Sin prisa III

*******i007 Hombre
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Sin prisa III
El amague de penetración anal puso todos sus músculos en tensión y soltó un gemido con un dejo de miedo, lo cual me prendió más. Por supuesto nunca la habría penetrado sin su consentimiento y menos de un solo embate, pero sentir que en ese momento tenía el control de sus emociones, me puso en llamas.
La giré para ponerla boca arriba y me deslicé hasta su coño, que comencé a lamer suavemente. Mi lengua se deslizaba de la entrada de la vulva hasta su clítoris mientras mis manos sujetaban su cintura, primero a lenguetazos lentos y largos, que fueron aumentando de velocidad. Sus gemidos se mezclaban con la música que inundaba mi habitación. De pronto, en un acto que denotó su excitación, clavó sus uñas en mis hombros. Explotó una bomba atómica dentro de mí y fui directamente a penetrarla, el calor y la humedad de su coño me inundó. Alessia me abrazaba con sus largas piernas mientras sus uñas se clavaban en mi espalda y yo me movía impetuosamente hasta el fondo de ella.
Me encanta tener el control, así que, cuando supe que me acercaba peligrosamente a venirme, salí de inmediato. Su gemido sonó a protesta, me abalancé a besar su boca mientras controlaba el estruendo de testosterona que se agitaba dentro de mí. Recordé entonces que habíamos dejado el helado en el comedor. Regresé con él a la habitación y con la mano vertí una porción sobre sus senos. Esta vez no fue sorber delicadamente como lo había hecho media hora antes en el comedor. Mi lado más perverso me hacia recorrer con lascivia sus senos, su abdomen, sus hombros y su cuello, mientras mi mano volvía a embarrarle helado y mi lengua lo recogía a bocanadas de lujuria.
De algún lado sacó ella fuerzas y se sentó sobre mí, convirtiéndome en su objeto sexual. Me manipuló, me arañó, se penetró con mi verga sin importarle mi voluntad mientras bebió con ademán voluptuoso el resto del helado. Su lengua dejaba resbalar las últimas gotas y se cercioraba de que yo la viera.
En un momento se detuvo a descansar y me vio a los ojos.

-Ya me vine (corrí) tres veces ¿Cuántas más me vas a provocar? me dijo sonriendo.

-¿TRES? Imaginé que llevabas uno y quizá estabas por alcanzar el segundo.

-¡Bobo ingenuo!

¿Por qué pueden ella tener esos orgasmos tan internos, tan deliciosos, sin delatarlo y nosotros no nos damos cuenta?

(Continuará)
******r63 Hombre
2.694 Publicación
Bueno, bueno, si ella coge las riendas y toma el control ya la cosa se pone mejor.
Continuaremos….. leyendo
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