara de asco y lo descarto sin necesidad de seguir hablando
Lo ha visto y vuelve a hablar.
• Si vistes para qué te miren y te lo reconozco está mal. Seguro eres una feminazi de esas calienta pelotas. Lo que necesitas es un buen polvo con un tío de verdad- dice. Y yo río, si él supiera.
• ¿Te ríes de mi, puta? Ni que fueras un pibón.
Le dejo seguir despotricando hacia mí mientras hago un repaso de los chicos que se han ido sentando.
Por fin pasan 7 de los minutos más largos de mi vida. ¿Quién habrá elegido a ese gilipollas?
El 9 es divertido y lo pasamos riendo, la conversación se pone incluso un poco picante y me gusta que tenemos el mismo humor irónico. Hasta nos permitimos hablar de algunas de las otras citas, de las más surrealistas. Me he divertido con él y tiene un algo que me dice que puede estar bien volver a quedar con él.
Por fin he llegado al 10. Ha venido con su amigo, a acompañarlo, le explico también lo mío y ambos nos reímos. La conversación es fluida, amena y divertida, y aunque no quería venir, reconozco que esto es divertido.
Al acabar, me voy con 4 síes de 10, ni tan mal oye...
Continuará...