Estallido Oral (Serie CAPRICE) n6
Su mano se posa abierta sobre mi abdomen y me presiona para pegarme más contra él, noto su erección en mi nalga y sus labios aparecen pegados a mi cara por el lado izquierdo.—Me pone mucho que te muevas así contra mí —susurra muy cerca de mi oído.
—Más te va a gustar luego —amenazo con mucha picardía. Me giro sobre mi hombro para disfrutar de su expresión, es de deseo absoluto.
—¿Luego, cuándo?
—Cuando pasemos a la siguiente sala.
Sus movimientos imitan los míos y nos movemos juntos conectados y con muchísima química.
—¿Qué hay en la siguiente sala? —pregunta retomando la conversación, curioso.
—¿Te gustaría descubrirlo?
—Solo si eres tú quien me la enseña —responde en un susurro que me acaba de encender del todo.
—No se hable más, ahora mismo te hago un tour privado.
Cojo mi copa, apuro un último sorbo bien largo y la dejo sobre la mesa. Agarro su mano y me dirijo hacia la cabina del DJ para cruzar la cortina que hay detrás y que hace de división entre las salas. Avanzamos por el pasillo que da acceso a la sala roja y aprovecho para dar uso de la taquilla y dejar mi bolso. Estoy a punto de dejar algo más antes de cerrarla, pero primero me giro hacia Marcel y decido hacer las cosas bien. ¡Que no se me olvide que es su primera vez aquí!
—Solo por aclarar: el tour privado incluye una experiencia sexual y completa juntos.
Él se ríe y asiente con vehemencia.
—Diría que ha quedado bastante claro que… ¡estoy del todo convencido y dispuesto a lo que sea que quieras que hagamos juntos!
—Vale, ¡solo era por tener una confirmación explícita y verbal! —explico entre risas—. Otra cosa, el sexo seguro para mí es muy importante.
—Para mí también —asegura adoptando una seriedad que agradezco.
Nos volvemos a aproximar y sus manos rodean mi cintura mientras mis brazos lo hacen en torno a su cuello. Me retiro un poco para dejarlo con las ganas cuando se acerca con intención de besarme; se ríe ante mi jugueteo. Aprovecho para provocarlo con mi lengua recorriendo sus labios de un lado a otro.
Su mano derecha deja mi cintura y asciende hasta mi pecho. Lo masajea por encima del vestido y yo suspiro muy acalorada. Mmmm… tiene unas manos grandes y fuertes. Cubre perfectamente mi pecho y lo masajea con la presión idónea.
Mis caderas rotan contra la suya buscando roce íntimo.
—Dime tu nombre —pide serio en un susurro sobre mis labios.
—Siena.
—Marcel —responde sincero.
—Encantada —me río un poco por esta presentación formal en mitad del tsunami erótico en el que nos estamos viendo envueltos.
—Siena, me mata eso que me estás haciendo —reconoce bajando la vista a donde mi cuerpo rota contra el suyo. Me encanta cómo suena mi nombre en sus labios.
—Espero que sea de placer.
—¡Es más bien de ansiedad! —reconoce entre risas pícaras—. Pero es placentero, ¡sí!
Mis manos se dedican a ir desabrochando su camisa. Marcel me deja hacer, pero mira mis movimientos como si no acabara de entender lo que pretendo.
—Vamos a dejar nuestra ropa aquí —resumo señalando la taquilla.
—¿Toda? —pregunta muy neutral, sin mostrar ápice de alarma. ¡Me gusta!
—No, solo la necesaria.
Termino de desabrochar su camisa y se la saco del todo. Me deleito por unos instantes admirando el cuerpazo que escondía bajo ella. Un tatuaje de un león con expresión de estar rugiendo llama poderosamente mi atención. La recorro con las yemas de mis dedos. La tiene sobre las costillas. La extensión del tatuaje no es muy grande, pero es majestuoso. Su piel se eriza tras mi caricia y alzo la vista buscando la suya. Sus ojos destilan deseo.
Marcel se agacha un poco, coge mi vestido por la falda rozando mucho mis muslos a propósito y tira de él hacia arriba —rozando todo mi cuerpo—, hasta sacármelo por la cabeza. Me aseguro de tener el conjunto de lencería bien colocado y lo retoco para que así sea.
—¡Joder! —exclama Marcel con una devoción que me sorprende positivamente.
—Te gusta —afirmo señalando el conjunto que llevo. Es un corpiño negro de vinilo brillante, está lleno de tiras y es muy, muy sugerente. El tanga a juego, es minúsculo y está sujeto por tres tiras a cada lado.
—Sí, ¡no tengo palabras! —expresa un shock muy real.
¡Oh, sí! ¡Maravilloso!
¡Esta es la reacción que espero cuando le enseño mi lencería a alguien!
—Me alegra mucho que te guste —aseguro presumida y me acerco sinuosa a él.
Desabrocho su pantalón y meto mis manos por dentro, deseosa de descubrir esa zona de su anatomía.
¡Larga! Una zona muy larga. ¡Y dura! Ufffff.
—Mmmmm —gime Marcel sobre mis labios al percibir el recorrido de mis dedos tanteando su erección.
Su mano derecha aparece haciéndose sitio entre mis piernas y me acaricia por encima de la lencería. Mi sexo arde y se humedece como respuesta a sus atenciones. Sus dedos ágiles acarician de arriba abajo y van apartando la tela del tanga para acceder a mi vulva sin interferencias. Yo también meto mi mano dentro de su ropa interior y agarro su erección haciéndola salir y acariciándola con mucho deseo.
Una pareja se aproxima y se detiene en las taquillas que tenemos al lado para dejar la ropa. Nos miran con respeto, pero también transmiten deseo. Marcel los observa curioso, luego vuelve a mirarme a mí y me besa con mucho ímpetu a la vez que cuela dos dedos en mi interior.